Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

Rina Morán y Beba Vignola
BEBA VIGNOLA Y RINA MORAN, LAS SACERDOTISAS DEL FONTANA SHOW

CARCAJADAS PARA EL DESAYUNO
Las jubilosas animadoras del más popular programa radial matutino revelan a SIETE DIAS algunos rasgos de su personalidad: se confiesan tímidas, verborrágicas y amantes de la vida hogareña. Y se divierten pensando cómo las imagina el público
La explosión retumba casi todas las mañanas, cuando dan las ocho y media; en ese momento, una troupe de seis personas capitaneadas por el veterano animador Jorge Cacho Fontana irrumpe como un vendaval en uno de los estudios de Radio Rivadavia, para diagramar el. “ómnibus” radial más difundido y estrepitoso de la última década: un popurrí de avisos melodías, reportajes, glosas y chistes del más diverso calibre que durante tres horas se desgrana sobre los oyentes, apuntalado por el nervio de Fontana y por la Incontenible hilaridad de sus parte-naires María Esther Vignola y Rina Morán. Las sonoras carcajadas de las locutoras invaden los hogares y quiebran la monotonía de los taximetreros, sin lugar a dudas el gremio más adicto a este perdurable Fontana Show nacido en 1960.
Lo cierto es que tanto los más ácidos detractores como los seguidores más fieles del ciclo son capaces de identificar a esas dos voces femeninas con espeluznante precisión. No ocurre lo mismo con sus fisonomías; por distintas razones —comenzando por una suerte de pudor profesional que contradice esa fama ruidosa y frívola— no es común que den la cara: una situación compartida con la mayoría de sus colegas, y que obliga a los oyentes a tejer todo tipo de conjeturas cuando se los enfrenta al quid de imaginar a las chicas del show: “¿Qué quieren que les diga?, a mí se me hace que son una mezcla de Anita Ekberg, Nelly Trentl y el Topo Gigio”, se afiebró Aníbal Delflno, joven taximetrista porteño. En cambio, para la estudiante de psicología Noemí Bal (23, nacida en Rosario) “han de ser flacas, pero no me cabe duda de que están totalmente histéricas”. Otras fantasías oscilan entre concebirlas como “unos budinazos, eso es lo que son” (según supone el bancario Esteban José Rial) o “viejas, gordas y bigotudas; para mí que se hacen las tontas a propósito", en el contundente dictamen de la ama de casa palermitana Margarita Silustro.
Con la intención de disipar tales equívocos, SIETE DIAS comprometió a ambas locutoras a un diálogo capaz de develar tanto misterio. Se enhebró en el departamento de María Esther Vignola —o Beba, si se prefiere apelar al sobrenombre— en el barrio de Belgrano.
La primera en presentarse fue Rina Moran (36, una hija), que aunque tímida igual que su compañera cumple “el rol de la agresiva, por mi propio temperamento". Su verdadero apellido es Tresenza y conviene recordar que José Tresenza, su padre, fue un conocido actor y director teatral que cosechó gran popularidad, especialmente con un radioteatro titulado ¡Peter Fox... lo sabía!
—¿Cuándo comenzó tu quehacer en el mundo artístico?
Rina arquea las cejas, se alisa los pantalones y mira fijamente a su hija de 21 años, alta y elegante, quien ha venido a acompañarla.
—Temprano. Todo lo hice temprano en la vida: trabajar, casarme, | ser madre, separarme... Quizás sea demasiado impaciente, ¿no? ...
¡No, qué broma! Trabajar no lo hice por impaciente, sino por necesidad. En casa siempre hubo urgencia de plata. (Recuerda que unos 30 años atrás, el célebre Luis Arata la llevó a Córdoba para hacer el personaje de Cielito, en Los chicos crecen ...) Ese fue mi primer trabajo. Pero en lugar de traer un montón de dinero, la Gringa (así me llaman) volvió con los brazos llenos de regalos para todos.
