Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

JUBILACIONES
Cibernética para un país de ancianos

—¿Y ahora qué?
—Yo no se qué está pasando. Se supone que a medida que el progreso avanza, la edad para jubilarse debe ser menor. Al final, si seguimos así, la primera jubilación que cobremos va a servir para pagarnos el entierro.
Con casi idénticas palabras, los ocupantes de bancos de las plazas y los cincuentones de las oficinas, comentaban la semana pasada las últimas novedades.
edad jubilatoriaLos dos anteproyectos de ley de jubilaciones han alzado una ola polémica que amenaza anegar todo el país. El punto crítico es la edad de retiro. Para los trabajadores en relación de dependencia se fijó en 60 años (55 las mujeres). Para los autónomos (empresarios, profesionales e independientes) se elevará a 65 años de edad el límite (62 las mujeres).
Según datos el promedio de vida en la Argentina sería actualmente de 63 años. La jubilación equivale (con un periplo existencial afortunado) a una antesala inmediata de la muerte. Casi nadie llegará a jubilarse. Y el aporte jubilatorio se trasformará en un impuesto más, un duro tributo sin recompensa.
La decisión de postergar la edad de retiro de los trabajadores autónomos cinco años más afecta a los próximos a jubilarse. Hay profesiones independientes que entrañan un desgaste mayor que muchas categorías de trabajadores en dependencia. Ejemplos: deshollinador, electricista, chofer de taxi y ómnibus, vendedor de diarios (el asma bronquial es considerada enfermedad profesional de los canillitas). El secretario de Salud Social, Alfredo Manuel Cousido, no lo estima así: “Una persona que trabaja como autónoma tiene más ventajas que la que está en relación de dependencia —aseguró a Panorama—. Si yo tengo que trabajar a órdenes de otro, recibo directivas superiores, debo marcar horarios. En cambio, si trabajo por mi cuenta y mañana se me ocurre, puedo quedarme durmiendo”.
La expectativa de vida —sostuvo— es de 79 años para la mujer y de 75 para el hombre: “A mí me hubiera gustado que vieran la cantidad de viejitos de 80 años que vinieron para cobrar su jubilación”.

¿País de viejos?
En Seguridad Social, los cálculos y estimaciones se manejan con computadoras (“árbitros de la esperanza”, las definió alguien). Un funcionario del equipo de Cousido explica que para extraer las edades y montos a percibir por la clase pasiva trabajan las máquinas cibernéticas con tres variables: edad jubilatoria, monto de la jubilación y aporte del beneficiarlo. Cualquier pregunta al respecto obtiene idéntica respuesta: “Usted quiere que cambiemos la edad. Bueno, no hay ningún problema. Rebajamos la edad jubilatoria, pero también disminuimos el monto a percibir y aumentamos los aportes”. Cousido rechaza la acusación de que su Secretaría a veces se aleja de la realidad: “Los datos que nos dan las tablas que utilizamos los corrobora la práctica. Cuando una persona se jubila, nosotros la seguimos con la computadora”.
Las perspectivas para el sistema jubilatorio nacional no son muy halagüeñas. Porque en la Argentina hay una marcada tendencia al envejecimiento de la población: se detectó una reducción de los grupos inferiores a 45 años de edad. Y un aumento correlativo de los grupos mayores de 40 años. La explicación de este proceso está dada por la paulatina disminución de las tasas de mortalidad y natalidad (menos muertes, menos nacimientos). Y por la súbita caída de la inmigración (de 140.000 personas por año en el período 1948-1951, descendió a 45.000 en los años siguientes). En cuanto al promedio de vida, en 1914 era de 47 años, en 1946 llegaba a 60 años y hoy se calcula en 63 años.
El secretario Cousido explicó a Panorama que la cifra que debe manejarse para efectuar los cálculos jubilatorios no es la del promedio de vida, sino la de expectativa de vida. El promedio de vida está afectado por la mortalidad infantil. Mientras que la expectativa de vida refleja “los años que puede aspirar a vivir una persona llegada a una edad determinada”. De acuerdo a lo afirmado en Seguridad Social, la expectativa alcanza en la Argentina a 15 años más para una persona que llegó a los 60.
Los trabajadores autónomos reclaman porque esa expectativa fue calculada para toda la población en general. No se justifica, entonces, que quienes trabajan independientemente disfruten cinco años más tarde de la jubilación. El viernes, la Secretaría de Seguridad Social redujo a 52 años la edad mínima para jubilarse de los trabajadores marítimos. Anteriormente se había fijado el tope en los 60 años, como el resto de los obreros.

El colapso
En 1955 el ministro de Hacienda, Eugenio Blanco, denunció que los déficit presupuestarios del gobierno de Perón habían sido disimulados mediante los fondos que tomó del sistema previsional. Método que utilizaron también los gobiernos posteriores, y que el actual secretario de Hacienda, César Bunge, intentaría reeditar. En el período 1950-61 la descapitalización de las cajas fue vertiginosa. Debido a que los ingresos crecieron a una tasa media anual del 23,8 por ciento, mientras que los pagos a beneficiarios aumentaban al 37,7 por ciento. En 1950 los pagos jubilatorios representaban sólo el 7,5 % del fondo acumulado.
Recién el año pasado hubo una disminución. Actualmente comprende el 20 por ciento aproximadamente de sueldos y salarios. También se practicó un reajuste para que los haberes jubilatorios guarden mayor proporción con los sueldos. Mientras en 1965 a un sueldo de 40.000 pesos le correspondía una jubilación de alrededor de 20.000 pesos, ahora le corresponden 27.400.
Los ingresos previsionales aumentaron considerablemente durante los dos últimos años: 189.000 millones en 1966, 300.000 millones en 1967. Se estima en 400.000 millones lo que se recaudará el presente año. La mora de los empresarios disminuyó a 80.000 millones. Cousido prometió enfáticamente: “Los recaudaremos íntegramente en 1969’’. El número de jubilados no aumentó mucho: 911.509 en 1961; 1.149.828 en 1967. Pero si la edad de jubilación es llevada a 65 años (autónomos), lo más probable es que disminuya el número de beneficiarios.

El control sindical
Durante mucho tiempo los sindicatos participaron en la administración de las cajas. El resultado de esa cogestión es bastante polémico. El actual gobierno centralizó la dirección en la Secretaría de Seguridad Social. Y eliminó el derecho reconocido antes a los sindicatos de actuar en la administración de las cajas. Ahora se prevé la intervención de los sindicalistas sólo en función de asesoramiento. Pero falta la decisión final del Poder Ejecutivo, que no designó todavía a esos representantes laborales. La Confederación General del Trabajo (Azopardo) criticó las reformas. Se opone, sobre todo, a la elevación de la edad mínima y de los años de servicio. Y enarboló el derecho de los sindicatos a intervenir en la discusión de las reformas. La CGT opositora (línea Ongaro) se opuso públicamente a las innovaciones. Por considerar que los lineamientos en que se fundan los proyectos “son ajenos a la idiosincrasia del pueblo argentino’’. En buen romance: cree que se pretende sustituir el sistema jubilatorio por uno de seguro social. La diferencia consiste en que el primero aspira a mantener para el trabajador pasivo un nivel similar al que disfrutaba en actividad. Mientras que el seguro social —apuntan esas críticas— es sólo para cubrir las necesidades mínimas de subsistencia.
PANORAMA, OCTUBRE 29, 1968

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