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Chile: del dicho al hecho
Estuvimos largos minutos con Salvador Allende. No fuimos a agredirlo ni periodísticamente ni filosóficamente. Fuimos a respetarlo. Es un señor presidente elegido por voluntad del pueblo en la hora sin trampas de la urna. Si la democracia permitió el acceso en Chile de su primer gobierno socialista no somos quiénes para cuestionar la situación. El presidente se dio cuenta de que actuábamos sin ambages, desde la total buena fe, y se limitó entonces a exhibirnos lo que prometió y lo que hizo en el término de estos primeros 6 meses de su gobierno. Quedamos en que dentro de 60 días “el reportaje” escaparía a los datos para entrar en la zona argumental. Inventario A manera de introducción convendría señalar el hecho de que la mayoría si no todos los actos políticos propuestos que nos alcanzó Allende se enmarcan dentro de una filosofía política que pretende diferenciarse cualitativamente de las demás. Específicamente, esta diferenciación se refiere a la premisa Ideológica fundamental de que la solución de los problemas del país en su conjunto supone la transformación estructural de su sistema económico, tanto en su organización interna (capitalismo) cuanto en su relación actual con el sistema mundial (imperialismo). Después de una enumeración detallada de los problemas que aquejan al país en todos los niveles, nos dijo: "La tarea fundamental que el Gobierno del Pueblo tiene ante si, es terminar con el dominio de los imperialistas, de los monopolios, de la oligarquía terrateniente e Iniciar la construcción del socialismo en Chile”. Las medidas que a continuación se enumeran son aquellas que hemos podido formular con alguna especificidad, dado su grado de suficiente elaboración, definición y su orden de Importancia en los distintos niveles considerados (Estado, economía organización popular, tareas sociales, cultura y educación política internacional). ACTOS POLITICOS 1— Incorporación de las organizaciones sociales y sindicales a la dirección de los entes del Estado. Da como ejemplo las instituciones de previsión y seguridad social, donde los propios imponentes se encargarían de la administración mediante la elección democrática y secreta de consejos directivos. 2— Establecimiento, mediante reforma constitucional, de una Cámara única como expresión nacional de la soberanía popular. El proceso eleccionario ocurriría en forma simultánea para todos los organismos electivos mediante votación de todos los ciudadanos mayores de 18 años, incluyendo los analfabetos, siendo todos los cargos revocables a través de mecanismos de consulta popular. 3— Creación de un Tribunal Supremo designado por la Cámara única. Según fue especificado con posterioridad en “el discurso de los 40 puntos” del candidato presidencial, este Tribunal Supremo tendrá a su cargo la designación de los miembros del Poder Judicial. 4— Integración de las Fuerzas Armadas al desarrollo económico y social del país, sin perjuicio de su labor esencial de defensa de la soberanía. 5— Expropiación de las riquezas básicas en manos del capital extranjero o monopolios internos. Incluye: (I) la gran minería de cobre, salitre, yodo, hierro y carbón mineral; (II) sistema financiero, incluyendo la banca privada y los seguros; (III) comercio exterior; (IV) grandes empresas y monopolios de distribución; (V) monopolios industriales estratégicos; (VI) en general, las actividades que condicionan el desarrollo económico y social del país, tales como la producción y distribución de energía eléctrica, el transporte ferroviario, aéreo y marítimo; las comunicaciones, la producción, refinación y distribución del petróleo y sus derivados, incluido el gas licuado; la siderurgia, el cemento, la petroquímica y química pesada, la celulosa, el papel. 6— Profundización y extensión de la reforma agraria. Incluye: (I) aceleración del proceso de expropiación; (II) incorporación al cultivo de tierras estatales mal explotadas; (III) organización de cooperativas de propiedad de los predios distribuidos, con excepción de la casa y el huerto, sobre los cuales habrá titulo de propiedad; también se crearán empresas agrícolas del Estado; (IV) en casos calificados, se asignarán tierras a pequeños agricultores, arrendatarios, medieros y empleados agrícolas; (V) reorganización de propiedad minifundiaria a través de formas progresivamente cooperativas de trabajo agrícola; (VI) asegurar tierra suficiente y asistencia técnica y crediticia a las comunidades indígenas. 