Si la infancia de Rina Moran no fue un lecho de rosas, los primeros años de Beba Vignola (36, dos hijos) trascurrieron apaciblemente. Convencida de su voluntad de convertirse en actriz, concluyó la escuela primaria y se inscribió en el Conservatorio Nacional de Arte Dramático. De no haber mediado un certamen que motorizó la firma publicitaria McCann Erickson, en busca de "una voz nueva" para la radio, es posible que hoy se dedicara a esgrimir el oficio de actriz. Como ella lo explica: "No sé si por suerte o no, pero gané el concurso. Estaba radiante de alegría. Tenía 14 años y ya podía trabajar profesionalmente. Me ofrecían nada menos que ser protagonista en un radioteatro en Splendid. ¿Te das cuenta lo que podía significar eso para una mocosa?”.
Y es precisamente ésta la primera encrucijada) que debe resolver en su vida. Antonio Cunill Cabanellas, director del Conservatorio, la llama: debía razonar seriamente' la decisión a tomar, ya que no se permitía el estudio y trabajo simultáneos. “Me hizo llorar —recuerda—. Me dijo palabras sensatas pero un poco crueles, como: Mirá que las estrellas que se encienden de golpe se apagan rápido... Me angustié mucho, pero finalmente opté por dejar el Conservatorio. En seguida, tres años de euforia en radio Splendid, y repentinamente el programa se levanta. ¿Vos creés que hice algo para conseguir trabajo? No, sentía un poco de culpa por haber abandonado el Conservatorio, pero mi timidez me impedía salir a buscar empleo. Por fortuna, llegó solo. Noventa días más tarde firmaba un contrato con una importante empresa para hacer la locución comercial en Radio El Mundo.” A partir de entonces, y por el término de diez años, sus esfuerzos estarán dirigidos a lograr imponerse en ese métier.
Morán escucha las evocaciones de Beba con notorio respeto, escoltado por una visible admiración; pero no deja de señalar que el factor suerte puede ser decisivo: “Fuiste afortunada en todo —recalca—. Entraste a la radio por la puerta grande, quisiste tener una hija y la tuviste; buscaste el varón y ahí lo tenés a Ramirito ...” (Este, que durante toda la entrevista anduvo revoloteando por el living, aprovecha la observación para inventar alguna diablura.)

¿GORDAS, VIEJAS Y FEAS?
A pesar de haber trabajado intensamente cumpliendo suplencias como locutora y actriz en distintos teleteatros, Morán nunca gozó la-tranquilidad de contar con un trabajo seguro por mucho tiempo, antes —claro está— de ingresar al equipo del Fontana Show. Surge entonces la pregunta:
—¿Dónde se conocieron, y cómo pasaron a formar parte del programa?
Morán: —En una oportunidad me llamaron de Radio El Mundo para reemplazar a Beba, que estaba de vacaciones. Para mí significó una prueba de fuego porque la Vignola era, indudablemente, la voz... pero salió bien.
Vignola: —Donde realmente nos conocimos fue en el programa de Fontana: calcula que hace unos 12 años que trabajamos juntas. Antes sólo nos conocíamos de oído y de ojito.
(En el año 1960 Fontana creó su show secundado solamente por Vignola; meses más tarde, Morán pasó a formar parte del grupo.)
—¿Por qué suponen que fueron elegidas?
Vignola: —Fontana y yo habíamos trabajado juntos en distintas
emisoras y nos conocíamos bastante; él sabía lo que yo daba.
Morán: —Creo que lo que Cacho supo valorar fue nuestra condición de actrices. No éramos meras pasadoras de avisos sino que sabíamos interpretar textos, algo fundamental.
—¿Los doce años de trabajo ininterrumpido en un mismo programa no envuelven el riesgo de hacerlo rutinario?
Vignola: —De ningún modo, porque la línea emprendida va siempre en ascenso. Fontana enriquece constantemente su audición y eso impide la monotonía.
Morán: —Yo diría que Cacho no nos permite aburrirnos.
