Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

Pichuco Troilo
Pichuco, siempre Pichuco
"Con Paco de Paola, con Cátulo, “Barquina”, Centeya, a veces Lamadrid, nos juntamos aquí, en este living, para hablar de todo un poco, leer algunos poemas, tocar un rato el bandoneón y, claro, tomarnos unos whiskies. Esa es toda la vida social que hago.” La vida privada de Aníbal Troilo (nacido el 11 de julio de 1914, casado) es parte del folklore vivo de la ciudad. Cualquier canillita de cualquier esquina puede repetir en detalle la historia de las libaciones, las trasnochadas, los desórdenes emocionales de “Pichuco”. También, la de muchos de sus tangos. Porque Aníbal Troilo no es sólo uno de los ejecutantes más perfectos de su instrumento, el bandoneón, ni tan sólo uno de los compositores más fecundos y originales del tango, sino, y sobre todo, un símbolo de un estado de ánimo anónimo y plural. Sus presuntas —y probables— borracheras no hacen sino acentuar los caracteres bohemios, hasta románticos de su imagen.
Debutó de pantalón corto, a los 14 años —en 1928— en la orquesta de Julio de Caro. Había recibido lecciones de Juan Amendolaro (1877-1937), en el barrio del Abasto (Troilo nació en la casa de la calle Soler 3280, donde aún vive su madre, Felisa Bagnolo, 80 años de edad). Pero antes, a los doce años, realizó algunas actuaciones en la confitería de Córdoba y Pueyrredón, integrando una orquesta... de señoritas. En 1929 integró un conjunto en el que se suceden los nombres famosos: Juan Carlos Cobián, Juan Maglio “Pacho”, Julio y Francisco de Caro, Francisco Canaro.
—Esa es mi prehistoria. Mi vida comienza en serio en el año 1937. Formé orquesta, lo “enganché” a Fiorentino y debutamos en el Marabú... Y también en Radio Splendid. Por esos tiempos compuse mi primer tango, sobre unos ver
sos de Pascual Contursi: “Mi tango triste”.
También en esa época comienza su fecunda amistad con Homero Manzi y con Cátulo Castillo, autores de los versos de sus dos éxitos internacionales más señalados: “Sur”, con Manzi, y “María”, con Castillo.
Pero, entre los cincuenta y tres tangos de que es autor, Troilo prefiere uno, compuesto una madrugada del verano de 1951, veinticuatro horas después de la muerte de su mejor amigo: “Responso”, dedicado a la memoria de Homero Manzi. Un mes antes, Manzi le había recitado por teléfono, desde la clínica en que estaba internado, los versos de “Sur”. Troilo compuso sobre ellos, en una hora y cuarenta minutos, la música del célebre tango. Luego, también por teléfono, se lo cantó a Manzi.
—Siempre compongo después de leer los versos. A veces, un poema me anda en la cabeza durante meses, y una noche me
siento con el bandoneón, y la música sale sola, como si la hubiera compuesto el instrumento por su propia cuenta.
La enorme popularidad de “Pichuco” —un sobrenombre del que responsabiliza a doña Felisa, su madre— no ha impedido que su orquesta evolucione, desde 1937, hacia la más ortodoxa vanguardia. Astor Piazzolla fue quien compuso los arreglos de su orquesta durante muchos años. Lo reemplazó, hasta hoy, el célebre Julián Plaza (un notorio vanguardista, nacido en 1913, autor de “Melancólico”). Ya en 1937, la inclusión de Fiorentino en la orquesta pareció revolucionaria. Casi todos sus grandes cantores —el mismo Fiorentino, Edmundo Rivero, Floreal Ruiz— fueron resistidos en un comienzo por el público.
—Para mí el cantor es otro músico en la orquesta. Si yo no tocara el bandoneón y no tuviera este papel de lija en la garganta, sería cantor...

Pie de fotos
-La orquesta de Julio de Caro —el más grande creador de vanguardistas— contó con el bandoneón de Aníbal Troilo, Pichuco. “El gordo”, como le dicen sus íntimos, asoma su cara infantil en el círculo.
-Pichuco, con dos grandes amigos y alguien a quien “no aguanta”: los amigos Tita Merello y Cátulo Castillo. También está Héctor Varela.

Revista Atlántida
junio de 1965

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