Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

Juan Carlos Lorenzo
JUAN CARLOS LORENZO RETOMA LA DIRECCION TECNICA DE SAN LORENZO DE ALMAGRO
"Con el fútbol no se juega”
Luego de una prolongada permanencia en Europa, el discutido coach regresa al fútbol local.
Desconfiado y cauteloso, respondió a los interrogantes de SIETE DIAS con un rosario de curiosos puntos de vista que definen su credo profesional

Hacia 1966, en vísperas del Campeonato Mundial de Fútbol disputado en Londres, su nombre fue epicentro de innumerables polémicas entre los aficionados y críticos argentinos. Es que la orientación técnica que imprimió a la selección nacional durante una gira previa por Europa provocó agrios comentarios. Una circunstancia que motivó la intervención del dirigente Valentín Suárez, entonces en la cúspide de sus esfuerzos técnico-organizativos. Aquella participación argentina —finalmente ocupó el quinto puesto, tras desplegar un juego ultradefensivo— fue, quizás, la que popularizó definitivamente su cuestionada capacidad. Sin embargo, la trayectoria de Juan Carlos Lorenzo (49, dos hijos) reconoce un curriculum mucho más extenso: su carrera, comenzada en 1949, registra el tránsito como DT por varias instituciones europeas. Durante 1961 y 1965 estuvo al frente de los planteles profesionales de San Lorenzo de Almagro (el equipo ocupó, al final de esos campeonatos, el segundo y cuarto puesto, respectivamente). En 1962 dirigió por primera vez a la selección argentina que participó en el mundial de Chile (no superó las rondas eliminatorias). Su último trabajo como técnico en el país se remonta a 1967, cuando militó fugazmente en River Plate.
Desde entonces permaneció en Europa y, hasta mediados de marzo, integró el cuerpo técnico del club italiano Juventus, que punteaba el campeonato de ese* país antes de su partida. El jueves 23 de marzo, apenas tres días después de su arribo, volvió a San Lorenzo de Almagro, no sin suscitar encontronazos en las altas esferas de esa entidad: durante la reunión de comisión directiva que decidió su incorporación al club de Boedo cinco miembros de la misma se retiraron ofuscados de las deliberaciones, negándose a aceptar su contratación.
El lunes 26, tras el empate que sus flamantes dirigidos obtuvieran con Colón de Santa Fe —“Vi el partido desde la platea —comenta— porque no tenía la autorización de AFA para entrar al campo”—, Lorenzo inició su segunda semana de trabajo en el club santo. A lo largo de una hora presenció, casi inmutable, los desplazamientos efectuados per una docena de cracks: “Sólo se entrenaron los suplentes; para el resto era voluntario”, aclaró.
Poco después, elegantemente ataviado, dialogó con SIETE DIAS en el buffet del club azulgrana. Una charla a la que accedió, tras un prolongado coloquio de tono intimista con un grupo de hinchas que había presenciado la práctica, acompañado por el preparador físico del primer equipo. Estas fueron sus confesiones:
—¿Por qué dejó su puesto en el Juventus, que punteaba en Italia, para dirigir a San Lorenzo?
—Yo me vine a la Argentina por razones particulares. En junio se me casa una hija y, claro, tenía que estar aquí, ¿me entiende? Dio la casualidad que a los tres días ya me habían contratado. ¡Y bue. . .!
—¿Conoce los problemas económicos que sufre el club y los roces que se produjeron con el plantel?
—Me los han contado en estos días. Pienso que se podrán solucionar.
En seguida J.C.L. miró inquisitivamente al redactor, preguntando con extrañeza: “Esa SIETE DIAS, ¿qué clase de revista es?”. Ante la respuesta del redactor informándole que se trataba de un semanario de actualidad, acotó: “Son un poco raras las preguntas que hace por tratarse de una publicación de ese tipo”. Hubo que aclararle que este tipo de preguntas no eran privativas de ningún medio periodístico del país; y el interrogatorio prosiguió:
Toto Lorenzo—¿Es razonable suponer que le acarreará problemas no contar con jugadores del plantel suspendidos por la Comisión?
—Y. . . a todos los técnicos les puede perjudicar si el jugador suspendido es un titular.
El D.T. volvió a demostrar su inquietud tras la respuesta. Buscando la complicidad del preparador físico deslizó, inquieto, otra pregunta, casi una acusación: “Pero usted, ¿de qué lado está? ¿Del lado de los cocodrilos?”. Sin poder aclarar la zoológica alusión del técnico, SIETE DIAS prosiguió interrogando.
—¿Qué opina del fútbol argentino actual, tras su prolongada ausencia?
—Lo encontré muy mejorado, sí señor. El jugador argentino se dio cuenta de que tiene una obligación que cumplir, que el fútbol no es una aventura, que con él no se juega.
