Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

el hombre que se transformó en mujer
EL EXTRAÑO CASO DEL HOMBRE QUE SE TRANSFORMO EN MUJER

CHARLES McLeod fué varón durante veintiocho agitados años. Al cumplir los veintinueve, era mujer y se llamaba Charlotte McLeod. El hecho de que su cambio de sexo resuelva exitosamente o no su largo peregrinaje en procura de la felicidad y de que la sociedad lo acepte en su seno, está por verse.
En 1953, en Copenhague, se sometió a una operación, crudamente realizada sobre una mesa de cocina para cambiar de sexo. En esas condiciones hubo de llevarse a cabo la intervención ya que los médicos que gozaban de una digna reputación se negaron a atender su caso.
La documentación gráfica que exponemos pertenece a su álbum familiar y da a entender algunas de las razones, tanto psicológicas como físicas, que lo indujeron a tomar tal decisión.
Nació en el estado norteamericano de Tennessee el 26 de febrero de 1925, siendo hijo único. Parecía un varoncito normal, vistió ropas de bebé hasta los quince meses y lo llamaron “el bebé Charles” durante bastante más tiempo del que a él le agradó. A los doce años se enfermó de neumonía y de allí en adelante padeció una larga serie de males. Al llegar a la pubertad su desarrollo físico tomó un curso anormal. No sentía inclinación por los juegos propios de muchachos, y a los trece años se avergonzaba de ir a nadar debido al pronunciado desarrollo de sus pechos. A los dieciséis años, cuando su padre lo obligó a seguir un curso en una academia militar para “hacerlo hombre", se sintió incapaz de soportar los esfuerzos físicos que allí le demandaban. A los veintitrés años le ocurrió lo propio al engancharse en las filas del ejército por un período de noventa días. Ya por entonces su vida era para él un tormento físico. Dos veces Intentó suicidarse, sin conseguirlo. Incluso trató de vivir en una colonia de homosexuales en Nueva Orleans, pero aquello le repugnó. Después que un psiquiatra le aseguró que nada podía hacer en su favor, decidió viajar a Dinamarca en procura de su salvación.
Hoy, echando una mirada a su juventud, Charles McLeod —mejor dicho, Charlotte McLeod— recuerda que jamás se sintió atraído por las mujeres y que sus relaciones con ellas eran las de un hermano o las de un auténtico amigo en quien se puede confiar. Cuando durante la segunda guerra mundial la fuerza aérea norteamericana construyó una enorme base cerca de Driesburgo, se horrorizó al sentirse fuertemente atraído por los soldados allí estacionados. Para probar su masculinidad ingresó en el ejército, pero noventa días después fué dado de baja al reaparecerle una antigua dolencia de riñón. Regresó a su pueblo, donde su padre trabajaba, pero continuó sintiéndose un fracasado. Pasó a Nueva Orleans, ingresó en la colonia a la que hicimos referencia, que abandonó pronto. Después, hizo el viaje a Dinamarca. Allí soportó una operación que casi le costó la vida al ser realizada por un médico de dudosa reputación y en muy precarias condiciones. Posteriormente comenzó a recibir grandes dosis de hormonas femeninas, hasta que la policía le permitió vestir ropas de mujer. Fué entonces cuando un prestigioso cirujano, conmovido por su situación, aceptó completar la serie de operaciones que habrían de determinar su cambio de sexo.
Charles McLeod regresó a Estados Unidos el 16 de abril de 1954 con un pasaporte extendido a nombre de Charlotte McLeod. Cuando llegó la prensa neoyorquina lo recibió de mala manera, pero sus amistades en Driesburgo lo recibieron bien, comprendiendo su coraje al someterse a tantas operaciones. Su padre, antes humillado ante la falta de masculinidad de su hijo, también lo recibió cordialmente. Ahora falta saber si como mujer la vida le dará la felicidad que tanto buscó...
Revista Caras y Caretas
12/1954

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