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Las recetas de los economistas
En los albores de 1972 la opinión de políticos, economistas, empresarios y sindicalistas era unánime cuando se trataba de diseñar un mapa con las líneas de la economía argentina. Al margen de algunos matices, el esquema básico coincidía; la crisis revelaría los siguientes riesgos: elevado crecimiento de precios, déficit del balance comercial, fuerte endeudamiento externo, incremento del número de desocupados; en fin, las enfermedades que azotaban históricamente a la Argentina se coaligarían para agravar la débil salud económica del país.
Durante los primeros días de 1973 se pudo comprobar que las expectativas de los llamados factores de poder eran diferentes. Según expertos de las varias alas en las que se estratifica el establishment, el tercer año de la nueva década se beneficiaría con una ventaja cíclica: el auge de las vacas, y los cereales. En efecto: la década que despega de los años sesenta se caracterizó por una crisis generalizada del agro, una disminución del producto de las cosechas y —algo decisivo— el derrumbe del stock ganadero. Es decir: la caída de más del 50 por ciento de las exportaciones argentinas. Los observadores tienen, sin duda, razón en un hecho: los aspectos de la crisis estructural de la economía argentina tendrán una fuente de reposo con el ciclo que se inicia. Y, precisamente, en el marco de esta nueva situación desarrollará su gobierno el nuevo elenco peronista, electo en las elecciones nacionales del 11 de marzo último. El presidente Alejandro Lanusse afirmó, 30 días atrás, que la situación en que tomaría las riendas del país el nuevo gobierno resultaba incomparable. La pregunta es: ¿acaso los pronósticos lanzados a principios de 1972 no se han cumplido?

CUADRO DE SITUACION. El gobierno nacional previó para el año anterior un alza de precios del 25 por ciento, aproximadamente. La realidad fue otra: la inflación trepó, en los doce meses, al nivel del 70 por ciento. El Ministerio de Hacienda elaboró un presupuesto nacional "equilibrado” que contemplaba un déficit de 2.700 millones de pesos: la cifra real fue muy distinta: 3.300 millones de pesos nuevos. Según los expertos del gobierno las exportaciones sobrepasarían los 2 mil millones de dólares y las importaciones serían fuertemente contenidas: las ventas externas alcanzaron la suma de 1.868 millones de dólares: las compras sólo bajaron unos 28 millones, ya que el nivel de importaciones se situó en los 1.840 mirones de dólares. La política oficial habló, al comienzo, de un moderado endeudamiento externo: la cifra llega a los 6.100 millones de dólares; los servicios de la deuda y la cuota anual ascienden a los mil millones de la misma moneda.
No todo resultó oscuro. Mientras el balance comercial registró en 1971 un déficit de 129 millones de dólares, durante el año anterior arrojó un superávit de 28 millones de la divisa norteamericana. Las razones: recuperación de los planteles ganaderos v ascendente nivel de precios en el mercado mundial. La Argentina cosechó más de 600 millones de dólares en concepto de exportaciones cárneas. En otro ámbito, la tensión no sobrevino: la temible recesión en la actividad económica resultó prematura. Diversas fuentes allegadas al Ministerio de Hacienda pronostican para 1973 un crecimiento económico aceptable: según se afirma el PBI se elevará un 5 por ciento.

