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“Che, Argentina”: El espectáculo de la libertad Las sombras reptan en la penumbra, se entrelazan y deshacen rítmicamente sus abrazos, ondulan como la materia del caos primordial, confundiéndose las figuras femeninas con las masculinas en un fervor erótico que alcanza las cumbres del éxtasis religioso. Para confirmarlo, a un lado, dentro de una cápsula de plástico, la primera pareja reencuentra los gestos del amor, los reinventa con el simple asombro de la poesía (palabra que, justamente, alude al acto de engendrar). Es una liturgia gozosa y terrible a la que ponen fin un aullido cada vez más próximo de sirena y un grito bien porteño: “¡Rajá, que viene la cana!”. Un instante después, los participantes del ritual se aterran a las rejas y das palabras de Oscar Wilde sobre la ignominia de las cárceles, dejan pensativos y silenciosos a los espectadores. Luego, un adolescente muere y un imponente cortejo de notables, vestidos con casullas hechas de papel de diario, arrojan desdeñosamente estos ornamentos sobre el cuerpo inerte y por fin lo alzan sobre una cruz imaginaria. Mucha otra gente muere también en escena, y sus nombres componen la larga letanía de víctimas de la violencia desatada en la Argentina y en el mundo por la pasión política. El público reacciona según sus preferencias o según la emoción del momento (hay noches en que el Che Guevara y Aramburu son enfáticamente aplaudidos por el mismo espectador). Lo importante es que reacciona, participa, se hace eco; que es lo que se propusieron Hernán Aguilar y Ernesto Rondi al escribir Che... Argentina, ¿sos o te haces?, que desde el 12 de enero incendia las tablas del ABC, en Esmeralda y Lavalle, con propuestas totalmente ajenas a la deliberada mesura con que los argentinos tratan, en general, de minimizar o soslayar sus problemas (ver número 252). SER O NO SER. "Sentirnos la necesidad de escribir algo, algo que dijera esas cosas que muchos piensan y no se atreven a decir.” Así sintetizan Aguilar (21 años, estudiante de Derecho pero que preferiría ser licenciado en Historia, con algunos antecedentes en teatro independiente y televisión) y Rondi (25, escritor y poeta y taxista: "Ahora tengo un peón que me maneja el coche”) la intención que originó Che... Argentina, una obra de la que, suponen, "van a salir muchas otras”. Para empezar, una nueva pieza de ambos, “que parte de la escena de la toma de la Facultad en Che ... Argentina y en la que definitivamente tomaremos partido, nos identificaremos”. Ellos definen su primera criatura como una "comedia musical en 2 actos” y no rechazan la filiación con Hair, cuyo esquema han seguido. No es, por lo demás, un esquema privativo de los autores del éxito norteamericano, Rado y Ragni: viene de Brecht y, en último lugar, del music-hall y del tablado popular. Rondi —alto, fornido, largo pelo crespo— es más locuaz que Aguilar, un muchacho de apacible cara redonda y grandes ojos sorprendidos, aunque toca a éste explicar: "Fuimos a ver todos los espectáculos que podían tener alguna relación con el nuestro: el propio Hair, claro, y Univers exits e Hipopótamo, encontramos siete ideas muy parecidas a las nuestras y extirpamos esas partes del libreto”. Lo importante es el desenfado y la gracia con que los noveles autores manejan un material incandescente, que —a diferencia de Hair, donde un exceso de prudencia comercial aconsejó mantener el contexto norteamericano— al argentino le habla de cosas que le tocan muy de cerca: el Gran Acuerdo, el peronismo, la violencia, la inflación, la Universidad, las dificultades con que la gente joven tropieza para expresarse en un medio donde casi todos los vehículos de relación y comunicación están infestados por el miedo (¿a qué?), la mojigatería y el definido propósito de asegurar que todo va bien, que nada va a cambiar, que el inmovilismo es lo mejor que puede desear un ciudadano respetuoso del "estilo nacional de vida”. De ahí que la canción más significativa de la pieza, la que más abiertamente declara su intención, se llame Inpotencia de ser. COMO SE HACE UN EXITO. Desde el primer día —"fue en septiembre del 71”— los dos amigos se instalaron frente a la mesa de un bar y bosquejaron sus ideas. A partir de ese momento, siempre en mesas de bares, fueron elaborando Che... Argentina: un mes y medio les llevó el primer acto. "Como termina con una escena tan fuerte, la de la