7— Establecer la política económica a través de un sistema nacional de planificación y de mecanismos de control, orientación, crédito a la producción, asistencia técnica, política tributaria y de comercio exterior, además de la gestión del sector estatal de la economía. Incluye: aumentar la producción de artículos básicos y abandonar la de los suntuarios; adaptación de la tecnología a necesidades del desarrollo nacional y a la generación de empleos; expropiación de capital extranjero, reglamentación del que no sea expropiado y establecimiento de una política de creciente autofinanciamiento; diversificación del comercio exterior y aperturas de nuevos mercados; logro de mayor independencia tecnológica y financiera; política de control y redistribución del crédito; estabilización de precios. 8— Derogar la política de devaluación del escudo. 9— Reajustes automáticos de salarios, mientras subsista la inflación, cada seis meses o cada vez que el costo de la vida aumente en un 5%. 10— Establecimiento de un sistema de sueldos y salarios mínimos en niveles iguales para trabajos iguales en todas las empresas. 11— Asegurar atención médica y dental preventiva y curativa a todos los chilenos, financiada por el Estado, los patronos y las instituciones de previsión. 12— Industrialización de la construcción dentro de un plan de edificación de la vivienda, mediante el control por parte del Gobierno de los precios, monto de las utilidades de las empresas privadas o mixtas que operen en este rubro. 13— Fijación de un límite máximo del 10 % del ingreso familiar como pago por concepto de arriendo de la vivienda. 14— Establecimiento de la plena capacidad civil de la mujer casada e igual condición jurídica de todos los hijos habidos dentro o fuera del matrimonio, así como una adecuada legislación de divorcio con disolución del vínculo y pleno resguardo de los derechos de la mujer y los hijos. 15— Transformación del sistema educativo en términos de una nueva cultura, con la participación de las organizaciones de maestros, trabajadores, estudiantes, y padres y apoderados; liquidación del déficit cultural y educativo mediante amplia movilización popular para la eliminación a breve plazo del analfabetismo y la elevación de la escolaridad de la población adulta. 16— Integración al sistema educativo estatal de los medios de educación privada. 17— Reorientación de las tareas académicas de docencia, investigación y extensión, en función de los problemas nacionales, y alterar mediante ayudas financieras y programas especiales la composición de clases de la Universidad en perjuicio de la clase trabajadora. 18— Los medios de comunicación masiva (radio, editoriales, televisión, prensa, cine) se pondrán al servicio de la nueva cultura y se orientarán a funciones educativas, eliminándose su carácter comercial y poniéndolos a la disposición de las organizaciones sociales. 19— Establecimiento de relaciones diplomáticas con todos los países del mundo, incluyendo a los países socialistas. 20— Denuncia de la OEA como agencia del imperialismo norteamericano y pasos dirigidos a la creación de un organismo realmente representativo de los países latinoamericanos. 21— Solidaridad con la revolución cubana y la afirmación del socialismo en Latinoamérica. 22— Coordinación de la labor del Gobierno con el asesoramiento de un comité político integrado por representantes de los movimientos y los partidos políticos. 23— Descentralización administrativa del Gobierno y creación de zonas geográfico-económicas. 24— Reforma administrativa del Gobierno, política de sueldos, eliminación de privilegios y gastos innecesarios, eliminación de funcionarlos no pertenecientes al escalafón común, inamovilidad de los funcionarios, etc. 25— Creación del Ministerio de Protección de la Familia. Nivelación de asignaciones familiares; matricula y materiales escolares a todos los alumnos de la enseñanza básica; desayuno a todos los alumnos de enseñanza básica, y almuerzo a una parte de ellos; asegurar a cualquier costo el proporcionar medio litro de leche diaria a todos los niños chilenos. ::::::::::::::::::::::: ¡ VIVA EL VOTO, M...! por DARDO CABO Un cable urgente nos citó en el despacho del presidente chileno; se nos concedía una audiencia periodística solicitada dos meses atrás. Una catástrofe ferroviaria nos alejaría de Allende. Sin embargo, la espera nos haría vivir un Chile muy particular, convulsionado, a