Mágicas
Ruinas
crónicas del siglo pasado
![]() |
RADIO Y TELEVISION YO QUIERO MENTIR AL PUBLICO... ¿Y USTED? Cuando toda la prensa argentina —en algunos casos con sobriedad y refiriendo el hecho como una simple noticia policial, en otros aprovechando 'la oportunidad para descargar sensacionalismo— había agotado el tema de la pareja Blanes-Suárez y su inesperada inclinación al delito común, la mayoría de los telespectadores creyeron asistir al derrumbe del programa Yo me quiero casar ... ¿Y usted?, en el que la mencionada pareja alegó haberse conocido. Pero esa anónima y perpleja masa ignora hasta qué punto un medio de difusión es omnipotente, y hasta qué punto el público es, pana muchos de quienes dicen respetarlo, a) el origen de sus fuentes de ingreso; b) alguien a quien hay que complacer en sus debilidades, nunca en sus exigencias; y c) una especie de marioneta cuya capacidad de reacción es mínima y controlable. Estas tres premisas impregnaron, el lunes 21 a las 17.30, las palabras con que el animador Roberto Galán, en el programa Matiné en vivo y en directo, intentó explicar el caso de la pareja Blanes-Suárez. En primer lugar, el conductor del programa que forma parejas ante las cámaras quiso emplear una de las técnicas ajedrecísticas de Bobby Fischer, ignorando que para anular al contrincante con un madrugador ataque hay que disponer de una reserva previamente preparada. Su inicial agresión fue dirigida a la prensa en general y a un canal de televisión (no mencionado) en particular. Acusó a dicha emisora de intentar copiar el programa (detalle que habrá horrorizado a más de un oyente), de haber declarado que la pareja de recién casados se conocía desde hace nueve años, que ambos registraban un primer matrimonio con otras personas, y otras intimidades. Con unas hojas de papel que de tanto en tanto consultaba, intentó desmentir cargo por cargo tratando de dar una imagen ordenada y efectiva de su defensa; pero todas las explicaciones navegaron en un mar de imprecisión. Por ejemplo, dijo que los novios habían contraído matrimonio en un registro civil y en una iglesia y que no se podía comprometer, con la acusación, a las autoridades civiles y a la Iglesia Católica; también explicó que la denuncia sobre el pedido de captura de la Blanes por un delito anterior a su casamiento, era una afrenta para la Policía Argentina, que no es tan ineficaz como para no localizar a un delincuente que se exhibe por TV. En cuanto al origen de todo el escándalo —el cheque correspondiente a una cuenta cerrada con el que Suárez pagó en una joyería un anillo de 250.000 pesos viejos—, Galán dijo textualmente (y es de esperar que hubiera a esa hora muchos niños y adolescentes frente al televisor): "No hay que rasgarse las vestiduras ante el hecho de que se haya presentado un cheque sin fondos. En la Policía Federal hay 200.000 pedidos de captura por entrega de cheques sin fondos”. A lo que siguió la siguiente, irreal y elaborada explicación: "Guillermo Suárez recibió como pago de tres matrices que hizo para una persona que viajó al exterior, un cheque, con ese cheque, endosado por él, pagó el anillo. El delincuente no es Suárez sino quien le dio el cheque que no tenía fondos”. Ante estas revelaciones, hechas junto a Andrés Percivale y Valentina, la veterana chismógrafa asentía con verdadera pasión, mientras Percivale, discretamente, se limitaba a oír y a emitir de tanto en tanto algún comentario no muy comprometedor. El fue, justamente, quien debió anunciar que en el canal se encontraban Margarita y Guillermo acompañados de la Dra. Lupi, abogada de la pareja. Galán prometió, antes de un corte comercial, que la pareja se presentaría ante las cámaras y que ésa sería una prueba definitiva de la inocencia de ambos, ya que si tenían captura recomendada, no podía ser que estuvieran allí en el canal. Pasado el corte comercial, Galán se dispuso a relatar el segundo acto del drama, es decir, la historia del marca-pasos solicitado por la Blanes. Aclaró que todo el dinero reunido en la colecta pública sería devuelto "ante escribano público” o donado a una institución benéfica; que todavía no se había probado que Margarita necesitara el marca-pasos, porque en el preciso instante en que un médico del canal se disponía a examinarla, ella se desvaneció y el examen no pudo ser efectuado, pero que si se probaba la autenticidad de la dolencia de Margarita, Teleonce se encargaría de obsequiarle el aparato. También desmintió que la pareja vendiera los departamentos en los que había pasado la luna de miel, porque "...el canal no les regaló ningún departamento..., ¿qué departamento... ?, ¿de qué departamento me hablan ... ? —enfatizaba el decolorado locutor juntando los dedos en un típico gesto peninsular—, ¿cómo van a vender los departamentos si nadie les regaló un departamento ... ?”. Precisamente, según el diario La Razón del viernes 18 y sábado 19, el delito consistió en vender y aceptar dinero en carácter de seña, por un departamento que no era de propiedad de la pareja; si el canal les hubiera obsequiado el departamento o los departamentos, ellos habrían efectuado la operación de venta en términos perfectamente legales. La inútil y lastimosa defensa de Roberto Galán, que incluyó un inoportuno elogio al director del canal, al diario Crónica, a radio Colonia y a la revista Así, concluyó junto con el programa Matiné del día 21; en ese momento se recordó que el conductor cumplía años; hubo champagne, besos, felicitaciones, un efusivo abrazo de Paloma Efrom, alguien que imprudentemente enterró, colaborando en el programa Yo me quiero casar..., medio siglo de prestigio. El público, ese público a quien Galán prometió una explicación "porque lo merece, nos debemos a él, es do único que nos interesa”, ese público a quien este tipo de experiencia seguramente sirve más de lo que Galán cree, se quedó esperando la prometida y no cumplida aparición de los esposos Suárez en el programa. Cuando Galán, semejante a una sufragista inglesa del siglo pasado, dice que muchos resentidos están en contra de su programa porque la unión de esas parejas "mancilla el honor de la familia”, no se equivoca. Pero no es en el sentido de la moralina y los prejuicios que mancilla el honor de la familia, sino en el sentido educativo, formativo, cultural. No porque un casamiento emitido por TV en todas sus alternativas sea inmoral, sino porque especular con esa situación y rodearla de falsas expectativas es lo deformante, lo desvalorizante. La secuela de tantas idas y venidas no pudo ser más insólita. El propio presidente Lanusse citó a su despacho del Comando en Jefe del Ejército, en la noche del lunes 21, a los dueños de los tres canales privados (Goar Mestre, del 13; Alejandro Romay, del 9, y Héctor García, del 11), y les endilgó una filípica sobre la función social y cultural de ese medio, observándoles que, en caso de no levantar el nivel, se aplicaría el rigor de la ley de radiodifusión. Resulta obvio deducir cuál fue el programa causante de esta reunión sin precedentes. Y si bien el presidente, con sagacidad, no invitó a esos personajes a la Casa Rosada, el hecho no deja de ser algo más que inusual: demuestra un estado de cosas frente al cual nadie puede ser indiferente. Gabriela Courréges Revista Panorama 29.02.1972 |
|