Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

acuerdos políticos
La medicina del acuerdo
Cuando el lunes 13 de marzo se produjo en la quinta de la calle Navalmanzanos 16, Madrid, el abrazo de Puerta de Hierro entre Juan Domingo Perón y Arturo Frondizi (ver pág. 14), parecían llegar a su apogeo las tendencias acuerdistas en la política argentina. Ese mismo día, desde Córdoba, Alcides López Aufranc refirmaba el respaldo absoluto de los mandos militares al Gran Acuerdo Nacional y daba crédito a un encuentro entre el jefe justicialista y el presidente Alejandro Lanusse. Se trataba, por cierto, de una voz autorizada: quizás la de quien dentro de cuatro o cinco meses asuma la Comandancia en Jefe del Ejército. Además, la de un hombre a quien muchos observadores adjudicaban una actitud contraria a la salida electoral.
Como si un genio de inmenso poder guiara los acontecimientos en las últimas semanas parecían acelerarse los milagros: la Confederación General Económica reunía en el Plaza Hotel —el jueves 9— a todos los jefes políticos tradicionales; Juan Perón indicaba a José Rucci —en carta publicada el lunes 13—, que manejara con prudencia las protestas sindicales; el martes 14, la Embajada argentina en España anunciaba que Juan Perón podía pasar a retirar por sus oficinas el pasaporte que le permitiría viajar a la Argentina. Como para subrayar esa posibilidad, el Justicialismo compraba una casa en Vicente López para que sirva de residencia a su líder. ¿Cómo orientarse en medio de tantas novedades?

LA HORA DEL ACUERDO. Una intensa agitación periodística otorgó al encuentro Perón-Frondizi un papel fundamental en el acuerdo promovido por el gobierno del general Lanusse. El Frente Cívico de Liberación Nacional (FreCiLiNa), promovido por el jefe justicialista, parecía ser la llave política que abriría la puerta del comicio en la Argentina. Tanta euforia no ha servido para aclarar los hechos, sino para oscurecerlos.
En verdad, los protagonistas del GAN no son Perón y Frondizi, sino el caudillo exiliado y Alejandro Lanusse, en tanto comandante del Ejército. El papel de intermediario que en 1958 jugara el integracionismo carece ya de necesidad desde el momento en que las dos grandes fuerzas que han venido enfrentándose en la política nacional desde 1955 —el peronismo y los militares que no renuncian a la tradición de la Revolución Libertadora— han encarado el diálogo directo.
Con todo, un acuerdo chico entre Lanusse y Perón no alcanzaría para obtener a corto plazo la deseada estabilidad institucional. Para ello se precisa la coincidencia de los dirigentes políticos, empresarios y gremiales de todas las instituciones establecidas.
La Hora del Pueblo fue el primer ámbito de la estrategia acuerdista. En el seno de la coincidencia, la presencia del peronismo aparecía diluida y aceptable para los militares más recalcitrantes. El radicalismo, como partido mayoritario de tradición liberal, cumplía el papel de avalista principal en la política de diálogo.
Pero a medida que las coincidencias se acercaron al momento de las definiciones, Juan Domingo Perón inició un enroque para fortalecer su propia capacidad de negociación en el seno del acuerdo: en ese momento comenzó a nacer el FRECILINA (Panorama adelantó este cambio de táctica del General en su número 235, del 26 de octubre de 1971). Perón aspira a encolumnar detrás de él a todos los sectores no peronistas del Frente Nacional (conservadores populares, radicales intransigentes, nacionalistas, socialcristianos y frondizistas). Con ese poder llegará a la mesa de negociación para pulsear con los continuadores acuerdistas y moderados de la Revolución Libertadora: los actuales mandos militares y el radicalismo acaudillado por Ricardo Balbín.
Al plantear el Frente Cívico, Perón reconoce algo que no siempre aceptan sus partidarios: que el peronismo no es el único sector del Movimiento Nacional, aunque sea el mayoritario. La presencia de Arturo Frondizi, a menudo resistida por radicales y militares, quedará limitada dentro del Frente: como señaló Perón en Madrid, Frondizi es un "alto oficial" del FreCiLiNa, pero no su comandante. Difícilmente, pues, los desarrollistas se sienten a negociar en la cúspide: allí, la voz que representará a los "nacionales" será la de Perón.