pocas horas de las elecciones del cuatro de abril, a ciento cincuenta días de hacerse cargo del Gobierno el presidente socialista. Nuestra impresión personal, junto con un inusitado reportaje a Radomiro Tomic, el democristiano vencido por Allende, conforma el resultado de nuestro viaje. "14 tres minutos a la derecha, señores pasajeros, pueden ver el Aconcagua, de 7.130 metros, el punto más elevado del hemisferio occidental”. La impersonal voz del comandante del avión de Braniff llenó la cabina del pasaje; pasábamos también el punto más alto de la frontera argentino-chilena. Esa mañana al afeitarme ignoraba que pocas horas después estaría volando hacia Chile con la misión periodística de entrevistar al presidente Allende. Ese hombre que representa la alianza de izquierda dispuesto a llevar a cabo una revolución socialista, la primera en América latina —y creo del mundo— que con este signo lograba el Gobierno, aunque no el poder, por elecciones. Allende me esperaba, según el cable, a las seis de la tarde del día siguiente en su residencia de verano en Viña del Mar, Cerro Castillo. Volaba hacia el segundo país socialista del continente; sin embargo, desde el aire, nada lo caracterizaba. Las fantasías de los izquierdistas de mi país como de los temblorosos burgueses argentinos no se reflejaban aún. Como tampoco encontraría respuestas espectaculares en mi tránsito por tierra chilena. Llevaba en la mano mi tarjeta verde de autorización de entrada en Chile, y mientras esperaba el sello de la Aduana me enteré de las obligaciones que me cabían como turista: instrucción Nº 7; “Se prohíbe a los extranjeros, entre otras cosas, y cualquiera sea su condición de residente: a) propalar o fomentar de palabra, por escrito o por cualquier otro medio, doctrinas que tiendan a alterar o destruir por la violencia el orden social del país o la forma republicana y democrática del gobierno”. Habíamos viajado en el mismo avión y ahora iba sentado a mi lado en el taxi colectivo que nos llevaba del Aeropuerto de Pudahuel a la ciudad de Santiago. —Así que usted viene a verlo al “Chicho”, ¡je! Yo vengo para arreglar unas cosas y vuelvo a la Argentina, ya no tengo más nada que hacer en Chile. El hombre me había contado que estaba haciendo sus trámites de radicación en nuestro país: ‘‘Me han expropiado mi fundo. Ya lo verá usted, esto se está llenando de conspiradores internacionales, comunistas de todo el mundo. Por eso me voy”. —Pero ¿para usted, como chileno, eso no es dejarles el campo libre? Se quedó meditando un momento y después me aclaró que tenia hijos: “Sabe, no quiero que sean adoctrinados”, me dijo confidente. Luego pasamos al escándalo del negociado del cobre, y cuando ya se veían las luces de Santiago, poniendo mi mejor tono periodístico, le pregunté si creía que eran ciertas las acusaciones de la democracia cristiana respecto de que había funcionarios de gobierno metidos en el asunto. —Imagínese —contestó con cara de “ya me entiende ¿no?”— que en el Gabinete hay obreros... —Y eso es suficiente para sospechar ¿no? —Imagínese, imagínese... me dijo también con cara de entendernos bien. Lo dejé en una calle de Santiago cuando me contaba que con lo que lo dieron por la expropiación se había comprado otro campo en Río Negro. En el momento que me dio la mano se lamentó: “Esto de entregarle el gobierno a los comunistas porque han ganado las elecciones nos pasa solamente a los chilenos. Ustedes en la Argentina habrían actuado de otra manera ¿no? Golpe de Estado y a otra cosa ¿no? Sí, únicamente que aquí no se espera a que ganen los comunistas —que nunca ganan—, pero no se lo dije, lo dejé ir con sus planes, ¿no? El taxi colectivo (varias personas que viajan hacia un mismo punto toman el mismo auto) corría por el serpenteante camino montañoso hacia Viña del Mar. Un noticioso de radio daba cuenta en detalle de un lamentable accidente ferroviario con varios muertos. Por primera vez escuché la voz del presidente Allende interpelado por un periodista: “Lo que hace doblemente grave este suceso —decía con tono que noté realmente triste —es que las víctimas participaban de un campamento popular”. Luego, la tanda de avisos publicitarios me sobresaltó: “No entregue —decía alarmado el locutor— sus hijos al comunismo, defienda Chile con un partido chileno: Partido Nacional”. Un corto aviso de un, milagroso champú y otro sacudón: “Ahora usted puede comprar más porque los precios han quedado congelados y su salario ha