Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado
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Por qué Silvina Bullrich no está más en TV? ♦PARECERIA QUE EN NUESTRO PAIS NO EXISTIERA UNA TOTAL INDEPENDENCIA DE CRITERIO, UNA ASPIRACION DE LIBERTAD. ♦SI, CREO QUE HAY CENSURA EN TV Y TAMBIEN AUTOCENSURA. LO MISMO SUCEDE EN EL CINE. HAY CENSURA EN TODO EL AMBIENTE HACIA TODO LO QUE SEA PROBLEMA ARGENTINO. ♦EL CRITERIO DE HOY: “VIVA LA LIBERTAD Y MUERA EL QUE NO PIENSA COMO YO”. SILVINA Bullrich estaba en “Sala de periodistas”. Y “Sala de periodistas” era una audición muy escuchada. Reportajes de actualidad y planteo de problemas políticos de interés nacional. Personajes y figuras del gobierno eran sometidos, con inusitada franqueza, a cuestionarios espontáneos. Nada estaba preparado de antemano. Preguntas incisivas y no las preguntas ñoñas que suelen hacer algunos periodistas aburridos. Preguntas que mostrasen al público el hilado fino de la política criolla. Pero aunque “Sala de periodistas” fuera una audición muy escuchada, finalizó por fin su ciclo. Y en su última emisión Silvina Bullrich no estuvo en el programa. Se sucedieron los comentarios, las versiones. ¿Qué había o qué no había pasado en “Sala de Periodistas”? Para aclarar tales cosas y otras más hicimos este reportaje. Pregunta: ¿Podría resumir su actuación en “Sala de periodistas”? Respuesta: Comencé a trabajar en ella luego de la audición de Bonardo. Lo hice cuando el ciclo estaba a mediados de su realización, acompañando a Bernardo Neustadt y Oscar García Rey. P.: ¿En cuántas audiciones intervino? R.: En tres. Una con sectores gremiales, otra con Vítolo y la última con Alsogaray. P.: ¿Usted estaba conforme con la tesitura que llevaba el programa? R.: Creía que no sólo íbamos a entrevistar a políticos o a personas que estuvieran relacionadas con la política. Me parecía más interesante hablar también con escritores y artistas en general. P.: ¿Qué sucedió entonces? R.: Una cosa similar a la que me había pasado antes en otro medio. Yo he hecho siempre crítica literaria, en parte en la revista Atlántida, y si a un escritor argentino no se le hablaba de su genio o de su talento las cosas andaban mal. Lo mismo pasa con los políticos. Prácticamente, habría que servirles todo en bandeja. Parecería que en nuestro país no existiera una total independencia de criterio. Una aspiración de libertad. P.: ¿Qué tipo de preguntas formulaba usted en los reportajes? R.: A través de las mismas traté de llevar a la audición la inquietud de la calle. Pero los ministros parece que no lo advirtieron, y se sintieron tocados. Lo hice en la creencia de que nuestro público quiere saber la verdad 1960, la de hoy, y no que le hablen como si lo hicieran en el año 13. Cierta gente creyó ver en mis preguntas un tono decididamente opositor. Los partidarios de Alsogaray estaban furiosos. Decían que yo había querido “jabonarle el piso” al ministro. Y yo sólo había ido a preguntar. ¡Todo el mundo tiene derecho a preguntar!, pero cualquier cosa que inquiría la tomaban como un ataque. Entonces consideré mejor dejar la audición. P.: ¿Lo hizo por propia voluntad o fue presionada? R.: Por propia voluntad. De todas maneras, el programa terminó una audición después, porque Neustadt viajaba a Europa, a los Juegos Olímpicos. Me di cuenta que no formábamos un bloque totalmente homogéneo. Le faltaba cohesión al grupo. Era preferible dejar en libertad a los que habían iniciado el programa. Además, los políticos solos no me interesan como materia de reportajes. P,: ¿Sobre qué versaban, en general, las preguntas que le hizo a Alsogaray? R.: Sobre petróleo. No me explicó la reacción frente a las mismas. Yo conocía muy bien lo que iba a contestar el ministro, porque conocía bien el problema. Pero me tildaron de opositora. P.: ¿Tuvo algún incidente con los entrevistados? R.: Cuando terminó la audición con Alsogaray éste se acercó y me dijo: “Señora, usted es una buena escritora, pero de finanzas y de política no sabe nada”. A lo que yo respondí: “Señor ministro, hay quienes dicen que usted es mejor ingeniero que economista”. Nada más. Con Vítolo me encontré en una cena, días después del programa, y conversamos sobre la cuestión. Pero estuvo mucho más amable. P.: ¿Tenían problemas con la agencia por el programa? R.: No, creo que no. En realidad ni me acuerdo quién era él avisador. Sé que quería programas importantes, con gente importante. Para que después se hablara en los diarios. P.: ¿Cree que hay censura en la TV? R.: Debe de haber algo, sin duda. Y también autocensura. Lo mismo sucede en el cine. Hay censura en todo el ambiente, hacia todo lo que sea problema argentino. P.: ¿Cuándo se sintió más cómoda trabajando? R.: La única vez que sentí una libertad total fue en la audición de Bonardo. Ustedes no se imaginan la felicidad que experimentaba el público al oír verdades. ¡Se le ha mentido tanto! Había muchos llamados telefónicos a la audición. Y todavía hoy recibo cartas. Me han dicho que era valiente. Parece mentira, pero en la Argentina todo lo que no sea halagar fácil es valiente. El público es inquieto, quiere saber, quiere conocer sobre el momento, los problemas actuales, y debemos decirle la verdad dentro de todos los campos. El país no está para obras de imaginación. Es un pueblo que está tomando conciencia de su realidad. P.: ¿Considera importante este tipo de programas? R.: Sí, sirven para clarificar la opinión pública. Todo lo que sea hablar sirve. La gente al hablar expresa francamente. Como los programas son improvisados, las preguntas y las respuestas no están preparadas, la mentira no es tan consciente. En TV se necesita conversar, y la gente también lo necesita. Cuando está sola y prende el televisor, le dejamos un tema para meditar. Los problemas del pensamiento llegan, están al alcance de todos. P.: Usted habló antes de autocensura. ¿Piensa que hay en nosotros una especie de retracción a la libertad? ¿El miedo a jugarse, el “no te metás”? R.: Hay mucho miedo, por eso la autocensura. No sé si será culpa de Perón, pero más bien creo que esto ya venía de antes. Además, no hay respeto por el opositor, como en otros países, Inglaterra y EE. UU., por ejemplo. Tampoco hay respeto por la labor intelectual, y falta ambiente para su desarrollo. Hay gente tan necia que no gusta de la libertad de criterio. “Viva la libertad y muera el que no piensa como yo”. P.: ¿Piensa hacer algún otro programa similar? R.: Me han ofrecido algo en el Canal 13. Me gustaría hacer una audición de este Upo, aunque no como “Sala de periodistas”. Más bien un programa de juegos de ingenio. Allí se podrían discutir temas variados. Y sobre todo, si es que tengo una teoría moral, quiero llevarla hasta el final. Revista Platea 09.09.1960 |