EL PANORAMA ELECTORAL. En tanto la marcha del GAN se siga desarrollando sobre tan aceitados rieles, es muy probable que la estación terminal —el comicio— se aproxime más velozmente. ¿Por qué no pensar, pues, como adelantó Panorama en diciembre (número 243) que las elecciones se realizarán antes de que termine 1972?
Si eso ocurre, el horizonte político puede aparecer muy simplificado. El Estatuto de los Partidos que produjo el Ministerio del Interior, al exigir un número mínimo de afiliaciones para otorgar el reconocimiento, se ha encargado de borrar del mapa a algunas fuerzas ficticias. Los frentes y las coincidencias reducirán aún más la vegetación partidaria. Si el GAN llega hasta sus últimas consecuencias, si Ricardo Balbín logra enderezar su partido a pesar de las oposiciones (ver recuadro), es probable que el FreCiLiNa, la UCR y el Ejército concuerden en una candidatura presidencial común.
A la derecha de esa coalición que cubrirá un ancho centro del escenario político, la Nueva Fuerza de Álvaro Alsogaray (si logra los afiliados suficientes para conquistar la personería electoral) recogerá los votos de los sectores más duros del liberalismo.
Quedará un casillero vacío a la izquierda. ¿Quién podrá cubrirlo? El Encuentro de los Argentinos no parece dispuesto a correr esa carrera, ya que ha renunciado a solicitar su reconocimiento electoral. La Democracia Cristiana que orienta Horado Sueldo y el Frente de Izquierda Popular, que impulsa Jorge Abelardo Ramos, pretenden ganar al imponderable público que prefiere soluciones radicalizadas. En los próximos meses, la prueba de los hechos someterá al GAN a su examen más riesgoso. Si Alejandro Lanusse y los jefes de los partidos tradicionales consiguen superarlo, quizás el régimen político argentino alcance una estabilidad. De lo contrario, quedará demostrado que es muy difícil alzar una cacerola tomándola por la tapa.
Jorge Raventos

___recuadro en la crónica___
Radicalismo: Que se abra pero no se rompa
Desde la semana pasada puede afirmarse que Raúl Alfonsín es hijo político de Ricardo Balbín por partida doble. En efecto: fue desde la entrada misma del balbinismo bonaerense que se hizo crecer durante los últimos años la figura de Alfonsín, un hombre joven, de Chascomús, con el physique du rol justo para encarnar un cambio moderado en el viejo partido de Leandro Alem. Para nadie era un secreto que él ya había sido designado como el delfín de don Ricardo. Sin embargo, el domingo 12 de marzo, una nueva decisión de Balbín otorgó al político de Chascomús la posibilidad de ser el jefe de la oposición de izquierda al Comité Nacional de la UCR. ¿Cómo llegó a suceder tal cosa?
Sin duda, la voluntad íntima de don Ricardo lo empujaba a dar un paso al costado para permitir que su partido llegara con aspecto renovado a la prueba del comicio. Pero los avatares del Gran Acuerdo concentraron sobre el viejo caudillo poderosas presiones, tendientes a evitar un cambio de rumbo en los momentos cruciales de la política de institucionalización.
La imagen renovadora, algo izquierdista, que el mismo círculo de Balbín proveyó a Alfonsín, se llenó de contenido —a despecho de la voluntad de éste— por el empuje de los sectores juveniles y universitarios afiliados al radicalismo. Cuando don Ricardo decidió aceptar la candidatura para la presidencia del Comité Nacional, esos grupos tomaron como bandera a Alfonsín. ¿Qué podía hacer éste? Una opción era acceder al segundo puesto que le ofrecía su maestro. La otra, aceptar el enfrentamiento en las elecciones internas. El 16 de marzo en una Carta a los amigos que Raúl Borrás —uno de los promotores del alfonsinismo— leyó a los periodistas, el hombre de Chascomús se decidió por la segunda vía.
