Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

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Café, medialunas y dial
De 7 a 9.30 la radio informa y pelea por el rating.

Con 61 años a cuestas, la radio criolla desmiente aquello de 'No por mucho madrugar se amanece más temprano'. Ya en los '50, exclamando “¡Levántese, contento!", y golpeando tachos y cacerolas, Carlos Ginés demostró (por Belgrano, de 6 a 8) que la mañana es el espacio radial por excelencia. Un estilo alegre y estridente que hasta el año pasado siguió Rubén Aldao en su Club de barbas, por Rivadavia, y que —en menor medida— está vigente en Rapidísimo (de 8.30 a 12, con Héctor Larrea), de la misma emisora. Pero, como dice Femando Marin (productor de La máquina de contar, con Juan Carlos Mesa; Belgrano Show, con Roberto González Rivera y Minguito; y De 7 a 8, con Betty Elizalde: todos mañaneros y por Belgrano): "El estilo cambió, pero lo importante es que en 1981 la radio volvió a ser lo que era antes de la TV. De medio modesto y tapado, saltó a ser imprescindible. No es casual que los programas de mayor audiencia estén a la mañana y que sean periodísticos y de entretenimientos. La gente tiene avidez por informarse y divertirse desde temprano".
Pasados los años de los grandes radioteatros y los concursos de Bidú Cola (recordar también a Oscar Casco, Carita, las hermanas Legrand, Juan Carlos Thorry y otras glorias), la radio de los '80 se afirma en las especialidades señaladas por Marin, más un poco de música grabada. Pasar revista a los principales programas de la mañana es toda una confirmación. Empezando por Bien temprano (Rivadavia, 6 a 8.30), periodístico, con Roberto Maidana, que utiliza el Discado Directo Internacional (DDI) para comunicarse con personalidades del exterior. “Un sistema que está bajo mi responsabilidad —dice el conductor—, ya que soy el que tiene que estar en la noticia. Vengo a las 5 de la mañana a leer los diarios y a establecer las llamadas que hay que hacer: ésa es la mecánica básica. Informar al que se prepara para ir al trabajo es nuestro primer objetivo." Un sistema que —las cifras mandan— coloca a Rivadavia (al menos a esa hora) al tope del rating: algo más de 4 puntos, es decir, unos 300 mil oyentes.
En orden decreciente y por género, le siguen De 7 a 8 (Belgrano), periodístico, con algo menos de 4 puntos, y Nuevo día (Mitre, 7 a 9.30), periodístico, con Bernardo Neustadt, con tres y monedas. El estilo del trio Betty Elizalde-César Mascetti-Silvio Huberman, que también salen por Canal 9, es leer y comentar las noticias. El de Neustadt, similar, tiene el agregado de su original modo de hablar: "Terminé" o “Dejémoslo ahí”, dice para rematar un análisis o la lectura de
envía un oyente. Por su lado, Magdalena y las noticias (Continental, 7 a 9), periodístico, le pisa los talones con el desenfado característico de Magdalena Ruiz Guiñazú y sus incisivos reportajes. Sergio Villarruel, en cambio, se limita a informar en En contacto directo (Del Plata, 7 a 10), "descartando todo lo que no sea nota política o socioeconómica”. Julio Roberto Simón, gerente general de JC y Asociados (productores de Magdalena, Villarruel y Ciudad abierta), echa luz sobre los costos de este tipo de programas: "Incluyendo conductores, periodistas, equipo de producción y corresponsales —dice— oscilan en los 200 millones mensuales. Valor, por supuesto, referido a un programa de máximo nivel”. Seria el caso de Ciudad abierta (Continental, 9 a 12.30), periodístico-musical con el inquieto Carlos Burone y el calmo Daniel Mendoza, e intervenciones de Nora Perlé y Hugo Guerrero Martinheitz. Estilo: debate de las noticias.