LAS NUEVAS PAUTAS. Con todos estos datos trabajan los equipos que tendrán la responsabilidad del nuevo gobierno. Un análisis de las múltiples tendencias que conviven dentro del justicialismo permite diferenciar dos corrientes:
• El ala que reúne a hombres que jugaron un papel predominante durante la gestión económica de los gobiernos que el peronismo lideró desde 1945 a 1955. Entre ellos se cuentan: Alfredo Gómez Morales, Antonio Cafiero, Ramón Cereijo. No obstante, este sector no permanece como una isla respecto a las nuevas figuras jóvenes; precisamente el Consejo de Planificación, organismo creado en 1971 por expresa orden de Juan Perón y el Consejo Superior Justicialista, mantiene lazos con los old ministers del peronismo.
• La corriente dura, integrada por el Consejo Tecnológico, ente oficial, se opone al viejo elenco y promueve una política económica que sea expresión de los anhelos de la Juventud Peronista.
Filosofía de la corriente tradicional peronista: la inflación del 70 por ciento corresponde a una "economía de guerra”. El principal objetivo de la política económica en los primeros meses de gobierno debe ser una reducción de la inflación a los "tiempos de paz”, es decir, a un 20/25 por ciento. Se impone para ello un plan de estabilización que responda a las exigencias de la característica fundamental de la etapa que vive el país: ¡la reconstrucción nacional.
Filosofía de los duros: producir medidas que atenúen, en el corto plazo, la dependencia del exterior. El CT propugna, como medidas del nuevo gobierno, el control de precios mediante la ingerencia estatal en la comercialización privada. Respecto del papel de la iniciativa privada afirman: "Reviste especial atención el sector privado que ha de permanecer. Si bien no será posible incluirlo dentro de los grupos de directo control por el Estado, deberá quedar sujeto a otro tipo de control".
Sin embargo, existe una zona de coincidencias entre todas las corrientes justicialistas: la nacionalización del comercio exterior, de los depósitos bancarios, la política de pleno empleo y la reorganización limitada de las relaciones vigentes en el campo argentino. Una expresión de la confluencia de todas las alas, moderadas-duras-no duras, fue la elaboración de las Pautas Programáticas para el gobierno Justicialista que Héctor Cámpora leyó al país días antes de las elecciones del 11 de marzo. Estas pautas contienen, desde luego, puntos irritantes para ciertos sectores de la economía nacional, pero hay un hecho notorio: el sector agrario no contiene una referencia concreta más allá de la "reforma agraria integral", que postule una política opuesta a la desarrollada por otros gobiernos. "El justicialismo no puede entrar a ordenar el campo porque este sector es el que aportará el grueso de divisas al país” señaló a Panorama un importante vocero de la comunidad de negocios, en Buenos Aires.
Dentro del Frente Justicialista de Liberación, el desarrollismo intentará influir en el rumbo de la política económica. "Aunque se planteara la posibilidad de entrar en el gabinete económico no lo haríamos, por ahora” señalan los partidarios del MID (Movimiento de Integración v Desarrollo). Pero lo cierto es que las propuestas del desarrollismo ejerzan una plataforma pausible de ser aplicada. Por otra parte existen serias coincidencias entre este sector y determinadas políticas adoptadas por Juan Perón. La petroquímica es una de ellas. Se afirma en forma insistente que el terreno de los hidrocarburos será uno de los primeros en registrar sorpresas: si hasta se asegura que voceros peronistas habrían ofrecido seguridades a los dirigentes de las principales firmas petroleras externas que activan en el país.

OPINIONES. Aldo Ferrer, ex ministro de Economía de la Revolución Argentina. sostiene que las perspectivas de corto plazo son óptimas para el justicialismo. sobre todo "si se cumplen dos condiciones: romper con la "sabiduría convencional" de la política liberal y vincular estrechamente los objetivos de coyuntura con los de trasformación y desarrollo del sistema económico". Según Ferrer, "las condiciones actuales revelan una contracción de los salarios reales, elevada tasa de desempleo, insuficiencia de la demanda efectiva y alto margen de capacidad ociosa en el sector industrial". Para el ex titular del Ministerio de Economía "el éxito de la política económica del nuevo gobierno dependerá, no tanto de la mayor o menor habilidad con que maneje la política de corto plazo sino de su capacidad de integrar ésta con los objetivos de fondo, esto es, la argentinización de los resortes claves del sistema productivo". Cabe destacar que muchos de los postulados desarrollados por Aldo Ferrer figuran en los planes de los diversos equipos del Frente Justicialista: implementar ciertas formas de capitalismo estatal en la Argentina, renegociando con los sectores extranjeros.
Para el electo diputado por el Frente Justicialista, el desarrollista Marcos Merchensky, la lluvia de dólares que se espera en concepto de exportaciones de carnes y cereales "no será indicativa de un cambio de la estructura que le asegure al país un mejor porvenir en los próximos años. En efecto —enfatizó—, la mitad del saldo favorable se irá para pagar los servicios de la deuda externa. En una palabra: los mayores ingresos serán pan para hoy, hambre para mañana. Merchensky afirma que la inflación ha sobrepasado todas las expectativas previsibles y frente al cuadro económico señala que no hay "una respuesta programática distinta que divida al desarrollismo y al FREJULI. Sus integrantes se han puesto de acuerdo sobre una plataforma común. Nosotros aconsejamos —dijo a Panorama— la elevación de los salarios al nivel adquisitivo de marzo de 1967, una moratoria previsional e impositiva, créditos abundantes y selectivas para la empresa nacional. Todo esto debe ir acompañado de un plan de desarrollo acelerado y prioritario en acero, petróleo, petroquímica, celulosa, papel y comunicaciones".
A pocos días del resultado electoral, algunos núcleos empresariales comenzaron a emitir sus definiciones. La primera entidad fue la Asociación de Industriales Metalúrgicos, de la Unión Industrial Argentina, que anuncia su disposición a colaborar con el nuevo gobierno electo. Al parecer, incluso dentro de la UIA habría acuerdo con la plataforma industrial que sustentan las Pautas FREJULI.
Todos estos indicadores hacen presumir que el gobierno electo podrá manejarse con un consenso extendido a vastos sectores de la población, trabajadores y empresarios. Los industriales y varias cámaras empresarias han expresado que el FREJULI podrá confeccionar un plan contra la inflación, con mayor autoridad que otros gobiernos ya que contará con la "cooperación” de los sindicatos.
PANORAMA, MARZO 22, 1973
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