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Examen para una política
Universidad“Entre los tests y los cafés, siempre he preferido los cafés”, dijo Julio José Herrera, el miércoles 24 a Panorama. El rector de la Universidad de Cuyo, uno de los colaboradores más allegados al ministro de Educación, Dardo Pérez Guilhou, intentó disipar con una salida irónica el clima de tensión que rodeaba la reunión del Consejo de Rectores, que comenzaría pocos minutos después.
Los responsables de las altas casas de estudios del país se abocaban a examinar la situación universitaria, sacudida por un hecho aparentemente episódico (la reacción provocada por el test aplicado a los aspirantes a ingresar en la Universidad de Córdoba) pero que amenazaba con representar un verdadero examen para la política educacional del gobierno. El rector de la Casa de Trejo, Rogelio Nores Martínez, después de conseguir el aval presidencial a su decisión de limitar la recepción de nuevos estudiantes, declaró su convicción de cumplir los enunciados fundamentales de la Ley Universitaria. El comentario de su colega cuyano señalaba, parabólicamente, una discrepancia con esa tesitura.
El elemento catalítico que crea un enfrentamiento de concepciones a distinto nivel (gubernamental, docente, estudiantil) estuvo dado por la decisión de las organizaciones estudiantiles cordobesas de resistir la imposición del rectorado, que cuestionaba el ingreso directo de 12.680 postulantes. Para “unificar la lucha”, fueron convocadas dos reuniones nacionales. La primera, llamada por la Coordinadora de Agrupaciones Universitarias de Córdoba, deliberó en el local de la CGT local, el viernes 21 por la tarde. Convocada por la denominada línea nacional (Integralismo, FEN, Frente Estudiantil Nacional, y AUN, Agrupación Universitaria Nacional) recibió el concurso de un millar de jóvenes de distintas y, por momentos, encontradas tendencias. Razones de táctica y aun de principios ideológicos (ver recuadro) enfrentaron a nacionales y al bloque de izquierda marxista. Cánticos partidistas y consignas de lucha concluyeron con algunas reyertas a puño limpio y con dos bandos que gritaban “¡Viva el 17 de Octubre!” y “¡Abajo el 17 de Octubre!” “¡Acción para la Liberación!”. Al abrigo del choque, se diluyeron las perspectivas de una lucha masiva contra el test de Nores Martínez. Al día siguiente, sábado, a las 15, la Federación Universitaria Argentina (línea marxista) reunió a unos 500 alumnos en el comedor universitario. Unos y otros, por fin, decidieron resistir la prueba eliminatoria con acciones callejeras. El lunes 23, la ciudad amaneció cargada de presagios de tormenta: 5.000 policías (provinciales y federales) custodiaron los locales de recepción de los exámenes. Simultáneamente, en las calles céntricas, la Av. Vélez Sársfield y Deán Funes, surgían barricadas, de las que partían hacia los efectivos de represión, cantos alusivos y pedradas. Gases lacrimógenos y bastonazos se constituyeron en la réplica que introdujo, además, la nota trágica: un agente (Francisco Santa Cruz) cayó muerto como consecuencia del disparo efectuado por un compañero. Una versión afirma que la causa fue accidental; otra, que se debió a un balazo destinado a un estudiante que huyó al ser conducido hacia un carro de asalto.
Pero al caer la tarde, la normalidad, apenas interrumpida por incidentes minúsculos, señaló claramente que la balanza se inclinaba en favor de Nores Martínez. Las cifras de presentación de ingresantes, también: 9.028 alumnos, sobre un total de 12.680 postulantes. Esa misma noche, el rector dio muestras de insospechada flexibilidad, al anunciar que disculparía a los ausentes en mérito a la violencia de la jornada e invitándolos a concurrir al día siguiente. Mil estudiantes se plegaron a la exhortación. El número de más de 10.000 marca el triunfo de Nores: el porcentaje normal de examinados nunca había sobrepasado el 80 por ciento.

Universidad¿Sólo un primer round?
“Nores nos ganó el primer round. La campana del segundo sonará cuando se conozcan los resultados de la prueba”, confió a Panorama uno de los dirigentes universitarios.
Mientras tanto, en la Capital Federal, también hubo esporádicas protestas contra el examen de ingreso. El punto más alto de agitación se localizó en la habitualmente tranquila Universidad Tecnológica Nacional. Allí, 3.500 inscriptos daban de narices contra una angustiosa realidad: el cupo de ingresos dejaría no menos del 75 % sin aula. También en la Facultad de Arquitectura el miércoles 25, un par de centenares de alumnos ocupó el edificio durante poco menos de dos horas. El decano de Filosofía, Ángel Castellán, demostró cierta ductilidad: renunció al examen limitativo y estableció un curso de 11 semanas, a partir de marzo. Aunque la medida alivió la tensión del alumnado, éste se mantiene firme en su decisión de reclamar el ingreso automático.