cárcel, pensamos que el segundo tenía que ser mejor, tenía que levantar mucho, y eso nos costó bastante: por fin, una noche, después de dos semanas de interrupción en que no se nos ocurría nada, en una hora liquidamos el segundo acto íntegro.” A manera de cábala, comenzaron y concluyeron la obra en la misma mesa del mismo bar, el Viking, en Callao y Santa Fe. Rondi, que en el programa del ABC figura como Ernesto y a quien sus amigos llaman Carlos (un primer nombre que decidió eliminar artísticamente), es porteño, único hijo y sus padres aspiraban a que fuera contador público y doctor en Ciencias. "Me rebelé —cuenta— y, si bien nunca dejé de vivir con mi familia, no seguí sus consejos y preferí, por último, ganarme la vida con el taxi. Mientras tanto leía algo que, por suerte, siempre me fomentaron en mi casa—, escribía poemas, pensaba. Ahora, claro, después de las críticas elogiosas, me brindan su apoyo.” Hay una persona en su vida a la que le está eternamente agradecido: su profesora de Historia en el colegio nacional Mariano Moreno, Emilia Sirucci: “Ella le dio un sentido a mi vida, me envenenó la sangre con política. Porque todo se vuelve política, todo se relaciona con ella. Y ¿cómo se puede ser insensible al drama diario?”, clama mientras se le encienden el pelo y los ojos. Menos exaltado, Aguilar —el menor de dos varones— habla con una cierta pachorra. “Desde chico quise ser actor, supe que el teatro era lo único que me importaba. Cuando do dije, a los 14 años, tropecé con la oposición de mi padre, Roberto, aunque no con la de mi madre, Rosa. De modo que por la tarde iba al colegio nacional y por la mañana tomaba clases de arte escénico, que me pagaba mi mamá, con Guillermo Battaglia.” Al enterarse, el padre exigió el título de bachiller, y Hernán no sólo se lo dio sino que hasta ingresó en Derecho. "Mi relación con mi familia es excelente; mi hermano y mi cuñada me ayudaron muchísimo. He hecho papeles en el Teatro Estudiantil Argentino, he dirigido en el Payró, he trabajado en televisión, pero éste es el primer trabajo mío que ve mi padre y le gustó.” EL TERCER HOMBRE. Faltaba encontrar al director integral del espectáculo, pues, disciplinadamente, Aguilar y Rondi decidieron intervenir como actores pero no conducir las huestes numerosas que requiere Che... Argentina. Fue así como un amigo de Rondi, el bailarín y coreógrafo Juan Falzone (34), se puso a la cabeza del pelotón y logró una de las puestas en escena más dinámicas, inteligentes y pulcras que se recuerden en Buenos Aires, máximo teniendo en cuenta el pobre equipamiento del ABC y la necesidad de grandes movimientos de masas requeridos por el texto (hay 10 muchachos y 8 chicas, con una edad promedio de 22 años, aproximadamente). En la noche en que se velaban, en el Salón Dorado del Colón, los restos de los bailarines ahogados en un accidente aéreo, Falzone se encontró con Aguilar y Rondi; este último ya lo conocía de antes. Allí los autores le propusieron la dirección de Che... Argentina, y el coreógrafo, una vez leído el libro, aceptó: “Es la primera vez que salgo de mi terreno específico, la danza, y no estoy arrepentido en absoluto. Pero, ¿es que hay todavía algún terreno específico en arte?”, reflexiona de inmediato. Porque este espectáculo es una especie de culminación que Juan quería hacer desde mucho tiempo atrás: “El ensamble de las artes, conseguir que la palabra y la música y das canciones y el baile y las luces y los trajes y la escenografía, todo, en fin, se integre armoniosamente y con fluidez”. Esa fluidez es, precisamente, notable en su puesta en escena, donde una maraña de cuerpos puede componerse y deshacerse sin esfuerzo aparente, donde casi dos decenas de personas se entrecruzan sin tropezarse y sin vacilar jamás. La selección de actores se hizo a partir de avisos en los diarios, “y algunos trajeron a otros —informan Aguilar y Rondi—: lo más importante era seleccionar el tipo, para que hubiese representantes de todos los niveles sociales”. Se presentaron cerca de 200 postulantes y a cada uno se lo sometió a una prueba actoral y otra de canto. “Yo llegué cuando, producido el descarte, quedaban unos 50 —recuerda Falzone—, y colaboré en la selección final.” Fue un arduo trabajo. “Todos éramos unos quesos para bailar”, se divierte Hernán. Pero el director impuso una disciplina ejemplar: “Durante un mes y medio dos hice ejercitarse tres veces por semana, dos y media