subido: el Partido Comunista prometió y cumplió. Usted lo comprueba todos los días: el Partido Comunista cumple”. Y luego las colonias, los jabones, las aspirinas y los televisores; la política como un artículo de consumo. Empecé a darme cuenta de cómo es Chile. Ahí andaba Adrián Rojo, rodeado de un grupo de muchachos —“gallos” que le dicen —con brochas y escaleras, por la fría madrugada de Viña del Mar. Enfundado en un amplio saco de fajina, vigilaba que los afiches con su fotografía, que anunciaban su candidatura a regidor por el Partido Radical —uno de los integrantes de la Unidad Popular que llevó a Allende al Gobierno— quedaran bien fijados en paredes y columnas. —Si, señor, en esta elección vamos a llegar al 55 por ciento, ya verá. Y aquí en Viña ganaremos. Ya sabe, ésta es una ciudad reaccionarla, como todos los centros de turismo, pero ahora vamos a ganarles ¿ah? con las barriadas populares. El me explicó las diferencias fundamentales con los otros partidos de la Unidad Popular. “Nosotros fundamentalmente comparados con los comunistas y socialistas, es que no somos marxistas ¿ya? Estamos con la nacionalización de las riquezas chilenas, de los bancos, de la economía, con las expropiaciones de fundos, cuando esto significa sacarle tierra al latifundista que no produce. Pero no somos marxistas ¿ya?; no nos gustan los sectarismos ideológicos. Y claro que apoyamos todo lo que ha hecho Allende hasta ahora, porque se está cumpliendo el programa que redactamos todos juntos ¿ya? El cuatro de abril habrá elecciones municipales en todo Chile. Las primeras en cuatro meses desde que subió Allende. A pesar del carácter regional, el resultado del conjunto las eleva a categoría de plebiscito nacional. Por la ley electoral no puede haber frentes ni coaliciones, así que los partidos que integraron la Unidad Popular llevan sus propios candidatos independientemente de los demás aliados. A más de establecer el volumen electoral con que cuenta el Gobierno, también ubicarán el estado de relación de fuerzas dentro mismo de la Unidad Popular. Se espera entre los observadores un salto considerable de los votos allendistas. Las medidas del Gobierno, como la congelación total de costo de vida, el alza de sueldos, nacionalización del cobre e implacable cumplimiento del programa electoral y un mejoramiento notable en la situación chilena, han de obrar para que la Unidad Popular, en conjunto, llegue desde su 36 por ciento a cerca del 50 por ciento, una mayoría que le permitirá moverse con más comodidad dentro del fluido panorama político chileno. Comunistas, socialistas, radicales, toda la Unidad Popular en pleno, confían en su poder electoral para llevar adelante su programa. Legalistas hasta el detalle, no imaginan la vía violenta, ni para ejercer el poder ni como una posibilidad que le queda a la oposición para quitárselo. Así toman dentro de este juego la embestida de la democracia cristiana y el Partido Nacional, que casi en conjunto actúan en el Congreso paralizando casi las gestiones del Ejecutivo. No hay día en que no se cuestione, por turno, la actuación de tal o cual miembro del Gabinete. Interpelaciones, fustigaciones al Gobierno, juicios políticos, vetos. Así, dentro de esta virulencia opositora se encaja el problema del cobre. Los democristianos llevan aquí la voz cantante por medio de su diputado Irureta. Las maniobras de un grupo seudofinanciero internacional, que ofreció precios fuera de lista para compra del cobre chileno nacionalizado, sacudió al Parlamento, prensa y opinión chilenos durante muchos días antes de las elecciones. Un norteamericano, un suizo, tres argentinos y un par de chilenos están implicados, en principio, en la maniobra, que en términos económicos tendió más que a la compra del metal a hacer bajar el precio de éste en el mercado internacional. Así lo denunció el gobierno chileno, que con una artimaña invitó al grupo a visitar Chile, los sometió a un largo interrogatorio y de allí fueron a parar a la cárcel pública. El propio presidente Allende ordenó públicamente a su ministro de Minería iniciar las investigaciones. No es para menos: al parecer, el norteamericano Howard Edwards tiene un curriculum que lo sindica como inequívoco miembro de la CIA. Junto con los argentinos Miguel Aspée, Miguel Sanz y Eduardo Dehers fue declarado reo de la justicia chilena. Sin embargo estos rifleros, como los catalogó un comunicado oficial, tuvieron antes de su detención asiduos contactos con