El jueves, a mediodía, una asamblea estudiantil realizada en el aula magna de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Plata obtuvo una definición del titular de esa casa de estudios, Roque Gatti. Convocará a una reunión de decanos para considerar la situación planteada. Sólo en ese momento se permitió al presidente universitario retirarse del local.
En el resto de las universidades nacionales, el ingreso de alumnos no se ha convertido aún en tema conflictivo. Al parecer, en La Plata y en Rosario no habría pruebas limitacionistas. En Tucumán y Salta (impera la línea Pérez Guilhou) es probable que el examen de ingreso se aplique sólo en Medicina, Ciencias Económicas, Ingeniería y Arquitectura. Pero las actividades universitarias comienzan allí recién este mes. Hasta entonces los estudiantes podrán planificar su estrategia, acumulando las experiencias de sus compañeros cordobeses. En Cuyo y el Sur, la existencia de cupos no ha alcanzado a exasperar al alumnado.

El discutido test
Panorama indagó en el marco docente cordobés sobre las características del controvertido test. Juan Carlos Águila (director del Instituto de Sociología local) lo caracteriza como “un instrumento improvisado de una política universitaria inorgánica. Y, además, una continuación de la Ley Universitaria que no innova en nada de lo que la universidad necesita, soslaya su autonomía, limita, centraliza académicamente y niega toda participación estudiantil en las decisiones”.
En la otra acera, opina Carlos Laguinge (profesor de Psicología General; ex asesor de Nores Martínez): “La universidad tiene un nivel propio, superior. No puede ser elemental. Las críticas al test intentan borrar esa diferencia. El límite está dado por las necesidades del país. Para mí, lo importante es inaugurar un curso preuniversitario de un año, que sirva como orientación vocacional y que sea un mecanismo de selección de los más aptos para las carreras necesarias al desarrollo del país”.
La enseñanza superior universitaria argentina, sistemáticamente cuestionada por su ineficiencia, presenta particularidades distintivas. En la actualidad se destaca su elevado número de matrículas. Entre los jóvenes de 19 a 24 años, el 5 % se incorpora a la enseñanza superior, lo que representa el 1 % de la población total del país. Sólo Estados Unidos, URSS, Nueva Zelandia, Australia y Holanda superan esa cifra porcentual. En el término 1959-68, casi se han duplicado los egresados de las distintas carreras: 3.683 y 5.952, respectivamente (Univ. Bs. As.). No obstante, la relación de ingresantes, en los mismos años, señala nimia diferencia. Fueron 12.250 en 1958 y 14.000 en 1968. A partir de 1957 se instauró definitivamente el examen de ingreso, que había quedado suspendido en 1953-54. Ese año comienza la selección por medio de los cupos. Mientras hasta entonces entraban a la universidad alrededor de 20.000 alumnos, después la cifra se establece en 14.000. Pero el drama de la enseñanza se vislumbra con más claridad en las estadísticas de la enseñanza media: en 1958 egresaron 59.627 alumnos; en 1968, 100.000. El ingreso universitario, a nivel nacional, se estima en el orden de los 25.000 alumnos. Menos de la mitad de lo establecido por el Consejo Nacional de Desarrollo como cuota óptima para promover el desarrollo científico y tecnológico del país: 54 % del caudal secundario. Paralelamente, desde 1939 sólo fueron abiertas tres universidades del Estado: Nordeste, Sur y Rosario.
Entre las soluciones previstas, los técnicos se inclinan por dos proyectos. Uno, ya añejo, consiste en crear carreras universitarias cortas e intermedias (1 y 2 años) con posibilidades de acceder a otras de mayor nivel académico. Otro, cuyo autor es el doctor Alberto Taquini (h.), propicia la creación inmediata de cinco universidades estatales.
Pero no basta con levantar estructuras físicas. Es necesario mejorar la calidad pedagógica del profesorado. Sólo el 14,6 por ciento de los docentes dedica entre 35 y 45 horas semanales a la preparación de cátedras, investigación, actualización de programas y planes de estudio. El 81,5 % ejerce la docencia en varios establecimientos y la alterna con trabajos de otra índole.
El rector de la Universidad de Buenos Aires, Andrés Santas, tiene opiniones precisas: "Es necesario que entendamos que a esta altura todavía tenemos que enseñar a los profesores. Por ello, nuestra política se centra en el próximo período en una integral reforma pedagógica, creando departamentos de educación y comisiones curriculares en cada facultad. Además, para la formación del personal docente iniciaremos una tarea extensa de actualización educativa”.
La reestructuración universitaria se orienta sobre bases filosóficas definidas: la especialización y el entrenamiento intensivo. Esto significa, fundamentalmente, aplicar un criterio proclive a la vinculación de la universidad con la compleja y cada vez más dilatada empresa moderna, a fin de cumplimentar sus requerimientos de personal técnico y científico.