a tres horas por vez; los últimos diez días le metimos a fondo, cinco, seis, siete horas diarias.” Hubo lo que el trío responsable llama “ejercicios de integración”: aprender a conocerse humanamente, intercambiar opiniones, convivir, en una palabra, hasta formar un grupo homogéneo, una “tribu” como, con cierto esnobismo, se autodenominaban los de Hair. Pasaron todos juntos dos días de ensayos y discusiones en casa de Falzone, en el Tigre, y nunca surgieron disidencias insalvables. “Yo la situación la siento así —decía el director al actor—; ¿cómo la sentís vos?”; y los autores eran, desde el punto de vista interpretativo, “iguales a todos los demás”. LA VIDA DIFERENTE. Por ejemplo, a uno de los intérpretes se le ocurrió, noches pasadas, añadir un chascarrillo sobre la Casa Rosada, a la que van a pintar ahora de verde. Inexplicablemente indignada, una espectadora se levantó e increpó: “¿Cómo se atreven a tratar asuntos tan importantes con tanta ligereza?”. Y se fue, taconeando fuerte. “¡Vaya a saber lo que entendió! —se ríe Falzone—. Hay todo tipo de reacción: algunos reciben con hostilidad el nombre de Aramburu; otro gritó, cuando se menciona al general Valle: «¡Para lo que le importa Valle a Perón!». Eso quiere decir que la obra llega; por otra parte, es una invitación a deponer los viejos rencores y a asumir de una buena vez el futuro.” Aquí está la clave de la importancia de Che... Argentina, ¿sos o te haces? (título afortunado frente al elegido en principio, impotencia de ser): su capacidad de revulsivo, su limpio juego que no es de denuncia ni de protesta, sino de afirmación positiva de una juventud que ya está harta de palabras, declaraciones y contramarchas; y su franca, vital actitud frente al sexo y la relación de pareja, más allá de prejuicios, tabúes y convenciones sociales. Busco un camino / que me demuestre / que aún existe / la verdad, reclama una de las canciones; y esa verdad está, también, en los cuerpos que no se avergüenzan de mostrarse, sanos y hermosos, hechos para la salud y el amor antes que para las sillas de ¡las oficinas o para los mostradores del mercado. La travesura alza su desafiante cabeza en todo momento: Cómo quieren que estudiemos / con los bancos (que tenemos, / todos rotas y estropeados / por las bombas que han tirado, entonan los estudiantes. "No hemos tenido ningún problema con la calificación municipal y no creemos que surja”, se esperanzan los autores e invocan el ejemplo de Hair. Y quieren dejar constancia de sus agradecimientos: "Al Club Apolo, de Córdoba y Mario Bravo, que nos prestó sus instalaciones para ensayar; a la actriz Ecta Cuzal; a Roberto Ferreyro, que preparó líos coros; a Héctor Cipolini, que fue asistente de dirección y que nos dejó porque estudia en La Plata; a Oscar Castany, que lo reemplazó”. Ahí no se termina la lista, pues "ésta es una experiencia humana sensacional”, como reitera Falzone, quien señala el caso del actor que convenció a sus padres de que empeñaran algunas alhajas para ayudarle a contribuir a la cooperativa. Y también está Chabela, una amiga de la infancia de Aguilar, "la primera persona que leyó el libro y lo pasó a máquina; y como guita para las fotocopias no había, su padre nos las hizo en su trabajo, y así cada actor pudo tener su libreto”. La mayoría de los intérpretes vive con su familia y, salvo excepciones, carece de antecedentes artísticos. Tal vez eso mismo explique el fervor y la autenticidad con que hacen crepitar el escenario, la verdad profunda que infunden a sus personajes. Personajes que, sin du)da, son ellos mismos, pero tampoco es común que él argentino tenga soltura para expresar su intimidad en público. "Que todos mis días tengan luz, paz y amor”, anhela Noemí Vané (20), y ese voto parece resumir las aspiraciones del elenco. Mientras Fazcone jura insistir con este tipo de espectáculo, que lo gratifica humana y artísticamente, y da algunas cifras de la modesta producción ("20 mil pesos gastamos en salas de ensayo, 5 mil me costó el stretch para la estructura que alberga a la pareja, y 300 mil es el alquiler de la sala”), Aguilar y Rondi alinden a un aspecto importante: ¡la música y las canciones. "Cada canción fue estructurada, pensada por nosotros —explican—, y le trasmitimos esas ideas a los compositores, Oscar Schardgorodsky y Gustavo De León, quien a su vez dirige la orquesta ubicada al fondo de la sala. Algunas veces, como en ¿Adonde vamos?, la