Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado


Aníbal Troilo


Aníbal Troilo
accedió al reclamo de los japoneses

ENTRE los meses de agosto y setiembre se debe materializar la partida del “bandoneón mayor de Buenos Aires” para Japón. Esto, dicho así escuetamente, puede no revestir la importancia de anuncio impactante. Pero tras todo ello, hay un proceso de valoraciones, afectos y expectativas.
Recibiendo aquí el eco de los aplausos que acompañan a cada una de las figuras que llegan a la “segunda patria del tango” como se ha dado en llamar a la tierra del lejano Oriente, sabíamos que a la vez se realizaban nerviosos trámites, tratando de obviar los inconvenientes que obstaculizaban el viaje de Aníbal Troilo (Pichuco). El pueblo japonés, sobre quien no vamos a insistir en su predilección por nuestro compás porteño, harto conoce la obra realizada por el gran director argentino; más, desde que la R.C.A. Victor puso en circulación dos de los famosos larga duración, que bajo el rubro “Troilo For Export”, están recorriendo el mundo,
Pero hay un trasfondo que hace a la cosa del afecto, a nivel de porteño; es decir, en la real comprensión de la valoración de todo lo emotivo que se da cita en el pentagrama tanguero. Fueron realmente los amigos los que lograron convencer a Pichuco que debía acceder a los reclamos de los hermanos japoneses, pues les asiste el derecho de ver y aplaudir de cerca a la figura consular de la música porteña; la misma que se canta al ritmo del latido humano, y se baila al compás del paso natural con que el hombre transita su existencia normal. Y con Troilo va al Japón el real mensaje de amor de todo el pueblo argentino

Pie de foto
-Ahora Pichuco trata de convencer a Juan D'Arienzo, que no quiere hacer el viaje en avión. A la vez, el maestro le desea éxito al “bandoneón mayor de Buenos Aires”.

Revista Radiolandia
7/4/1967

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