Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado


silvia legrand

SILVIA LEGRAND
DESPUES DE MUCHO TIEMPO LA CELEBRADA ACTRIZ VOLVIO A LA PANTALLA Y TRIUNFO COMO EN SUS AÑOS PASADOS.
FOTOS RAINOLDI


EL año pasado durante el transcurso del II Festival Cinematográfico de Mar del Plata y en un desfile de modas que se organizó con la participación de figuras del cine ocurrió algo que llamó nuestra atención. Una de las actrices más populares de nuestra pantalla pasó a nuestro lado después de haber desfilado y nos dijo con toda sinceridad y modestia:
—Si fracaso como actriz, ya tengo un modo de ganarme la vida... ¿No les parece?
Quedamos sorprendidos. . . Quien lo decía era Silvia Legrand. . . El eco de sus palabras quedó resonando en nuestros oídos. .. ¿Qué proceso interior daba motivo para ellas? Sus palabras significaban un sentir, un problema, un misterio quizá, que era necesario revelar. . .
La carrera cinematográfica de Silvia comenzó hace años al descubrirla Carlos Borcosque y otorgarle un papel en “La casa de los cuervos”; luego transcurrió una serie de éxitos que colocaron a Silvia en un lugar preponderante. En 1944 filma “Siete mujeres” a las órdenes de Benito Perojo y se retira de la actividad artística, para contraer enlace a los pocos meses. Pasado más de un decenio en el retiro, vuelve a emprender un camino más difícil que el primero, pues a su término se hallaba el éxito o el fracaso definitivo.
Nuestro encuentro en Mar del Plata se produce en la etapa inicial y ahora a la distancia, cuando el panorama es más claro, más alentador, queremos indagar en el proceso que ocurrió en su interior y comenzamos nuestro reportaje así:
—Silvia, ¿por qué abandonó tan resueltamente una carrera tan promisoria como la suya?... ¿Cómo transcurrió su vida en retiro?
—Mi carrera la abandoné por amor; el hombre con quien me casé no podía vivir en Buenos Aires por motivos de profesión y para mí existía y existe primero el hogar, después mi carrera. Viví entonces dedicada a aquél; mi profesión era ama de casa. Viajábamos de un lado a otro del país, conocí casi todo el interior y era feliz. Al principio lógicamente extrañaba a veces el aplauso del público. Seguí a través de la prensa la carrera de mi hermana, a veces la aconsejaba; eso era lo único en común que tenía con el cine. Luego vinieron las hijas, y eso me encerró aún con más placer en mi hogar.
—¿Cómo hizo para conservarse tan bella y dedicarse al hogar?
Silvia nos mira como diciéndonos “no me gusta la pregunta” y dejando soslayar una mueca de enojo nos contesta:
—¿Les puede interesar?... Yo sé que no soy un buen material periodístico porque fui y soy normal... pero hablar de mi belleza, ¡hum! . . Bueno, les diré. Me acostaba temprano y me levantaba temprano, caminaba mucho, dormía nueve horas por día, cuidaba mi peso... Carne y ensaladas eran mis comidas. Soy propensa a engordar y mi vanidad de mujer no necesita de una carrera artística para tratar de impedirlo. También leía mucho, siempre me gustó leer —nos dice imperativamente y luego agrega—: Tengo tan lindos recuerdos de esa época; el público no me olvidaba. Una vez me ocurrió una cosa muy simpática en una tienda de Neuquén: la empleada que me atendía al verme me dijo: —¡Qué parecida que es usted a Silvia Legrand!... ¿Nunca se fue a ofrecer como doble? Estoy segura de que la contratarían y ganaría mucha plata, ¡si es igualita! ... —Luego de continuar hablando sobre el tema, grande fue la sorpresa que se llevó cuando me di a conocer.
—¿Y qué la decidió a volver a la vida artística?
—El volver a radicarme en Buenos Aires, con toda mi familia.
Pensando que deja algo oculto, volvemos a insistir:
—¿Fue ésa la única razón?