letra es de Aguilar mismo, o de Ferreyro, para Tenerte.” Para la próxima pieza, que ya están elaborando (y hasta hay una tercera en vista), piensan pedirle la música a Piazzolla: "A lo mejor, si lee esto, se interesa”, imaginan. Ernesto Schóo y Carlos Bégue __________________ Un fragmento del libro Iluminación: Oscurece un instante. Escenografía: Se coloca un armazón de TV, grande. Iluminación: Se enciende una luz detrás del armazón, como si se encendiera la TV. Elenco: Sentado de espaldas al público. Conjunto: Musiquita de circo. UNO (Sonriente) — Ya saben, sigan para sus viviendas el plan VEA y no lo crean hasta que les hablen de cuotas, refuerzo a la posesión, al saldo intereses bancarios, etcétera. UNA (Bienuda) — Yo, como presidenta de la Liga de Mothers de Family, digo: Que nuestras instituciones, respetuosas del sentido de libertad personal y social ... EL — Por todo esto, pongo marcado acento en la necesidad de educar a la juventud que debe librar al país de toda dependencia deformadora del ser nacional. LUIS — En tre minuto rajamo a Onganía, rajamo... ELLA — Rajamos, mi comodoro, rajamos ... LUIS — ¿Qué es la libertad? ELENCO — Un compromiso que debemos asumir aquí y ahora.... UNA—Los medios masivos atacan al matrimonio, justifican el adulterio... ELENCO — Ooohhh... UNA — Y la prostitución, y la exaltación del homosexualismo... ELENCO —Ooohhh... UNA — Mientras tanto, se abandonan todas las normas éticas, la moralidad se compra y se vende al mejor postor... ELENCO (Hacen como burbujas, se levantan). Conjunto arranca con el sexto tema.; CANTAN: La gente se mata, la vida se muere y es como si nada, y el mundo cansado mira con tristeza cómo los hermanos entre ellos se matan. Oyeme gritar, mundo, y dime por qué mientras unos beben, otros tienen sed. Cansada, muy vieja, la vida no es nada, unos tienen oro y otros hambre pasan. _________________________ LOS HIJOS DE LA LIBERACION NOEMI KAZAN. “Lógicamente, eso de retroceder en el tiempo para contar un poco de nuestra vida a veces duele. Yo nací en Floresta, en la calle Mercedes, la de plátanos umbrosos. Pienso que mis padres querían tener un hijo y cuando el repollo se abrió y apareció la que suscribe, ya no fui Miguel Angel como ellos deseaban, sino Noemí (a mi vieja le gustaba ese nombre). Mis amigos eran pibes: andaba en remociclo y de la mano del viejo iba a jugar a un potrero. No recuerdo haber tenido en esa época «amiguitas», como siempre se dice. Al barrio lo llamaban «de las casitas baratas»: eran un poco para liliputienses y bastante parecidas entre sí. Se me ocurre que la gente allí era más «linda» que la de ahora. Me gustan las casas chicas, donde parece que hubiera menos lugar para da maldad. También los pasajes: debe de ser por la poca distancia que separa a las personas. También recuerdo un pajarito amaestrado (siempre parado sobre mi hombro) y un perro medio atorrante, Cachito, que me lamía los pies a la hora de la siesta... Asocio muchísimo aquella edad feliz con mi papá: él era fotógrafo y yo su modelo predilecta. Me hacía tomas increíbles: adentro de un balde, con un clavel en la boca, oliéndolo, montada en una escoba... Tengo en casa casi toda mi vida rescatada por ese afán de cautivar el tiempo. El me formó prácticamente a su imagen y -semejanza —no proponiendo solo, sino mostrándome una forma de vivir— y ahora que -soy más grande creo que hubiera entendido —también aprobado— la filosofía hippie. Es que amor y paz fueron la base de su vida. Crecí feliz al lado suyo (no tuve una adolescencia difícil); nos entendíamos a las mil maravillas y charlábamos horas y horas. Política, poesía (el primer poema que escribí, se lo leí a él), folklore... Jamás podré olvidar esas noches de guitarra y su voz de barítono. O la diaria vuelta del colegio, la habitación en penumbras y él —pegadito al tocadiscos— trasportado por Beethoven, su músico favorito. Cuento esto porque para mí fue muy importante en mi formación musical. No se puede disimular que tengo de él un recuerdo imborrable: es que realmente había comunicación. Mientras mamá se preocupaba por mi exterior con una dedicación absoluta, él iba elaborando mi interior. Y, como suele suceder, los chicos crecen: aunque mi vida era a esa altura demasiado normal para mi gusto. Estuve de novia y creo —de no haber mediado la eclosión que hubo dentro mío en esa época— que en estos momentos estaría casada, con hijos... aunque no sería realmente