funcionarios del cobre chileno. Estas alternativas son —juntamente con un antiguo contacto comercial que tiene uno de los implicados, Medovic, con el presidente Allende— las armas que enarboló Irureta para poner en la picota la honestidad del gobierno de la Unidad Popular. El dedo en el ventilador, porque la honestidad es uno de los aspectos que más cuida Allende y fue bandera de su campaña electoral; por eso, quizá, su enojo que demostró en varias oportunidades. A las embestidas del democristiano contestaron los diputados de la banca oficialista alegando que es lógico que si un grupo de timadores pretende hacer un negociado con el Gobierno busque tener contacto con los burócratas y que, si bien es cierto que Medovic fue socio con Allende en un negocio de bares lácteos en Santiago, hace veinte años, es cierto también que Medovic fue el primero en ir a dar con sus huesos a la cárcel. Si es verdad que Howard Edwards está en servicio activo, debe divertirse bastante: ha logrado perturbar la marcha del gobierno de la UP y dado armas a la oposición; su libertad no corre demasiado peligro; hasta ahora sólo se ha comprobado que él y su grupo hicieron una oferta un tanto descabellada, pero esto no es delito. Duerme tranquilo en la cárcel de Santiago, sabe que el gobierno “comunista” de Chile se ajusta por ahora a las leyes y no ha de detenerlo indebidamente. Y si el Gobierno acusa a la democracia cristiana de estar haciéndole el juego a la CIA, señala a los del Partido Nacional —que aprovechan la velada para sacudir a Allende— de estar entorpeciendo la nacionalización del cobre. Pero otros dos proyectos han de levantar aún más polvareda: la nacionalización de la banca y el proyecto de Tribunales Populares, retirado este último y vuelto a enviar a las Cámaras. Es seguro —como que ya empezaron los escarceos— que la oposición no digerirá ponencias como la nacionalización del cobre por lo que se espera un rechazo de ambas, y allí está la gran carta que piensa jugar Allende: el Plebiscito Nacional. Una alternativa que promete ser un método a usarse frecuentemente por el Gobierno mientras tenga un Parlamento en contra y a favor la opinión popular. Por ahora, la revolución socialista parece desarrollarse en el marco de la justicia y la no violencia; ése parece ser el juego; aunque hay indicios de que no todos lo respetarán. En la tarde del sábado me enteré que el Partido Socialista había decidido hacer un mitin al día siguiente a las diez de la mañana. Hablaría el mismo Allende. El acto tenia dos motivos; uno, el oficial, la proclamación dé candidatos del Partido Socialista para regidor de Santiago, y el otro una demostración de fuerza que contrarrestara los embates de los parlamentarios de la oposición. Con todo, me pareció un tanto apresurado y, acostumbrado a la idiosincrasia de mi país, no le daba al acto seguridades de triunfo con tan poca preparación y publicidad; tan sólo el anuncio en los diarios oficialistas. A las diez del otro día salí del hotel, calculando que, por lo que costaría reunir a la gente, la concentración tardaría un par de horas en cobrar cierto volumen. En la Alameda palpé la realidad. Ya convergían sobre la avenidla las manifestaciones. Cientos de banderas rojas y bamboleantes retratos de Mao y el Che guiaban a las columnas en dirección del estadio; todos convergían hacia la Alameda formando un río rojo, alegre y familiar. No se veían allí los acostumbrados militantes disciplinados, sino familias enteras llegadas de la periferia de Santiago, en tren de fiesta y paseo. El nombre del presidente era coreado permanentemente. Media hora antes el estadio estaba colmado, los bailarines evolucionaban al ritmo de las cuecas en centelleantes traje típicos y cinco mil manifestantes quedaban sin entrar. Allende habló durante media hora: “Como el compañero presidente, y no estoy solo, me acompañan los funcionarios decentes de la Unidad Popular y el pueblo chileno”; un bombo acompañaba las interrupciones y vítores de sus partidarios. Había terminado de hablar ya y comenzaba a retirarse cuando en el techo (forrado con cartón prensado) estallaron dos bombas "molotov” de tiempo. El álito del pánico de la multitud nos envolvió a todos. Los de afuera, enterados que algo pasaba, pugnaron por entrar y taponaron las salidas. La catástrofe se asomó siniestra. Allende volvió: “Calma, nadie se mueva de su puesto, calma”; la presión empujaba el esfuerzo angustiado del presidente que comenzó a recibir encima