Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

Un siglo de revistas argentinas (Argentina, 1950)
UN SIGLO DE REVISTAS ARGENTINAS
POR MARGOT GUEZÚRAGA
Si hojeamos revistas del siglo pasado y de principios del presente —en cuyas páginas ya palpitaba la nación en marcha—, no podemos evitar que rían nuestros ojos y sonrían nuestros labios. Es como volver las hojas de un viejo álbum de familia: figuras del pasado, trajes de museo.
Así nos pasa ahora, con las revistas antiguas, ante su deficiente presentación gráfica: es lo que va del daguerrotipo al fotocolor; de los prietos grises a la impecable proporción tipográfica. Pero, mal o bien impresas, en sus páginas quedaron huellas de escritores que templaron con su pluma las virtudes cívicas argentinas.
Desde “La Ilustración Argentina”, fundada en 1853 por el periodista español Benito Hortelano, llegado poco antes al país, donde alcanzó nombradla en su profesión y en el ramo editorial, hasta esta densa y variada “Argentina” que el lector tiene ahora bajo su vista, ha transcurrido casi un siglo. ¿Qué ha ocurrido durante ese tiempo en el campo de las revistas del país?

DE “LA ALBORADA” A “LA QUINCENA”
Después de la de Hortelano, otras revistas ilustraron aspectos diversos de las actividades intelectuales de la nación. Las hubo literarias, con preferencia, de artes, ciencias, teatros, modas. “La Alborada”, “Artes y Letras”, “Crónica Teatral”, “Iris”, “La Quincena”, aparecidas entre 1868 y los años finales del siglo, fueron las que se destacaron más. En ese período, Buenos Aires vió circular revistas vinculadas a nombres ilustres: “El Progreso”, de Sarmiento; “Nuevas Revistas”, de Vicente G. Quesada; “Revista Argentina”, de José Manuel Estrada; “Revista Científica y Literaria”, de Calixto Oyuela; “Revista de Derecho, Historia y Letras”, de Estanislao S. Zeballos. En esas páginas volcaron o nutrieron su espíritu tres generaciones .de porteños, muchos de los cuales fueron ilustres más tarde.
En ese período alternaron con las literarias o de “intereses generales” —como era común leer debajo del título de algunas de ellas—, las de temas serios. Carlos E. Pellegrini, pintor y dibujante de mérito, fundó la “Revista del Plata”, y en ella, en 1853, encaró los problemas económicos del momento con profundo conocimiento de la materia y amplia visión del porvenir brillante que aguardaba a la nación. Y como complemento de esa época de florecimiento literario, no está de más recordar que también aparecían revistas dedicadas a las faenas rurales: “La Campaña” y “La Campaña Argentina”, ambas publicadas entre 1883 y 1888. Luz de candil si las ponemos, por ejemplo, frente a la enciclopedia que es “La Chacra” de hoy, pero igual en su aliento estimulador de la industria agraria nacional.
Todas las revistas que siguieron a “La Ilustración Argentina” de don Benito Hortelano tuvieron vida breve, algunas, y efímera, otras. Con ritmo natural, fueron reemplazadas por las que encontraban cada vez campo más propicio para subsistir. En 1892, una casa editora porteña dió una lista de catorce revistas en curso de publicación, entre ellas la “Revista Nacional”, de Carlos Vega Belgrano, y “Revista Científico-literaria”, de Manuel J. Aparicio.

REVISTAS DE EDUCACIÓN
La educación fué tema exclusivo de no pocas revistas de aquel tiempo. Salió la “Revista de la Biblioteca Pública”, de alta calidad literaria, en cuyas páginas recogen valioso material no pocos investigadores de nuestros días. A fines de la década del 50 aparecían no menos de diez revistas de carácter educacional, entre ellas, “Anales de la Educación” y “El Monitor de la Educación Común”, que sigue publicándose.
Y, para cerrar este período, que llamaremos antiguo, vale la pena recordar la
“Revista de Paraná”, fundada por Vicente G. Quesada en 1861, cuando la actual capital de Entre Ríos era asiento del gobierno de Urquiza, y “El Correo del Domingo”, de los hermanos Gutiérrez, que publicó la crónica de la guerra del Paraguay.

La Presentación Moderna
Puede señalarse como punto inicial de la revista argentina moderna la aparición, en 1898, de “Caras y Caretas”, fundada por Eustaquio Pellicer, Manuel Mayol y Bartolomé Mitre y Vedia y cuyo primer director fué el escritor costumbrista José S. Alvarez (Fray Mocho). Este semanario se popularizó rápidamente por la variedad de los temas que trataba, su profusa ilustración y la intención amena de sus caricaturas políticas, debidas a dibujantes tan notables como Manuel Mayol y José María Cao. “Caras y Caretas” reflejó en sus páginas casi medio siglo de vida argentina y constituyó en su tiempo una expresión de arte literario y gráfico. El color, como elemento habitual de la impresión, apareció en esta revista.
Quizá no esté de más señalar aquí que la caricatura política, que fué el fuerte de “El Mosquito”, de Stein, y del “Don Quijote”, de Sojo, reverdeció, ganando en intención y en finura, en “Caras y Caretas”, para desaparecer con ella, hace una década.
Acompañaron a “Caras y Caretas”, en diferentes períodos de su vida, otras revistas de actualidades. “Vida Moderna”, ágil y amena; “Papel y Tinta”, vislumbre del clásico “magazine” francés, muy en boga entonces: cuentos, notas, variedades y alguna novela más o menos larga.
Detengámonos un poco, en esto. “Papel y Tinta” no prosperó, porque el público no estaba habituado a los cuentos, ni mostraba interés por ese género literario. Años después “Austral Magazine”, con más cuerpo y más movido que “Papel y Tinta”, con ciento veinte páginas a veinte centavos, tampoco marchó. Tres lustros más tarde, “Leoplán” fué éxito desde el primer día. Las revistas que circulaban, más en armonía con los progresos de las artes gráficas, y el hábito de la lectura que había estimulado en la mujer porteña la profusión de publicaciones de temas femeninos, crearon el clima en que apareció “Leoplán”.
Otra comprobación de que la oportunidad influye substancialmente en una publicación nueva, es la que se refiere a las totalmente humorísticas. La editorial Haynes lanzó hace años una revista de ese tipo: “Don Goyo”, bien hecha, por cierto. Luchó desesperadamente por imponerse, pero sucumbió no obstante el respaldo financiero de la empresa que la editaba. En nuestros días, varias revistas puramente humorísticas triunfaron desde su aparición.

La Revista Familiar
“Para la Mujer y la Familia” puede ser el lema distintiva de una variante del periodismo de revista. “El Hogar” rompió el fuego en 1905, con un formato de la mitad del actual y más páginas; Respondía plenamente a su nombre: costura, modelos, consejos para la belleza, tejidos, cocina, vida social y todo cuanto puede servir para el cuidado y manejo de un hogar. Luego cambió de formato y modalidad, mientras aparecían otras dedicadas al hogar y la mujer.
Pasando por alto las revistas actuales de no muy lejana fundación, terminaremos destacando las publicaciones de gran jerarquía artística o de lujo, cuyo primer paso fué “Plus Ultra”, editada por “Caras y Caretas”, “Atlántida”, distinguida por su carácter social, y esta “Argentina”, que es distinta.

Revista Argentina
01.02.1950
 

ir al índice de Mágicas Ruinas

Ir Arriba