—Ustedes desorientan a menudo a los oyentes, no sólo con comentarios, sino también con risas que sólo ustedes comprenden. ¿Esa modalidad es espontánea, o forma parte de una intención preestablecida?
Morán: —Mirá, pienso que una de las virtudes del programa es que tiene un ritmo tan ágil y espontáneo que muchas veces nos confunde 2 nosotras mismas.
Vignola: —Nosotros no estudiamos los libretos, sino que los desarrollamos directamente en el aire. A menudo a Fontana se le ocurre cambiar el final de un chiste o modificarlo completamente sobre la marcha. Sus ocurrencias suelen ser explosivas, y nosotros no podemos dejar de festejarlas.
—¿Saben que la imagen física que proponen a los oyentes no es muy atractiva?
Vignola: —Claro, sabemos que nos imaginan gordas, viejas y feas.
Morán: —Y yo agregaría: casquivanas e infradotadas ... Pero por fuerza, ya que los personajes que representamos son bastante esquemáticos.
—El Fontana Show es un programa sembrado de intenciones dobles, lo que hace que ustedes se vean envueltas además en un clima de picardía. ¿Esta aureola especial las beneficia o, perjudica?
Vignola: —Yo lo encaro profesionalmente, de modo que si la interpretación es buena me beneficia. Por otra parte, en mi vida privada soy tan exageradamente doméstica y familiar que los que me conocen se divierten muchísimo oyéndome en la radio.
Moran: —Yo no creo que reine clima de licenciosidad en el programa. Es cierto que es pícaro, que Cacho a veces lo hace un poco “amarronado”, pero le gusta a todo el mundo y no hace mal a nadie. El taximetrista en la calle y la señora en su casa se ríen junto con nosotros.
—¿Qué piensan de Fontana?
Moran: —Que es una persona con una incalculable capacidad de trabajo y con tal convencimiento de lo que está realizando que contagia a todo el mundo.
Vignola: —Si hubiera que señalar un defecto, dentro de todas las cualidades que tiene Fontana, yo diría que es creerse omnipotente. Pero, ojo: no por vanidad, sino porque no puede con su genio de estar en todo.
Rina Morán—Ultimamente, ¿qué es lo que ha hecho más feliz a Rina Morán?
—Que el gran humorista Quino me eligiera para hacer las voces de Manolo y de Mafalda, en su largometraje. Yo adoro la ternura de Mafalda y pienso que a través de ella pude dar un poco de rienda suelta a la mía.
—¿Y a Beba Vignola, qué es lo que la hace feliz?
—Estar con mi familia y verla crecer.
—¿Cuántas cartas reciben por día?
Vignola: —Bueno ... Cacho recibe cantidades; a nosotras, en comparación, nos escriben poco, digamos unas 4 contra 50 diarias.
—¿Nunca reciben críticas o comentarios adversos al programa?
Vignola: —No, realmente jamás.
—¿Es común que la gente las espere a la salida de la radio?
Vignola: —Sí, pero sólo para que actuemos como intermediarias con Cacho, para que les consigamos algún trabajo, una entrevista, o simplemente una fotografía autografiada.
—¿Qué hacen ustedes durante las pausas que les permite el show?
Vignola: Chimentamos como locas: de todo, del ambiente, de nuestros problemas, de la moda. A menudo Cacho nos tiene que frenar: después de tres horas de estar sentadas juntas, dos mujeres pueden sacar a Dios de las casillas. ¡Pero la gran orgía es el sábado, cuando nos atoramos con medias lunas y mermelada! .
—¿A qué atribuyen el éxito del Fontana Show?
Vignola: —Fundamentalmente, a que supo hacerse realmente popular. Quiero decir que en el show tanto se puede hablar de fúbol, como de boxeo, literatura, o presentar a un premio Nobel ... ¡Y, por supuesto, al trabajo de Fontana!
Revista Siete Días Ilustrados
03.04.1972
 

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