Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

romero brest
Jorge Romero Brest
“TODO MUY REPETIDO Y MUY ABURRIDO...”
Una extensa gira, de casi dos meses y medio de duración, llevó a Jorge Romero Brest a recorrer varios países de América y Europa, donde por supuesto, como hombre vinculado estrechamente con el arte, visitó los más importantes centros de manifestación artística. A su regreso a la Argentina contó a EXTRA sus impresiones. Habló de lo regular y de lo malo, de lo de allá y también de lo de acá...

“Hacía tiempo que no realizaba un viaje de esta magnitud. Casi dos meses y medio duró y tuve la oportunidad de ver algunas cosas interesantes, aunque en realidad nada satisfactorio. Generalmente cuando decís que estuviste de viaje, los conocidos y los que no lo son te hacen la misma pregunta: ¿Qué vio de bueno? Y yo digo, realmente, no he visto nada. Lo que por supuesto no significa que no lo haya pasado bien y me haya divertido quizá como en ninguno de los otros tantos viajes que he hecho. El itinerario me llevó primeramente a Colombia, donde vi la Bienal de Medellin; luego fui a México, donde curiosamente y por vez primera me trataron con deferencia. Y digo por vez primera porque en realidad los mexicanos son bastantes recelosos con los argentinos. Creo que de alguna manera tienen razón, porque aquello de que el argentino es petulante y suficiente tiene mucho de cierto. Es raro, pero desde que subió el presidente Echeverría, con su política más liberal, el público ha cambiado. Lo encontré más abierto y más amable que anteriormente. En el país azteca di una serie de conferencias y me relacioné con periodistas y críticos de arte y por supuesto me encontré con viejos amigos. Sin duda lo más importante que vi, lógicamente desde el punto de vista del arte, fue el Poliforum, el anfiteatro que Siqueiros abarrotó de figuras por todos lados. Paredes, techo, todo. Realmente me pareció espantoso, pero es un artista el que lo hizo y eso es lo que tiene incalculable valor. Pienso que no debió
haber sido mucho lo que Siqueiros hizo dados sus ochenta y pico de años, pero sus colaboradores sin él no hubieran hecho mucho. Sinceramente no me gustó porque yo voy a un anfiteatro para escuchar buena música o ver un buen espectáculo y no a sentirme incómodo con la sensación de opresión y pesadez que me dan esas figuras. Sin embargo no puedo despreciar la obra porque soy sensible a las formas del arte, aun las que no me gustan.
Luego fui a los Estados Unidos, más concretamente a Washington, donde di conferencias, y luego a Nueva York. En definitiva todo lo que vi no hace más que confirmar mis teorías. Después fui a Portugal, a dar conferencias en Porto y Lisboa, que dieron bastante que hablar. Quedaron muy sorprendidos. Madrid fue la siguiente escala. También di una conferencia con poco público, pero de calidad. Sin embargo los puntos culminantes de mi gira fueron tres exposiciones de famosa importancia: la Bienal de Venecia, la Documenta —exposición que cada cuatro años reune a los mejores artistas del mundo en la ciudad de Kassel, Alemania— y la exposición organizada por el presidente de Francia y que justamente se la llama Exposición Pompidou. El balance de las muestras resulta soberanamente bajo. En el caso de Venecia la calidad no se vio. Demuestra un considerable desperdicio del genio creador. Ojo, no digo que no exista, sino que, generalmente, está mal encauzado. En las muestras quedó bien establecido que, en los países no muy desarrollados culturalmente, no pasa nada nuevo, o sea, siguen con las corrientes del arte moderno. Por otra parte los pintores se encuentran ante la posibilidad de ganar mucho dinero con lo que están haciendo, no les interesa evolucionar su arte porque éste tiene aceptación. La razón de esto es que la burguesía ha accedido a la pintura. Los motivos pueden ser muchos: por culturizarse, porque la pintura puede resultar una buena inversión, porque da estatus, etc. Los otros países, o sea los que culturalmente están más desarrollados, han llegado a esquemas de estupidez. Han creado la academia de la antiacademia. Es decir están haciendo sin sentido lo que nosotros hacíamos con sentido en el Centro de Artes Visuales del Instituto Di Tella. Algo que ya cumplió su proceso y por haberlo comprendido provocó el cierre del Centro, pues entendí que no podíamos seguir haciendo lo mismo y para hacer las experiencias que debíamos hacer, para un cambio radical, no había dinero. En general, lo que vi en las muestras indudablemente está hecho por buenos pintores, pero inoperantes completamente.
A mí la gente me ataca porque me hacen decir que la pintura se muere. Y lo que yo sostengo es que el cuadro de caballete va perdiendo su vigencia cultural, sin que tampoco me satisfaga cuanto hacen otros solistas, porque se va llegando a un total desprecio a la imaginación. El goce ante una pintura cada vez se va haciendo más difícil, ya casi no se puede sentir. Por otra parte creo que la pintura, así como otras manifestaciones del arte, es la expresión de un determinado estado político social. O sea, si un artista vive en un país socialmente destruido o con otros diversos problemas, lógicamente frente a la tela va a expresar su estado de ánimo. De ahí puede salir una obra de arte técnicamente perfecta, pero indudablemente el espectador no va a sentir goce, que en definitiva es lo que debe producir una obra de arte. En el
mundo entero ocurre lo mismo y se manifiesta un tremendo aburrimiento. Políticamente no sé qué posición asumir. Las derechas no me gustan y las izquierdas son tan peligrosas como aquéllas. Por otra parte, de un hombre que está en la vida política no me interesa su gran declaración política sino su reacción ante las cosas simples, las cosas corrientes. El trato con su familia, con sus amigos, con la gente en general. Me interesa lo humano de una persona.
La figura de Perón la respeto, no se la puede olvidar porque fue y es considerable. Con respecto a la guerrilla, es el resultado de un atosigamiento, de una opresión que termina por hacer salir al pueblo a la calle dispuesto a terminar con eso. No la justifico pero la explico.
Considero que todo está equivocado, en todo aspecto y en todo lugar. El proceso es de contradicciones y marxísticamente hablando llega un momento en que esas contradicciones son insuperables. Cuando el proceso se interrumpe, de ahí en adelante se debe recomenzar con algo nuevo, y sin embargo no se hace. Claro que lo difícil es orientar algo nuevo o que parezca nuevo dentro de una determinada continuidad histórica.
Yo podría hacer un análisis de la pasada o presente situación política, económica y social del país, pero de ninguna manera podría hacer profecías. O sea, no puedo aventurarme a decir lo que va pasar. Creo que el mal está en todos y es resultado de un problema psico-social. Y nuestro mal es la falta de identidad que padecemos, de ahí que no sepamos lo que queremos. Sin duda somos neuróticos. Veo que nada es sano, y cuando se le presenta al público algo que es sano, como lo que hacemos nosotros, no lo acepta. Tratamos de educar el buen gusto poniendo al alcance de todos una base de buena forma, vasos, vajilla, servilletas, algún poster de “Alicia en el país de las maravillas”, etc. De esta forma considero que somos más revolucionarios, que estamos más cerca de lograr un cambio, que aquellos que ponen dinero en el bolsillo de los pobres, les hablan de la reivindicación de los derechos y libertades y los dejan seguir viviendo como cerdos.”
Extra
11/1972


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