—En cuanto al juego desplegado, ¿qué le pareció?
—¡En general, mucho más práctico, pero especulativo, eso sí, en algunos conjuntos.
—¿Más especulativo que cuando usted se fue de la Argentina?
—Mucho más, ¿por qué no?
—¿Y en qué lo notó?
—Bueno. . . juegan con la ley del offside, especulan en no correr, en trabajar la inteligencia más que la velocidad o la condición.
—¿Qué diferencias podría marcar entre el fútbol europeo y el sudamericano?
—Bueno, si usted me habla del fútbol europeo debe aclararme de cuál, ¿eh? Porque los italianos son marcadamente defensivos; los españoles practican un juego algo más libre, sin libero; los alemanes hacen un juego de fuerza, con un planteo táctico 4-2-4, casi a la brasileña. Inglaterra se caracteriza por practicar un 4-3-3 ó 4-4-2, un juego de acordeón, de ataque y defensa en bloque para el que se requiere gran condición física. Los húngaros, en cambio, son eminentemente cerebrales. Mire, señor, es muy difícil contestar en conjunto.
—Pero debe haber pautas algo más generales, ¿no cree?
—Vea, mi amigo, respecto a Sudamérica, las comparaciones habría que efectuarlas con Brasil, que es quien rige el continente. Con eso no quiero decir que el fútbol argentino sea inferior, técnicamente. Ellos nos aventajan en organización, continuidad en las diversas tareas y también en publicidad.
—¿Cómo es eso de la publicidad?
—¡Y claro, señor mío! Dígame, a ver, ¿cuándo se le hizo publicidad a nuestro fútbol? El argentino está considerado un buen futbolista mal publicitado; nunca se sabe qué va a ocurrir con él. Por ejemplo, llega a Europa y tiene que acostumbrarse a un montón de cosas, nadie puede predecir cuánto va a rendir. En cambio, llega un brasileño y nada que ver; si es un hombre que jugó en la selección nacional, ya es una garantía. Ese material humano se adapta más fácilmente al comercio exterior. Claro que para lograr algo así es necesario haber ganado, por lo menos, un campeonato del mundo.
—Las intromisiones de los dirigentes y las presiones de los hinchas, ¿perjudican la labor de un técnico?
—Vea. . . —la pregunta tampoco pareció agradarle—, es un riesgo que tiene la profesión. Porque una de las cosas fundamentales es poder contar con un club sólido, jugadores y dirigentes que respeten al técnico y éste a ellos. Es la base de todo.
—¿El periodismo influye en el rendimiento de un D.T.?
—¡Ja! ¡Y cómo. . .! El público está entrenado por los periodistas. Le hacen conocer todos los problemas que un D.T. puede tener en el club, con los dirigentes o con los jugadores.
—¿Qué postura adoptaría si tuviese problemas con los dirigentes de San Lorenzo?
—Qué le puedo responder. . . Eso actualmente no existe.
Más ofuscado que al comienzo, el veterano D.T. volvió a gesticular y luego espetó: “Pero, ¿usted qué busca? ¿Poner al desnudo mi intimidad? A mí se me ocurre que usted es de los que no creen demasiado en los técnicos. Eso es lo que pasa". Tras las aclaraciones pareció apaciguarse.
—Por lo visto, ¿parece que desconfía o tiene temor?
—No, no, no. . . Simplemente me llaman la atención sus preguntas. Yo entiendo que los periodistas están siempre detrás de la noticia explosiva, que ése es su trabajo. Siga preguntando, no más.
—¿Qué actitud adoptará si tiene problemas con jugadores de su plantel?
—¡Pero mire qué pregunta me hace! ¡Volvemos a lo de antes. . .! Eso se lo voy a contestar cuando ocurra.
—Pero eso debe haberlo previsto.
—Mire, para terminar con esto voy a decirle una cosa: jamás me pasó que determinado jugador, aun los ídolos, me planteara algo. Y eso que tuve a la selección durante 49 partidos. Si juega, juega; si no, afuera.
—¿Por qué no habla durante las prácticas?
—No se puede trabajar y hablar con el jugador. Para eso hacen falta meses. Algunos resuelven todo en seguida; otros, no tanto. . .
—¿Cuáles son las funciones de un D.T.?
—Aprovechar las cualidades de sus jugadores, darles moral, convencerlos de que si pierden es por un accidente. Corregir, modificar algunas cosas. La función principal es ver el partido con sentido crítico. Allí está el secreto. Porque para el trabajo de semana tiene a todos los colaboradores: médicos, kinesiólogos, preparador físico.
—¿Qué piensa de los hinchas que le gritan “ladrón” al técnico?
—Eso no merece comentario. No creo que sea honesto. Un técnico asume para trabajar. Lógicamente, la gente vive de los resultados y cada domingo es un examen; pero los que ganan y pierden los partidos son los jugadores.

Revista Siete Días Ilustrados
3/4/1972
 

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