suyo los pedazos chamuscados del techo. La gente comenzaba a emitir un rum-rum de miedo. “Calma”, gritó Allende. Uno de los chicos de la juventud del partido, que había subido a extinguir el incendio, cayó desde lo alto provocando el alarido de la multitud. El presidente, contenido ya el pánico, corrió a atender a la víctima. Arriba, los matafuegos terminaban con los dos focos. Volvió la calma y Allende se retiró. Son los métodos que no están en el juego, pero pueden jugarse fuera del tablero político chileno y precipitar lo que la mayoría no quiere. Durante ese acto estuve a escasos dos metros del presidente. Sería el momento en que más cerca estuve de él. Aquel accidente ferroviario del que me había enterado durante el viaje a Viña dejaría cancelada mi audiencia, como la de los representantes de los más grandes medios periodísticos de Europa y los EE. UU. Allí estaban la NBC, la TV Mexicana, Stern de Alemania, la BBC de Londres, “Epoca”, de Italia, todos esperando al presidente, que prefirió volar al norte de Chile —Vicuña, lugar del accidente—, a ver sus muertos chilenos, plantando a la prensa internacional. Una característica. Un cuestionario quedó en manos de un funcionario allegado al presidente para ser contestado a EXTRA. Atrás quedó Chile. De vuelta, el Aconcagua seguía impertérrito, pero me pareció distinto, como dispuesto a ser testigo, desde su magnifica altura, de acontecimientos muy grandes en América: un continente donde el totalitarismo marxista sube al gobierno por elecciones y la democracia gobierna por golpe de Estado. :::::::::::::::::::: RADOMIRO TOMIC ![]() PREGUNTA: A poco de cumplirse los 150 días del gobierno del doctor Allende, ¿cuál es su impresión sobre este período? RESPUESTA: Francamente positivo. Con el apoyo de la democracia cristiana se incorporó a la Constitución el pacto de garantías y está completándose la reforma constitucional para la nacionalización integral del cobre. Se ha empezado ya la distribución de medio litro de leche a cada niño chileno; ampliado aún más la matrícula escolar y universitaria; intensificado el proceso de reforma agraria; restablecido las relaciones diplomáticas con Cuba y China, etc. Sin embargo, hay dos aspectos que pueden comprometer seriamente a mediano plazo la gestión del Gobierno: el primero, es su condición de gobierno minoritario en el electorado, el Congreso Nacional, etc.; el segundo, es la marcada tendencia al “populismo” y al sectarismo que se observa en muchos sectores de base y en no pocos elementos dirigentes. El "populismo" y el sectarismo son la antítesis de las exigencias de un auténtico proceso revolucionario. P.: ¿Usted cree que se está cumpliendo el pacto de garantías que posibilitó el apoyo de su partido a la elección final de Allende? R.: Sí. P.: Esta pacto le es muy reprochado a usted en los círculos políticos chilenos; luego de ver a Allende en el Gobierno ¿cree que ha estado acertado al concertarlo? R.: El pacto de garantías constitucionales fue acordado por el Partido Demócrata Cristiano y no por mí. Fue redactado por representante de todos los sectores del P. D. C., aprobado por la Junta Nacional y ratificado por la unanimidad de los 75 diputados y senadores demócratas cristianos. Nunca antes la democracia cristiana había formulado tantas exigencias para reconocer la opción preferente a la presidencia de la República al candidato con la primera mayoría relativa en las urnas. Esta es la cuarta vez que el Congreso Nacional elige al presidente de Chile. En las tres oportunidades anteriores, en 1946, en 1952 y en 1958, la democracia cristiana reconoció la misma noche de la elección como vencedor, respectivamente a González Videla, a Carlos Ibañez y a Jorge Alessandri. Ninguno de ellos había contado, sin embargo, con nuestro apoyo. Aún más: en 1946, el partido apoyaba al Dr. Cruz Coke, quien salió segundo, lo cual b daba constitucionalmente opción a ser elegido por el Congreso Pleno, ya que éste debe escoger entre los dos primeros. A pesar de esta expectativa constitucionalmente legítima, se prefirió reconocer desde el primer momento que la mayoría relativa de González Videla (que obtuvo el 38% y nombró tres ministros de Estado comunistas) era suficiente para la democracia cristiana, entonces Falange Nacional. Por lo demás, en la última campaña presidencial chilena tanto el candidato de la derecha, don Jorge Alessandri, como el Partido Nacional expresaron en forma pública, solemne y reiterada que “el