Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

tita merello
Tita Merello
Llamarada pasional
Gardel tuteló su debut en el Maipo. "Nunca fui linda, pero siempre fui yo misma. El pasado, que se quede atrás y para siempre.
De la vieja ola, pero con la nueva. "Lo mismo que a usted"


Tal vez sea el habitante de Buenos Aires que con más propiedad y frescura maneja el lunfardo. El departamento amplio, bien iluminado, de Callao y Santa Fe, carece en absoluto de recuerdos. Y de bibelots. Tita los odia. No dirá jamás que ha nacido el 11 de noviembre de 1904, pero en cambio recordará con agria melancolía el lugar de su nacimiento: Magdalena, cerca de La Plata. Le gusta más hablar de su adolescencia en San Telmo, "en un conventillo de la calle Independencia", donde hay derecho a suponer que cantó sus primeros tangos.
—Gardel estuvo presente cuando debuté en el Maipo, en una revista que se titulaba “Mujeres, flores y alegrías". Yo sabía que estaba y me temblaban las rodillas cuando salí al escenario a cantar "Pedime lo que quieras", un tango de Juan Caruso. Era en el invierno de 1927. No le gustó mi manera de cantar. Por lo menos, eso es lo que me dijeron algunos amigos comunes...
—Sin embargo hemos recogido testimonios según los cuales Gardel le tenía una especial simpatía.
—Nos hicimos amigos después, al encontramos casualmente en una radio. Y él vino a verme en un sainete, donde actuaba, además de cantar. Vino a saludarme después y me besó la mano. No recuerdo las palabras textuales, pero me dijo algo así como "En la escena crecés, negrita. Te felicito de alma".
Después enciende un cigarrillo y agrega significativamente:
—Nunca fui una mujer hermosa, pero siempre fui Tita Merello: en las buenas y en las malas.
—Y a Gardel, ¿cómo lo definiría?
—Si se definía solo, ¡che! Hay que oírlo cantar y basta.
Yo lo quería porque era respetuoso con las mujeres, porque cuando te daba la mano vos podías sentir que era un gesto verdadero, sincero. Otra cosa: hay una diferencia muy grande entre ser simpático y querer serlo. Que yo sepa, Carlos no se hacía el simpático, lo era, y muchas veces a pesar suyo.
—¿Hubo entre ustedes algún enojo, algún mal entendido?
—Y si lo hubo, ¿qué importancia tiene? Era un hombre al que yo respetaba, y un artista que me podía hacer llorar, ¿entendés?
No muy segura de que el cronista haya entendido, Tita abandona todo intento de explicación.
—¿El cine? Bueno, en definitiva es el cine lo que me dio cierta trascendencia. Filmé “Tango”,en 1933. Mi primera película. Hace poco volví a verla en una cinemateca, y se me corrían unos lagrimones de este tamaño. No, no creo. Gardel no pudo haberla visto. Cuando se estrenó en Buenos Aires, él estaba en Europa.
Decididamente, el pasado no es el tema predilecto de Tita Merello. "La negra Sofía Bozán ha sido la mujer más mujer que haya pisado un escenario en Buenos Aires", afirma. Y luego: "Ignacio Corsini era más buen mozo que Gardel". Pero ninguno de estos recuerdos tiene la propiedad de arrancarle una sonrisa. En cambio, basta mencionar su última grabación, un long-play en el que se incluye "Lo mismo que a usted", un bolero de Palito Ortega, para que su buen humor retorne chispeante, agudo:
—¡Les voy a dar "nueva ola"! Por otra parte, a mí los chicos nuevaoleros me parecen macanudos. Son buenos profesionales, no son amanerados, tienen sentido de la responsabilidad.
Tal vez lo diga por Palito Ortega, que hace poco le rindió un público homenaje de admiración, cuando abandonó de un salto el escenario del Luna Park, donde lo aclamaba una multitud, para besarle la mano.
—Ese chico es como yo: viene de abajo, ha peleado mucho. También es como Gardel, un tipo simpático a pesar suyo.
—Los dos, alguna vez, le besaron la mano para testimoniarle su admiración...
Se queda un instante pensando ―ella, que siempre tiene a
mano una respuesta ingeniosa—y se encoge de hombros: no puede saberse ya en qué piensa. Después recuerda que ha charlado demasiado, que tiene que volver a un ensayo de Canal11, que tiene que prepararse porque en estos días comienza la filmación de "Vieja Ola", dirigida por Enrique Carreras. Dentro de poco cumplirá sesenta y un años, y ha conquistado desde hace mucho la virtud de ser perpetuamente joven.

Revista Atlántida
junio 1965

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