Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado
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5 momentos decisivos en la trayectoria artística de Charlo 1 La primera actuación de Charlo, como cantor, fué un simple pasatiempo; esto último, sin comillas. Fué en L O X, la veterana Radio Cultura, en “aquellos tiempos de feliz memoria’’; en 1923, para ser más precisos. Como sucedía entonces muy a menudo, en determinado momento de la transmisión la emisora se encontró sin números. El “speaker” recorrió con la mirada la sala y no viendo a alguien que pudiera salvar la situación, comenzó a leer los telegramas de un diario. (Pese al progreso de la radio, las “noticias desde...”, son todavía hoy un recurso que salva muchos trances difíciles). Pero las noticias escaseaban; un joven que estaba allí, de simple visitante, ofreció su ayuda. Y cantó varios tangos, acompañándose al piano. Cantó completamente sereno, seguro de sí mismo, sin darle mayor importancia al micrófono y a los ‘que lo rodeaban. Era Charlo, que hacía su “debut” oficial como cantor, sin imaginarse ni remotamente que en aquel instante decisivo de su -vida iniciaba sus grandes triunfos artísticos. 2 Un año más tarde, en 1924, Charlo era un nombre con el cual comenzaba a familiarizarse el público. La vocación había dado paso al trabajo serio, que si bien presentaba sus dificultades brindaba satisfacciones y halagos; el pasatiempo había dejado de ser tal, para convertirse en algo de mucha importancia. Se le presentó, entonces, la oportunidad de dar mayor trascendencia a su labor. Con la orquesta del maestro Roberto Firpo debía grabar varios discos: la ocasión de escucharse a sí mismo, de llevar su voz “empaquetada” a diversos países. Y aunque los discos que grabara en esa, ocasión no salieran a la venta, por circunstancias que no es del caso consignar, significó, de todas maneras, su “debut” fonográfico. Muy poco debía tardar en dejar su voz impresa en la cera, para que los que se entusiasman con sus creaciones pudieran escucharlo cuando y tantas veces como lo desearan. Ese fué otro instante de gran significación en su carrera. 3 “...La radio, los discos... todo es muy lindo... ¡Pero esto es diferente!”. Así intentaba justificar Charlo la nerviosidad que lo dominaba, entre bastidores, mientras el público que ocupaba todas las localidades del teatro General Belgrano, aguardaba ansiosamente su primera presentación personal. Debía cantar con Canaro y Firpo, y también acompañándose al plano; todo había sido cuidadosamente ensayado y los detalles previstos. Pero fué necesario llevarlo al escenario a empujones. Una ovación sostenida lo recibió: los nervios iban de mal en peor; pero Charlo comprendió todo lo qué representaba para su futuro ese “debut” en escena. Y sobreponiéndose al estado de ánimo que lo invadía, cantó; y cuando su figura airosa, se inclinó para agradecer los aplausos; cuando voces femeninas corearon su nombre, comprendió que había vencido. Aquel era otro de los momentos decisivos: era el surgimiento del “cantor de las mil novias”. 4 1926; un nuevo invento, recién llegado n la Argentina, presenta sus primeros ensayos: el cine sonoro. Y cuando es necesario hacer algunas pruebas locales de filmación, el primer cantor en quien se piensa es en Charlo. Se ubica ante la cámara y canta; los técnicos tienen la misma incertidumbre que él sobre el resultado. Luego se juzgan las pruebas: es fotogénico... y en cuanto a la voz, nadie la reconoce; deficiencias de grabación. Por eso, su “debut” oficial en el cine hay que considerarlo en “Puerto Nuevo”. Charlo nos confiesa, que recién cuando estuvo frente a la cámara comprendió la trascendencia del paso que iba a dar. No ha quedado satisfecho de su labor, ni mucho menos. Pero ha servido para ratificar su enorme poder de atracción: en los cines de todos los países sudamericanos y centroamericanas, se obligaba a bisar las canciones que tiene a su cargo en las películas. Por eso, y aprovechando la experiencia anterior, poniendo entusiasmo y contracción al estudio, volverá a filmar. Y será entonces un sexto momento decisivo en su trayectoria artística. 5 Fué el año pasado; él mismo no podía explicárselo. Tan familiarizado con el micrófono, habiendo filmado ya... y sin embargo... El hecho de presentarse como primer actor en una compañía radioteatral lo tenía intranquilo. El autor, sus compañeros, trataban de tranquilizarlo; le aseguraban que estaba perfectamente, que el éxito estaba descontado... Pero Charlo no se convencía; una sola cosa le preocupaba: ¿Qué opinará el público?... ¿Qué dirían “sus” oyentes? Porque hay algo que él nunca desea: defraudar a su público, del que tantas pruebas de afecto y adhesión ha recibido. Y cuando pronunció las primeras palabras de su papel, entrevió a los millares de radioescuchas siguiendo sus frases, emitiendo sus juicios. Pasados unos días, fueron las cartas de esos mismos oyentes quienes le despertaron confianza, al alentarlo y elogiarlo. Pero Charlo incluye su presentación como galán radioteatral en los cinco momentos decisivos que glosa esta nota. Revista Radiolandia 15.05.1937 |