Modus operandi pausado en cuyo extremo, cuando Maidana deja Rivadavia, está Rapidísimo: el programa más fanguero y gritado de la media mañana. “Queremos despabilar a la gente, alegrarla, entretenerla”, dice Héctor Larrea, que hace llorar de risa a María Esther Vignola y a la veterana Riña Moran con sus improvisaciones y furcios. “Con Cacho Fontana —cuenta Riña— la cosa era más difícil: nunca se reía. Así que un día, en el Fontana Show, con Beba (Vignola) nos disfrazamos de vedettes, con plumas y todo. Entramos al estudio, nos miró con cara de vinagre. . . y nos obligó a hacer todo el programa vestidas así. Y eso que hubo invitados.” También es famoso un furrio de Maidana: “Estaba leyendo un texto que hablaba de un asalto con ametralladoras —dice—y de pronto me trabé. Lo único que me salía de la boca era tra-tra-tra-tra. . . Un desastre”.
Julio Moyano (productor del espacio de Neustadt) asegura que “los avisadores y publicistas eligen determinados programas factores: rating, su consenso social específico o la necesidad de vender tal producto en tal estrato". Y aunque costos y sueldos —sobre todo, de los conductores— parecen ser tema tabú, trascendió a SOMOS que un ciclo como Nuevo día, por ejemplo, insumiría de 200 a 500 millones por mes. Sin lugar a dudas, la radio es una excelente inversión que no compite con la televisión en la mañana, y un medio que guarda casi como secreto de Estado toda información respecto a las ganancias. Pero, a juzgar por la cantidad de programas —y su calidad— que las empresas productoras regentean, JC y Asociados estaña a la cabeza. “La facturación publicitaria de
los programas —agrega Julio Roberto Simón— corre por cuenta exclusiva de las emisoras. Las productoras se encargan de la realización artística y cobran por hacer eso. El publicista de hoy no se rige por sólo un parámetro para pautar un programa. En algunos casos descansa en el puesto dentro de la medición de audiencia, pero muchas veces lo hace sobre un programa de menor éxito y mayor definición de mercado : edad, nivel social, sexo, etcétera. Y sobre esto no hay cifras exactas." Rivadavia, por ejemplo, típica radio privada que produce sus propios programas, cela sus finanzas bajo siete llaves. Lorenzo Marín y Julio Moyano, por su lado, competirían entre sí por el tercer puesto.
Estos programas para madrugadores —todos de lunes a viernes— están evidentemente dirigidos al sector activo de la clase media, poco antes de empezar su jomada de trabajo. El ex secretario de Hacienda Juan Alemann escucha a Neustadt ‘‘porque con él hablan empresarios, economistas y banqueros a quienes reportea con frecuencia”. Mana Luis Bemberg, directora de Momentos, salta de Neustadt a Magdalena Ruiz Guiñazú, “dos campeones de la Información internacional”, y a “las críticas de Burone, que son interesantes”. Mientras desayuna y pinta, Pérez Celis sintoniza a Ruiz Guiñazú “por las noticias y los reportajes a gente del ámbito cultural, además de los flashes deportivos”, y más tarde oye La vida y el canto, con Antonio Carrizo. “Lo que más extraño cuando estoy fuera del país es, precisamente, el sonido de la radio argentina, que es de lo mejor —asegura—. Tiene personalidad y es vivaz y actual.” La escritora Martha Lynch lo sigue a Hugo Guerrero Martinheitz “en sus intervenciones de Ciudad abierta y en su programa de la tarde, porque es inteligente y una verdadera caja de sorpresas”. Osvaldo Terranova prefiere a Neustadt “porque me entretiene y me informa. Después sigo con Radio Nacional o Municipal”. Su colega Graciela Borges se levanta “un poco tarde pero a tiempo de sintonizar Belgrano”. Gustos y cifras al margen, lo cierto es que la radio madruga^

Raúl García Luna
Investigación: Alfredo Villa y Horacio Fernández
Revista Somos
11.09.1981


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