YO. Al darme cuenta adónde iba, rompí con -toldas las ataduras y volé... (o aprendí a volar por mis propios medios). Aquí surge una persona maravillosa: Sergio Malbrán. Gracias a una colecta que hicimos para la Casa del Teatro, encontré un camino para recorrer. Casi todos mis compañeros de entonces están ya ubicados o son casi estrellas. Yo estoy convencida que no me vendería ni vendería mi verdad por un programa en televisión o una fotonovela. El tiempo de la estrellita ya pasó (volver a eso sería como el cangrejo) y éste es el momento de hacer y decir verdades. Con Ariel Allende hice mucho teatro para niños en el Smart: éramos un grupo de veras, y Ariel influyó en mi formación actoral. Cuando murieron mis padres (los dos casi al mismo tiempo), Noemí tuvo que inventarse otra vida y mantenerse por sí misma. Supe lo que es ausencia, soledad y poco a poco me fui dando cuenta de todo lo que había perdido y nunca más recuperaría. Extrañaba todo: la par va caliente al fuego, los pajaritos (casi veinte) criados y amados por mi papá, la perra (a la cual una tarde se la llevó la perrera sin darme tiempo a reaccionar), las discusiones (casi siempre por pavadas mías, con un final de retos y llantos), la música de casa, la guitarra, las voces... Entonces decidí —cuando tuve conciencia que todo eso) ya no existía— guardarme las lágrimas (no me gusta que me vean llorar) y atesoré tantos recuerdos en un pliegue de mi memoria de donde nunca más saldrán (excepto ahora). Por supuesto, no dejé el teatro ni el trabajo. Las cuartillas con poemas fueron creciendo y la música acompañaba mis ratos libres. Lo de Che, Argentina es una experiencia maravillosa: aprendí a palpar y a amar el cuerpo de mis compañeros, a reconocernos en la oscuridad. Ahora sí entiendo realmente el exacto significado de la -palabra PIEL. Nunca terminaré de agradecerles a Juan Falzone, a Carlos y a Hernán la oportunidad de trabajar con ellos y conocerlos. Porque ahora aprendí a conocerme yo. Porque puedo hacer y decir —mediante la obra— lo que siento y cómo lo siento. No sé si mi personaje es perfecto, si está correctamente trabajado o no, pero lo importante es mi cambio como persona, liberada de complejos y trabas, esos que generalmente atan a la gente de teatro. Noemí no es ahora la misma que tres meses atrás pisó el primer ensayo. Fundamentalmente soy feliz porque en este momento tengo junto a mí a alguien que pudo domesticarme y que con su forma de ser, que antes yo no entendía, está enseñándome a comprender el real significado de la palabra AMOR. ¿Es que puedo decir más?” OSCAR YALJ. “Al ritmo de esta época yo no dejo escapar ni un minuto: siempre ocupado, jamás de brazos cruzados. Intento comprender a los demás y que ellos me comprendan a mí. Monetariamente dependo de mis padres y, en forma circunstancial, de lo que pueda ganar con el teatro. Obviamente, sé que tengo que buscar algo más fijo. Como empecé Arquitectura (aunque largué pronto), a lo mejor enganchar en algún estudio como dibujante. Además, seguí decoración hasta tercer año. Pero siento que realmente mi vida está en el teatro. Vivo con los viejos en San Isidro: nos llevamos bien y están contentos con lo mío porque saben que lo hago con ganas. Soy muy compinche con mi hermana, mi admiradora incondicional. ¿Si en el grupo hay broncas? Las comunes, pero en seguida se arregla cualquier discordia. Es que los chicos son bárbaros. Definir el amor resulta un poco complicado, pero para mí es la entrega completa de una persona a otra. Aunque sé que también amo en otras circunstancias: al ayudar a un amigo, cuando juego con mi sobrino, caminando por una plaza o al mirar una hoja seca. Hace tres años, con un grupo de amigos, constituimos un grupo de teatro. Eran mis primeros pininos y nosotros mismos escribíamos los textos. Actuamos en café-concerts, en la Biblioteca Popular de San Isidro y en instituciones benéficas. Con un audiovisual nos fue bastante bien. Aquí caí porque un amigo me pasó el dato: hice la prueba y ahora estoy arriba del escenario. El 72 se presenta muy movido: comienzo segundo año de danzas clásicas y modernas con Oscar Aráiz, y con Jorge Petraglia el seminario de teatro en San Isidro. Además, el 15 de marzo inicio una experiencia de teatro danza con Ana Itelman. Y, por supuesto, seguir a muerte con Che, Argentina. Si Dios quiere.” PANORAMA, FEBRERO 29, 1972 |
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