Congreso Nacional tenía la obligación moral de elegir a quien obtuviera la primera mayoría relativa, y que si Allende la obtenía, los diputados y senadores nacionales votarían por Allende”. Fueron tan lejos que criticaron violentamente en el Parlamento y en la prensa al entonces comandante en jefe del Ejército, general Schneider, porque, en una entrevista periodística, manifestó que las Fuerzas Armadas respetarían la facultad constitucional del Congreso de elegir entre las dos primeras mayorías. Lo acusaron de intervención política porque, según ellos, la “tradición constitucional chilena exigía que quien obtuviera la primera mayoría relativa en las urnas debía ser proclamado presidente por el Congreso”. ¡Pero ahora resulta que soy yo el responsable de que el Congreso Pleno haya hecho lo que ellos tan persistentemente sostuvieron durante todo el curso de la campaña presidencial que debía hacer! P.: Los observadores de la política chilena señalan a algunos círculos de -la democracia cristiana como conspirando para producir el derrocamiento del Gobierno. ¿Qué impresión le merecen esas expresiones? R.: Es una falsedad desvergonzada. P.: En el Parlamento se han hecho graves acusaciones por lo que se dio en llamar “el negociado del cobre”; el presidente Allende y diputados de la UP adjudican estas acusaciones a parte de las maniobras electorales, ¿cuál es su opinión al respecto? R.: Su pregunta contiene dos serios errores: no es en el Parlamento donde se inició la denuncia. Tampoco el presidente Allende ha dicho que se trate de una "maniobra electorera". La verdad es que la denuncia pública pidiendo una severa investigación y “castigos ejemplares para los que pudieran estar implicados” la hizo el propio presidente Allende en carta también pública al ministro de Minería. Es obvio que así quiso subrayar la importancia que daba al asunto y la necesidad de esclarecerlo. Algunos pretenden ahora que la investigación se circunscriba solamente a 4 ó 5 extranjeros que aparecen interviniendo. No es eso lo que ordenaba la carta de Allende. El senador Irureta, presidente de la democracia cristiana, habló en el Senado para señalar la necesidad de que la investigación sea igualmente acuciosa respecto de determinados funcionarios chilenos que mantuvieron conversaciones y otros contactos durante varios meses con esos extranjeros, como lo demostró con antecedentes. Son los Tribunales de Justicia quienes estable serán los hechos y las responsabilidades consiguientes: P.: Respecto de las expropiaciones de los campos, legales algunas y forzosas otras, ¿qué puede usted decir? R.: De las expropiaciones legales no hay nada que decir puesto que son legales. Respecto de “expropiaciones forzosas”, supongo que usted se refiere a “ocupaciones de hecho”, contrarias a la ley. No han sido más de 200 o 300 en todo el país, y debe recordarse que en Chile hay por lo menos 300 mil propiedades agrícolas. O sea, menos del uno por mil. En la mayor parte de estas 200 ó 300 “tomas”, los ocupantes restituyeron la tierra a los propietarios después de actuar las autoridades. Sin embargo, en algunos casos, que probablemente no excedan de una docena, es cierto que la “ocupación” ha sido seguida posteriormente por la aplicación de procedimientos legales de expropiación. sin desalojo previo de los ocupantes. Las “tomas de tierras” son ilegales y ciertamente perjudican al Gobierno, el cual, en las últimas semanas, está comenzando a detener a los dirigentes responsables enviándolos a la Justicia Ordinaria para que sean sancionados. P.: Por favor: haga usted un sintético panorama actual socio-económico de Chile y de los resultados de la próxima elección municipal. R.: Creo que la democracia cristiana continuará siendo el más poderoso de los partidos políticos chilenos y que conservaremos el 28 % que obtuvimos en la elección presidencial, con posibilidades aún de subir más. Pienso que, por su parte, la Unidad Popular aumentará en forma importante su votación. Tal como lo demostró la elección presidencial, la gran mayoría de los chilenos es de izquierda y están conscientes de que la vieja institucionalidad de base social minoritaria y la economía capitalista han llegado en Chile al límite de sus posibilidades, son incapaces de dar respuesta a los problemas fundamentales del país y son la causa primaria del subdesarrollo, la frustración y la dependencia económica. Las “experiencias” duran ya medio siglo, al cabo del cual y a pesar de la inmensa