Un problema complejo
UniversidadEl problema universitario no es simple. Por el contrario tiene varias aristas, ríspidas y difíciles de manejar. En ese marco de referencia, el limitacionismo no es más que un aspecto entre otros de
una situación de crisis. Carlos Rébora, ex decano de Arquitectura de Córdoba (separado en el 66 por la intervención) opina que "el examen de ingreso es incidental y no problema de fondo. Es un síntoma del clima imperante, del desgobierno universitario. Es necesario el ingreso automático, pero sobre todo, reformar la enseñanza media, creando vocaciones técnicas y científicas”.
Reflejando directamente la opinión del equipo Pérez Guilhou, Emilio Fermín Mignone, subsecretario de Educación, analizó ante Panorama la situación de la universidad nacional. Sus pronósticos y planes a corto plazo se dirigen "a concretar los lineamientos terminados de elaborar. Lineamientos que serán presentados al presidente y comprenden la creación de nuevas universidades”.
Mignone estima que es necesario tener en cuenta que el país vive un boom universitario: hay un deseo masivo de incorporarse a la enseñanza de más alto nivel. La universidad debe crecer y estructurarse de manera de poder recibir ordenadamente a todo ese caudal humano.
"Para ello —subraya— se instrumenta una política no limitacionista, para superar la actual situación que congela el número de aspirantes a la uní-verdad en los últimos años. Uno de los arbitrios es crear nuevas carreras cortas. En lo que hace a los problemas estudiantiles, pienso que lo sucedido en Córdoba tuvo un efecto disuador. Un trago amargo, pero necesario.”

Recuadro en la crónica_________
TENDENCIAS
La batalla entre estudiantes y autoridades de la universidad no reconoce —si bien se mira— frentes monolíticos. Tanto el sector oficial como la oposición universitaria se hallan divididos en función de líneas, objetivos, tácticas disímiles.
Entre los rectores pueden advertirse por lo menos dos líneas: una, encabezada por Julio José Herrera, de la Universidad de Cuyo ("que sigan luchando”, fue su mensaje a los estudiantes el miércoles último). Representa de la manera más fiel el criterio del ministro Pérez Guilhou que aspira a encontrar formas de diálogo entre alumnos y maestros, evitar escozores y enfrentamientos. (Adscriptos—no sin matices—a ese punto de vista: rectores de La Plata, Tucumán, Buenos Aires, Sur.)
En el polo opuesto, el personalísimo rector de Córdoba, Rogelio Nores Martínez, parece menos interesado en el diálogo que en mantener firmemente el principio de autoridad como base de su gestión. Su política suele recurrir, para manifestarse, a la ayuda policial antes que a la conversación amigable con sus discípulos.
Los estudiantes, por su parte, se agrupan en tres bloques principales: la línea nacional, la izquierda marxista y los liberales.
a)La línea nacional: reconoce varios matices. El peronismo nacionalista se expresa a través del Integralismo. El marxismo peronizante lo hace por medio del FEN (Frente Estudiantil Nacional). La izquierda nacional tiene su propio sello: AUN (Agrupación Universitaria Nacional) mientras la Liga Humanista representa un conglomerado de peronistas, nacionalistas y socialcristianos.
Los líderes nacionales Carlos Azócar (24), Hernán Pereyra (23), Raúl Bianconi (21) y Carlos Abrehu (26) coincidieron en "repudiar el test limitacionista”, "adherir a las luchas del movimiento obrero peronista” y en preferir la unidad en la lucha antes que la adhesión a organismos de nuevo o viejo cuño. Esta tendencia no convocó al boycot abierto contra el test sino a la resistencia activa, canalizada a través de asambleas en los lugares de examen, dejando en libertad de acción a sus militantes en caso de que la mayoría —como ocurrió— decidiera rendir la prueba.
b)La izquierda marxista: es un mosaico de grupos, sectas y capillas. El sector mayoritario, que responde a la dirección de la FUA es el FAUDI (Frente de Agrupaciones Universitarias de Izquierda). Tiene "secciones” en distintas universidades. La más fuerte fue bautizada CIU (Corriente de Izquierda Universitaria) y coexisten en ella comunistas revolucionarios, anarquistas e intelectuales de la revista cordobesa Pasado y Presente. El resto es trotskysmo: distintos sectores de esta ideología reinan sobre las siguientes siglas: Federación de Estudiantes Secundarios, Avanzada, Tendencia Antiimperialista Revolucionaria, Movimiento Antiimperialista Programático, etcétera.
En este rompecabezas algunos están de acuerdo con la FUA, otros no. Las tácticas frente al test tampoco fueron idénticas: la FUA indicó a sus huestes que quemaran la papeleta examinadora, los trotskystas prefirieron el boycot.
c)Los liberales: Franja Morada (que responde al radicalismo del Pueblo) y la Federación Universitaria de Córdoba (un sello de goma que está en manos del partido Comunista tradicional). El auge de estos sectores durante la primera etapa de la resistencia al test (organización de cursillos) desapareció más tarde: no pudieron resistir la gimnasia callejera de los nacionales y la izquierda.
PANORAMA, MARZO. 3, 1970
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