—La única. Mi regreso al cine tuvo lugar con un papel dramático en “Campo arado”; una crítica me trató duramente y creo que no había derecho. El papel era muy difícil y muy fuerte: yo había elegí do el peor camino para volver; sobre todo si pienso que el culpable de que nos encasillen en un tipo es el público. Luego hice dos papeles dramáticos más y estuve a punto de dejar mi carrera definitivamente si no hubiese sido por mi marido y mis hijas, que me criticaban también, pero me alentaban muchísimo al mismo tiempo. Fue en esa época cuando se realizó el II Festival de Mar del Plata. Comprendan entonces mi estado de ánimo. Un día decidí volcarme hacia la comedia y empecé a tener muchísimas satisfacciones. Tanto en el teatro como en la televisión con “Sol. mar y Silvia”, donde actué con Ignacio Quirós y un elenco magnífico. Además es un programa muy familiar.
—Silvia, se dice que usted vive alejada del mundo, que no concurre a reuniones, que existe cierta frialdad en su temperamento y que eso atenta contra su carrera artística ... ¿Qué hay de cierto?
—Es que me gusta estar en casa; además soy una mujer de vida metódica; no creo que el arte se encuentre solamente en la bohemia; se dice que la falta de sensibilidad está reñida con el arte dramático; de acuerdo, pero para ser sensible no es necesario llevar una vida licenciosa. Me considero una mujer centrada y con bastante equilibrio, pero con la suficiente humanidad como para exteriorizar mis sentimientos, que creo son los de un ser a quien Dios le ha dado un cerebro para diferenciarlo de los animales. Si las condiciones para ser actriz se miden de acuerdo con lo tumultuoso de su existencia, casi todas las vedettes serían grandes actrices.
Razonamos su respuesta y luego preguntamos:
—¿Cuál es su posición de madre y actriz a la vez?
—Soy una madre que acepta la crítica de sus hijas. ¡Ellas son tan exigentes con mi carrera profesional!. . . No piensen que les gusta todo lo que hago. Ustedes dirán “al público tampoco”, pero ellas son más exigentes. Cuando vuelvo a casa, luego de actuar en televisión, me critican y dicen: “estuviste mal en esto y aquello” y les presto atención porque muchas veces tienen razón. Además trato de ser una amiga para ellas; cuando Mónica quiso actuar en el cine, no me interpuse; una vez que realizó la experiencia, ella misma se dio cuenta de que su verdadera vocación no era ser actriz y reconoció su fracaso. Siempre me acerco a ellas para aconsejarlas como amiga. En una ocasión, cuando Mónica tenía diez años, estaba en cama enferma y con alta temperatura. Lógicamente necesitaba de mi compañía más que en otros momentos; de repente se tapó la cara con las sábanas y me dijo con vergüenza que le gustaba un chico. Entonces le contesté que me parecía bien, puesto que yo siendo mayor opinaba que el chico era un encanto. Se sorprendió, porque quizá esperaba un reproche, mas desde ese día soy su confidente. Lo mismo ocurre con Gloria, que tiene 16 años. ¿Les parece que no puedo sentirme feliz en mi hogar? . . .
—Silvia, ¿volvería a filmar?
—Volvería a hacerlo con un papel que gusta; recientemente recibí una oferta para trabajar en una película con Miguel Amador de coprotagonista, pero la rechacé porque no quiero ser una figura decorativa. Mis aspiraciones como actriz, en mi posición actual, son otras.
Comprendemos con estás palabras que Silvia ha encontrado nuevamente el camino del triunfo. La seguridad de sus palabras, la lógica de sus respuestas, nos dicen que ella es una actriz con una personalidad totalmente definida. Como mujer, su mundo simboliza un paraíso difícil de alcanzar en lo tumultuoso de la existencia actual.

Revista Platea
31.03.1961

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