Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

dringue farías
Dringue Farías abandona la revista
Alcanza un viejo sueño que persiguió durante veinte años: hacer comedia. Complementarán su actuación: José Cibrián, como director; Juan Serrador y Niní Gambier, como intérpretes; Abel Santa Cruz, como autor. Con tales ingredientes y su patrimonio histriónico el éxito está casi asegurado

JUAN Manuel Farías —nos dice alargándonos su mano cordial.
—¿Pero cómo?... ¿Y eso de Dringue?
—Lo de Dringue fue un mote de mi padre. Cuando yo era chico, papá me sentaba sobre su pie, a caballito, y decía: dringue, dringue, dringue..., de ahí el sobrenombre.
—Bueno: aparte de gracioso y original, ¡es noticia! Dringue Farías es Juan Manuel Farías o Juan Manuel es Dringue. El mismo que luego de veintiún años de animar los más variados tipos de la revista porteña, desde el escenario del teatro Maipo, concreta una de sus más caras aspiraciones. Actor de vastos recursos y una simpatía poco común en la consideración del público, se presentará al frente de una compañía de comedias, en la que figuran los nombres de Niní Gambier y Juan Serrador, entre otros, para animar el personaje central de la comedia que firma Abel Santa Cruz: “La cama del presidente”, que se anuncia para la primera quincena del mes en curso en el teatro Smart.
La cita nos reunió en la mencionada sala en una tarde de ensayo. “El Dringue", como cariñosamente le dicen sus admiradores y amigos, se hallaba confundido entre los demás elementos de la compañía con la mirada puesta en las indicaciones del director.
Lo notamos serio, preocupado, presintiendo quizá que la responsabilidad que asume significará una verdadera prueba de fuego para sus aspiraciones.
—Pasar de la revista a la comedia como viajar a un país en el que se habla otro idioma. Uno se encuentra un poco perdido. Pero yo creo que es cuestión dé encuadrar dentro de ese ritmo. Adaptarse
al personaje trazado y darle vida durante cuatro actos —que es lo que dura la comedia— es muy distinto al pasacalle musical o al "sketch" revisteril.
De ahí la preocupación que en estos momentos impera en él ánimo del popular actor. Pero él, que muestra una renovada inquietud de espíritu y conciencia de la responsabilidad que debe cumplir, se consagra serenamente a la tarea que elle exige y comprende que ha dejado de ser una pieza del engranaje que es un elenco para convertirse en la fuerza motriz del mismo. Por eso le preocupan los decorados que imaginó Gori Muñoz; la forma de cómo se encarará la publicidad; le preocupan las situaciones trascendentales de la comedia y la manera más eficaz de jugarlas para sacarles el mejor partido posible.
En fin, le preocupa todo lo que se refiere a este próximo debut.
—¿Cuándo decidió dejar la revista, que tantas satisfacciones le ha dado para ingresar en la comedia?
—Hace seis años que acaricio la idea de debutar al frente de una compañía de comedias. Consideró que en la vida, como en el arte, hay que renovarse. Creo haber animado en la revista todos los tipos que puedan interesar al público.
He tenido algunas propuestas anteriormente, pero por una u otra causa sólo ahora se ha cristalizado este sueño. Abel Santa Cruz, hombre estrechamente vinculado al éxito como comediógrafo, me leyó un día la obra y me gustó mucho. Me habló de la posibilidad de hacerla en el Smart, y este teatro me resulta una sala muy parecida al Maipo, por su familiaridad, su intimidad. Creo que es el marco más adecuado que se me pudo haber brindado.
—¿Usted trabajó veintiún años ininterrumpidos en el Maipo?
—¡No! Dejé en dos oportunidades. La primera de ellas para actuar en el Casino con Rosita Moreno, y luego, por una cuestión de fuerza mayor, fue cuando se incendió el Maipo, pasamos entonces al Presidente Alvear. Pero después volví a la tradicional sala de la calle Esmeralda. Y ahora, aquí estamos, dispuestos a debutar en la primera quincena de septiembre, usted?—Septiembre..., septiembre..., he oído algo con relación a usted y a septiembre...
—Yo he dicho en varias oportunidades que septiembre será para mí un mes inolvidable. En primer lugar porque se casa mi hija (aunque el paso trascendental lo daré yo con este cambio en mi carrera artística); luego porque marca mi debut como comediante, y, finalmente, porque cumplo años de casado.
—Bueno, ¡felicitaciones! —dice alguien que se acerca. Es José Cibrián, consagrado entre nosotros como actor primero, y como director después, que es quien tiene a su cargo la responsabilidad de la puesta en escena. Participa también de nuestra charla y es para remarcar que tiene la más absoluta confianza en esta nueva etapa de la vida artística de Dringue Farías. Sabe de las innegables condiciones del popular actor y abriga las mejores esperanzas para que este debut como comediante sea todo un éxito. Planteamos la pregunta obligada:
—¿Se siente cómodo en este nuevo aspecto de su labor?
—¡Sí! “La cama del presidente” me brinda mucha comodidad... es una cama muy cómoda..., digo, una comedia muy cómoda.
Aquí aflora nuevamente la gracia del intérprete. Pero de pronto vuelve a su papel serio y agrega: “El personaje que ha escrito Santa Cruz es totalmente distinto a todos los que me han tocado animar ajo largo de mi carrera. Será ésta una de las pocas veces que saldré a “cara limpia”.
El traspunte hace sonar una campanilla, la escotilla se eleva y toma ubicación el apuntador, los intérpretes se colocan en escena, las luces comienzan a jugar su papel —importante por cierto—, y una voz grave y firme pide silencio. Se escucha la palabra del director que recomienda: “Señoras, señores, no olviden que las situaciones que les marco, etc., etc., etc.”.

*—pie de fotos—*
—Niní Gambier, que acompañará a Dringue Farías en "La cama del presidente".
—"El Dringue" se transformó en un hombre serio, aunque según se ve en la foto de al lado el cambio no fue por mucho tiempo.
—Dringue Farías y José Cibrián, actor y director de la obra de Abel Santa Cruz, que aparece entre ellos.
Fotos de Alfieri
Revista Platea
9/9/1960

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