Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

atahualpa yupanqui
Atahualpa: sin guitarra pero...
Don Atahualpa Yupanqui, esa especie de estatua viva del folklore argentino, llegó a Buenos Aires en una de sus periódicas visitas que hace "para llenarse el cuerpo, hasta los huesos, de país". En una audición de radio le preguntaron cosas y respondió con conceptos como los que siguen. Bastan para convencerse de que para algunas cosas no le es imprescindible la guitarra.

JEAN PAUL SARTRE: Lo encuentro contradictorio en muchos aspectos, juega un poco a la aventura política. Yo no creo que él crea en lo que dice. Es indiscutible. La temporalidad de su talento le da permiso para disfrazar su verdad.

FOLKLORE EN EL TEATRO COLON: No estuve en el recital del teatro Colón por razones de pudor. Me queda grande. El Colón me enseñó muchas cosas cuando yo tenía que juntar moneditas, hablo del año 32 ó 33. Yo juntaba moneditas; lo que podía quedar de mi sueldo de 60 pesos mensuales. Yo no creo que al Colón lo venga a descubrir en el 72 la gente que nunca tuvo 50 pesos para ir al ga- (transcripción textual, se corta en la crónica)
tiene 300 pesos para ir a la cancha de River o 200 para ir a la de Boca y nunca tuvieron 50 pesos para ir al gallinero del Colón como fui yo? Es decir, ¿no se dio la ocasión solamente que hubiera milonga? No puede ser. A mí el Colón me dio un alimento, un alimento que se llama Bach, Haendel, “La Pasión Según San Lucas”, o San Mateo, o San Juan; me dio Beethoven; ¡cómo voy a ir yo a tocar “Los ejes de mi carreta”! A mí me parece irreverente, de mi parte; no critico a los que fueron que tienen mejores condiciones que yo, como dicen los políticos: “que estaban dadas las condiciones”. El mejor escenario para mí no es el teatro Colón, es un algarrobo y un atardecer. Dame eso y se me agranda la vidala. Me das el Colón y se me desaparecen los duendes y los fantasmas. Me produce un complejo de timidez. No estoy en condiciones de tocar. No hubiera podido tocar.

RECITALES POPULARES EN EL LUNA PARK: No canto en el Luna Park porque soy intimista. En una multitud grande lo mío se pierde.

SU REGRESO AL PAIS: Vengo del país más caro del mundo, que es Francia, de manera que no me llama mucho la atención. Mi familia, en mi casa, se sorprende cuando digo que voy a comprar tomates o alguna cosa, o a cómo están de caros...; la vez pasada pedí una hoja de afeitar y largué una moneda de diez pesos y la señora se me quedó mirando y me dijo: “Acá falta”; yo esperaba el vuelto. Así lo encuentro al país; indudablemente todo se encarece, no solamente en nuestro país. En otro sentido lo encuentro muy confuso y, como todos los argentinos, anhelando que aclare. Es un anhelo cada vez más recóndito, donde el rumor se hace grito. Hay que aclarar, hay que hermanarse, hay que igualarse. Como para correr carreras, tienen que estar parejos los caballos, hay que igualar para correr. Lo único que puede salvar al mundo es la poesía, porque todo se termina, las guerras, las revoluciones, los alzamientos, el odio, el encono, la revancha. Porque todo se termina, lo único que permanece por encima de todas estas miserias nuestras es el salmo. El salmo sigue puro de donde venga, del dogma que venga, ya sea del “Cantar de los Cantares”, del Viejo o del Nuevo Testamento. Ya sea Juan Ramón Giménez, Machado, Wiltman. El sentido de hermandad de los pueblos del mundo sigue permaneciendo. Entonces se siente como un salmo, como una manera de rezar del alma, que es la forma de salvarse. Lo de afuera se va corrompiendo.

LA REVOLUCION Y LA FE: No creo que sea mucho problema para un poeta salvar con fe todo lo que el cambio pretende. Porque estos son problemas creados por el tecnicismo y el sentido intelectual de la vida, para decirlo con términos inteligentuales. Entonces, si la gente es más simple para pensar y para cambiar, le deja zapatero a tus zapatos, los técnicos que se encarguen de enderezar el país con honestidad, que es la mejor manera de ser patriota, ser honesto, porque si no sería una simple declamación, y de los declamadores, hasta los poetas están hartos. Yo creo que el salmo, y más que en el salmo, pensado y gritado creo en el salmo sentido, sea gente que reza en voz baja, el gaucho apretando la rienda, el otro trabajando en el taller, tomando su caña de pescar, el hombre meditando, el que apaga tarde su lámpara. ¿Por qué lo hace? Porque necesita meditar, porque necesita encontrar la luz de adentro; cuando encuentra la luz de adentro, recién apaga la de afuera.
Como dice Isaías, “Dios es aquel al que sólo el silencio nombra”, rumbea por esos lados y quién sabe si no encuentras alguna respuesta, o el atisbo de alguna respuesta. Hay que tener un sentido místico aunque no se sea religioso. No es cuestión de tomar té con hostias.

RECITALES POR TELEVISION: No los hice por respeto al público. A la vejez me ha entrado un pudor infinito, cosa que me alegró mucho. No quiero cansar a la gente de Buenos Aires. ■

Revista Extra
09/1972

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