Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

radicales en córdoba
CORDOBA
AMERICA PARA LOS RADICALES
Difícil, contradictorio, paciente y arisco a la vez, el radicalismo de Córdoba suele ofrecerse en los instantes de reactivación ideológica, como la antítesis, o al menos la oposición, de sus pares de Buenos Aires. El esquema no es nuevo. Muy bien lo sabía y lo aplicaba Amadeo Sabattini y, por qué no, el propio Arturo Illia, escasamente dispuesto a compartir con Ricardo Balbín la experiencia que los militares derribaron en 1966.
Abierta la posibilidad electoral, los radicales de Córdoba han puesto en marcha su reconocido aparato, que conservaron casi intacto en toda la provincia. De nada valieron algunas deserciones lugareñas, ante los ofrecimientos de la extinguida Revolución Argentina; pese a todo, el aparato se mantuvo y al parecer se dispone a funcionar. La actualización del viejo partido parece un hecho. Al menos si se lo juzga localmente por sus actitudes políticas cotidianas, y por el pensamiento expuesto en lo que se llamó el Documento de La Cumbre, alumbrado trabajosamente, cuatro días antes del estallido de Mayo.
Allí, en ese trabajo, puede atisbarse el pensamiento radical, ansioso de una nueva plataforma, que sirviera como actualizada continuidad a la que dieron en Avellaneda. Moisés Lebehnson y los suyos.
Esa lucha del pensamiento parece haber descendido ahora al más áspero enfrentamiento de tendencias.
El mapa interno del radicalismo cordobés parece definido en dos nucleamientos de diferente peso: por un lado —y se aprecia como el de mayor solidez-— quedó constituido el denominado Movimiento Nuevo y por otro lado se agita lo que algunos insisten en llamar la derecha del partido, cobijado en el nombre de Movimiento de Renovación y Doctrina.
En el primer grupo, Eduardo Angeloz, Víctor Martínez, Ramón Mestre, Arturo Gallegos, aparecen como sus propulsores. El movimiento nuevo resultaría algo así como el centroizquierdis-mo radical. La suma no parece despreciable ya que se les adjudica la mayoría en Capital y provincia.
Mientras, Horacio García, un ex diputado nacional adscripto al balbinismo, insiste en liderar a la fracción Renovación y Doctrina, apoyado por Luis Urtubey, Hernán Balbona y el escribano Zamanillo, titular del bloque provincial de diputados. A éstos se suma el sector de la juventud en el que milita Eliseo Hormaeche, un furibundo antiperonista.
Al margen de ambos sectores, se observa a otros grupos juveniles inclinados a la izquierda, con notorias adhesiones a la denominada línea combativa. Por allí, triscan especialmente los adeptos al Movimiento de Resistencia Radical, quienes no titubearon en impugnar al núcleo de centro-izquierda a cuya declaración de principios calificaron de “tibia declamación antiimperialista”. Sin embargo, puestos en la opción electoral interna, se cree que sus votos irían a engrosar las filas de Angeloz como una forma de oponerse a García.
De cualquier forma, el Movimiento Nuevo, para el cual se barajaron otros nombres, entre los que se incluía, por ejemplo, el de “Liberación Radical”, parece afirmarse en la lucha interna.
Se cree que el porcentaje mayor de adhesiones les pertenece, aunque sus adversarios señalan, en cambio, que las huestes de García están bastante afianzadas en el Departamento Capital. Para respaldarlo, el movimiento “Las Catorce Seccionales” puede servir de algún modo.
Lo cierto es que la afiliación ha respondido, admiten los dirigentes radicales: sólo falta probar ahora en la contienda electoral interna el valor de cada uno.
Por supuesto que el sacudón del Cordobazo se ha hecho sentir en la mayoría; prácticamente nadie desconoce esa influencia en la nueva actitud radical, aun cuando su documento de La Cumbre fuera anterior a la explosión social de 1969.
Esa filosofía se desprende del manifiesto con que el Movimiento Nuevo se lanzó a la liza. Un lenguaje descarnado, a ratos ampuloso, vaticina algo distinto para la América del nuevo tiempo. No obstante hay quienes creen adivinar que en algunos párrafos del manifiesto se ve la influencia del desaparecido Santiago del Castillo, a algunos de cuyos escritos habrían recurrido los nuevos militantes. Más aún, suele afirmarse que la prosa parece surgida de la publicación radical de la década del 40 llamada Hechos e Ideas.
Lo cierto, además, es que el nuevo documento contó con la aprobación de Arturo Illia, a quien le habría sido sometido previamente el texto. El ex Presidente señaló que ese lenguaje era adecuado y que había que insistir con el mismo. En el papel, los radicales enuncian un programa de Reparación Nacional, al tiempo que se afanan en destacar que “resulta imperioso retomar el itinerario de la Revolución Americana”'.
Propugnan también una “auténtica justicia social, sin sacrificio de la libertad”. No paran ahí los deseos radicales: en otro párrafo terminan por definirse: “Una gran elección es la consigna. Juego limpio es el reclamo”. Mientras, los jóvenes rebeldes se empeñan en recordar algunas definiciones del radicalismo cordobés durante el reinado de Ongania. Estas son algunas: “El cambio debe hacerse con los militares, sin los militares o contra los militares”. Más aún: “Entre las elecciones condicionadas y el pueblo, el radicalismo elige estar junto al pueblo”.
Ahora, se ha puesto en marcha la lucha por el liderazgo interno. Pese a todo, se cree que Alfonsín será el reemplazante de Balbín, pese a las aparentes contramarchas. La vicepresidencia estará reservada a un hombre de Córdoba que tenga “menos de 45 años’ (Storani tiene 46), lo mismo que la titularidad de la Convención.
“Si Arturo es candidato yo le salgo al cruce”, habría dicho Ricardo Balbín. Cierto o no, el enfrentamiento entre Illia y Balbín puede terminar en una mutua neutralización. Pocos dudan que el viejo partido, si pretende subsistir, tendrá que adecuar su bagaje ideológico al nuevo tiempo. El mismo que nació y quedó luego como sedimento para el nuevo pensamiento durante los ! hechos del 29 de mayo de 1969.
Y eso en Córdoba parece haberse comprendido, aunque se conserve el aparato partidario y surjan nuevos niveles para la lucha interna. Al fin de cuentas el radicalismo es así. ¿O no?
• PRIMERA PLANA Nº 469 • 25/1/72

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