Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

ubaldo martínez
Ubaldo Martínez
Conozco todos los oficios

COMICO NATO, ACTOR INSUSTITUIBLE, RELATA LAS PERIPECIAS DE SU VIDA EN LOS CIRCOS URUGUAYOS

EN la vida se puede comenzar a marchar desde varios puntos. Estos, referidos en términos numéricos, pueden señalarse como el kilómetro cero, para los que prácticamente ascienden sin apoyo ni medios de ninguna clase; algunos inician la marcha desde mucho antes...: otros, los que forman el grupo afortunado, a veces nacen y surgen a la vida activa desde un tramo muy avanzado del camino.

Ubaldo Martínez artísticamente comenzó en lo que podríamos llamar la plaza de Mayo de la vida; es decir, a varias cuadras de plaza del Congreso, el kilómetro 0...

De allí debe venirles su ductilidad para el oficio. Hacer reír es un arte asaz difícil, quizá porque la risa es un componente psíquico que exige un organismo limpio de impurezas (eso es la risa, en el sentido puro del término), y todo cómico, o humorista. debe como primera medida proceder al estudio y limpieza del organismo de sus semejantes para conseguir las condiciones temperamentales ideales que hagan prosperar su trabajo. Este complicado mecanismo, sobre el que Ubaldo, mecánico de precisión por afición, no se detuvo a pensar nunca, tiene en el personaje que entrevistamos a uno de sus más tenaces colaboradores.
Desde aquellos carnavales en Montevideo, su ciudad natal, hasta el presente, corrió mucho vino por su bodega. Cuando abandonó la mesa de encuadernador para largarse por los caminos del circo, estaba convencido de que allí estaba su mundo. Claro, al principio el payaso debía dejar muy de madrugada el carromato para ayudar a parar los palos y armar la carpa. El físico no estaba hecho para esos trotes; por eso al final del día, bajo la capa de pintura, se ocultaba la expresión inconfundible del cansancio. Pero jamás del arrepentimiento. Así, una y otra vez. en el viejo circo se templó su cuerpo de hombre y su alma de artista.

Se consideró maduro y se largó para Buenos Aires. Aquí en cierto modo empezó de nuevo. Pero había hecho tantas cosas en su país, allá, enfrente, que no había quien le pudiera pisar el poncho. Si había que cantar, cantaba; si recitar, recitaba; si bailar, nadie como él para sacarle tierra al piso. En fin. el oficio tiene una sola exigencia, y ésta hay que cumplirla.

Todavía Ubaldo, con quien charlamos de estas cosas en su cómoda casa de Núñez, prefiere recordar aquellos momentos con especial dedicación.

—Para no aflojar nunca, mi viejo, hay que darle cada tanto una miradita al pasado. Sólo así, haciendo cada tanto un repasito de la ruta que hemos transitado, vamos a saber juntar fuerzas para seguir adelante.

Sabiduría de Ubalvino y primer Don Camilo de nuestra televisión. Dos personalidades opuestas con una sin par filosofía de la vida.

—¿Y ha sido duro el camino que recorrió en sus mocedades?

—Duro, lo que se dice muy duro, fue en realidad al principio. Después, bastante pronto me coticé mejor. Afortunadamente yo me adaptaba con suma facilidad a cualquier circunstancia. Le recuerdo a propósito dos momentos que mejor marcan las etapas económica y artísticamente importantes de mi vida; mi primer viaje a Tucumán en rigurosa pinotea, y quince años después en avión con todos los gastos pagos.

—En materia artística, usted ha hecho de todo, ¿verdad?

—De todo. Tengo la suerte de no haberme encasillado nunca en una determinada modalidad. Esto quizá por mi ductilidad para desempeñar cualquier oficio en la vida.

—Sabemos que su hobby es la mecánica de relojería ...

—Sí, es mi hobby absoluto, pero del mismo modo que construyo un reloj con las piezas íntegramente de madera, también fabricadas por mí, puedo desarmar y armar el motor de un automóvil, o hacer lo que sea necesario. Por eso siempre viví tranquilo. Si algún día la vida me obliga a dejar a un lado la carrera artística, no me preocuparé, como no me preocupé jamás, aun en los años en que había razones para ello. Nunca le tuve miedo al trabajo, pero como todo mortal, también soñé con no trabajar nunca. ¡De carne somos, hermano!

Para demostramos que su ductilidad le permite hacer de todo, nos lleva con su coche por diversos lugares de Núñez. Una peluquería para damas, una carnicería, un vendedor ambulante, un taller mecánico, son ejemplos que corroboran sus palabras. Es capaz de desempeñarse en cualquier oficio (no sabemos si opina lo mismo la dama que ofreció su cabeza...). De allí entonces su habilidad para desempeñarse artísticamente en cualquier personaje. Si el artista debe saber reflejar con certeza las diferentes personalidades de sus semejantes, Ubaldo Martínez satisface con creces tal exigencia.

-pie de fotos-
-Que Ubaldo puede hacer de todo lo certifica esta foto, en que lo vemos en “su papel" de mecánico.
-Sí, con resignación incalculable, Ubaldo atiende en la peluquería a una dama, y más tarde (a la derecha) se saca él guardapolvo y se convierte en el hábil tendero conocedor de los secretos de toda tela.
-Gran “coiffeur”, sus manos hacen de una cabeza femenina un dechado de ondas y buen gusto. El conoce todos los oficios, él está armado para cualquier contingencia, causa por la cual nunca estará atemorizado ni vencido.
-Otra vez engrasándose; émulo de Oscar Gálvez... Ubaldo prefiere arreglar él mismo su roche, y aquí lo vemos, en esa función.
-¡Sí, señores! Difícil el oficio de cortar carne, pero él lo posee. Sabe cómo deslizar el cuchillo para que el corte resulte perfecto y presentable.
-De sus conocimientos mecánicos surge una más amplia seguridad de volante. Aquí lo vemos con su “Taunus”.
-¡Escobas, canastos, mimbres, esterillas! Todo lo puede vender quien ha sabido ahondar en todos los personajes.

Revista Platea
23.12.1960

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