riqueza potencial del país el pueblo sigue víctima del subdesarrollo y sus amargas consecuencias; la cesantía mantiene permanentemente sin trabajo a centenares de miles de chilenos; la economía chilena sufre una de las más altas tasas de inflación del mundo entero; el endeudamiento externo es tan gravoso que cada chileno al nacer debe ya más de 200 dólares al extranjero; se acelera el proceso de desnacionalización de la industria y el comercio antaño chilenos, etc., etc. Para luchar contra todo esto no es necesario ser marxista. Se puede ser cristiano y creer en los valores democráticos sustantivos y luchar resueltamente en contra del capitalismo, del neo-capitalismo y del imperialismo y por nuevas formas institucionales y sociales en que el poder descanse en las mayorías organizadas y no en las minorías tradicionales que se autogeneran indefinidamente como clase gobernante en tantos país s de nuestra América. Ese fue el sentido de mi candidatura presidencial y es la razón de ser de la llamada “Izquierda Cristiana” en Chile. Sobre esa plataforma, a pesar de ir la democracia cristiana aislada en un país con 10 partidos políticos, obtuvimos 826 mil votos en 1970, contra 710 mil que habíamos logrado con 200 candidatos a diputados y sanadores en las parlamentarias de 1969, cuando todavía figuraron como candidatos demócratas cristianos y obtuvieron 115 mil votos los que después se fueron al MAPU. Esto demuestra la tremenda capacidad de penetración del pensamiento cristiano al servicio de lo que en Chile llamábamos la “revolución chilena, democrática y popular”. Aunque después de la elección presidencial me he retirado deliberadamente a un segundo plano porque no me mueven ambiciones personales y porque creo indispensable que la “generación de reemplazo” asuma cuanto antes las más altas posiciones de autoridad en el partido, sigo convencido que la democracia cristiana no tendrá ningún destino en Chile o en América latina, sino en la medida en que se identifique con el pueblo y sus intereses, aspiraciones y necesidades. Cualquier vacilación en este compromiso fundamental nos dejaría fuera de la historia irrevocablemente. __________________ recuadro en la crónica CURRICULUM Salvador Allende nació en Valparaíso en 1908. Su abuelo, Ramón Allende Padin, fue el creador de la escuela laica chilena, Gran .Maestre de la Masonería. Hijo de un abogado. Su niñez la pasó en Tacna, vivía al lado del Regimiento Lanceros; muchas veces saltó el muro del cuartel para ver a las tropas en sus prácticas. En 1918 la familia se afincó en Iquique, reducto salitrero. En 1922 “descubrió” a la izquierda. Su tesis como médico: “Higiene mental y delincuencia”. Militó en el grupo comunista “Avance” (1922) y fuego ingresó en el Partido Socialista. Después de la efímera República Socialista (1933) fue detenido y juzgado por una corte marcial. Estaba preso cuando murió su padre; le dieron dos horas de libertad para que fuera al entierro. Ante la tumba, dijo: "Desde este momento consagraré mi vida a la lucha social”. Fue médico interno en el hospicio y en la Asistencia Pública de Valparaíso. Dentro del Partido Socialista ocupó todos los cargos. Peleó contra el gobierno de Jorge Alessandri: "Monigote de la oligarquía”. Estuvo preso junto con muchos dirigentes gremiales, luego lo confinaron en el puerto de Caldera. Allí cuidó a enfermos. De regreso en Santiago constituyó el Frente Popular. En 1937 lo eligieron diputado, pero luego lo nombraron ministre de Salubridad; era presidente Pedro Aguirre Cerda. Tenia 31 años. Ese año se casó con Hortensia Bussi (“Tencha"), pedagoga. Tres hijas: Carmen Paz, Beatriz y María Isabel. Como ministro de Salubridad dictó el proyecto de creación del Servicio Nacional de Salud enmendó las leyes sobre Seguro Obrero Obligatorio y Accidentes de Trabajo, haciendo efectiva la labor social de ese servicio. Durante el terremoto de 1939 lo llamaban "el ministro de los pobres”. Cuando no se comprendía el flagelo de las enfermedades venéreas, creó centros destinados a combatirlas. Intento la socialización de la medicina, pero no alcanzó a lograrla. Escribió un libro sobre sus experiencias médico-sociales, que mereció el premio Van Buren en 1940. En 1952 fue candidato a la presidencia. Perdió. En 1958 fue derrotado por 30.000 votos. Le ganó Alessandri. En 1955 le ganó Freí. “Habrá que comenzar de nuevo”, dijo: Hoy es presidente. Revista Extra abril 1971 |
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