Contrariamente a lo que algunos observadores apresurados juzgaron, la actitud de Alfonsín no debilita a la UCR; por el contrario la fortalece relativamente. En efecto: de haber aceptado un segundo puesto en la lista única, Alfonsín hubiera quedado aprisionado en la red de acuerdos que Balbín deberá promover o aceptar para llegar a la salida electoral. Sin una válvula de contención, la izquierda radical sin duda habría marchado hacia la escisión. En cambio, ahora cuenta con una esperanza en la lucha interna por la renovación partidaria. Sin duda Alfonsín obtendrá los votos suficientes para llegar como minoría bonaerense al Comité Nacional, pero lo hará con libertad de acción; podrá entonces constituirse en un canal integrador de los sectores rebeldes. Pasadas las circunstancias del Acuerdo, su figura crecerá. Esta, además, no es la hora de los intransigentes.
¿Peligra en algo la conducción balbinista por esa presencia opositora en el seno del Comité Nacional? El radicalismo es un partido acostumbrado a las pugnas internas. Por lo demás Balbín no se equivocó al decir que "ésta no será una lucha sino un encuentro entre amigos". El sabe bien que su ahijado político ha salido de la matriz de su movimiento, que son pocas las cosas que los separan ideológicamente. ¿Acaso Alfonsín se opone al proceso de institucionalización? De ningún modo: él también quiere "el cambio en paz". Sólo que no desea la responsabilidad de suscribir los acuerdos. Pero sabe también que es preciso que Balbín lo haga para que el partido en su conjunto recobre el ámbito electoral, en el que se mueve como pez en el agua. En una palabra, Alfonsín no es peligro para el balbinismo porque él (y todos los dirigentes opositores) sabe que no tienen política alternativa. Lo demás se reduce a la lucha por las posiciones.
Donde pueda quizás surgir un elemento de diferenciación será en el momento crucial del acuerdo: cuando deba decidirse si los grandes partidos que están sosteniendo el proceso de institucionalización presentan una candidatura conjunta o marchan separados al cuarto oscuro. La dirección balbinista, que ya está preparada espiritualmente para apoyar a un candidato de coincidencia, se encontrará allí con la presión adversa de las tradiciones radicales, enemigas de todo pacto electoral. Quizás en ese caso Alfonsín encuentre fuerzas para llevar su oposición hasta las últimas consecuencias. Pero sólo le quedará como posibilidad la ruptura y ésa es una aventura que difícilmente emprenda, a pesar de las presiones que sus bases puedan ejercer sobre él. "En lo personal hubiera deseado otra cosa. Casi diría que cualquier otra cosa", afirmó Alfonsín en su carta. Ese no parece el armamento moral de un hombre que se apresta a quebrar un partido, sino el de un discípulo turbado al que las circunstancias convirtieron en algo que no aspiraba a ser.
Desde ahora, Raúl Alfonsín deberá caminar sin andadores. Deberá estructurar una plataforma, separar su figura de la del jefe. Pronto se sabrá si el hombre, tiene uñas de guitarrero.
J. R.
_______________________________
Perón - Frondizi: El acuerdo de Madrid
La información que sigue tiene el valor de un documento. Mientras Armando Puerile, corresponsal de Panorama en Madrid, atendía todas las evoluciones del encuentro entre los ex presidentes Juan Perón y Arturo Frondizi, un observador privilegiado —el periodista Marcos Merchensky—, integrante de la ¡minúscula comitiva de Frondizi, tornaba las notas que se trascriben a continuación. Al margen de su peso informativo, este texto tiene también un peso político. Algunos de los detalles reseñados por Merchensky son inéditos para el lector argentino.
La rigurosa consigna fue “sin fotógrafos”. El protocolo creado para la entrevista de Arturo Frondizi y Juan Perón: que Frondizi fuera recibido por José López Rega a la entrada de la quinta 17 de Octubre, y saludado por Perón sólo cuando hubiera traspuesto la puerta de la casa. Esto ocurrió el lunes 13, a las seis de la tarde. Afuera quedaba un compacto grupo de periodistas que representaban a periódicos y canales argentinos y españoles.
A las 9 de la noche, los dos ex presidentes salieron del porche. Esta vez el protocolo mostraba, a través de su sensible cambio, cuál había sido el resultado de la conferencia. Perón y Frondizi se confundieron en un cálido abrazo. Como si quisieran que di gesto no se perdiese —o bien guiados por un súbito afecto— lo repitieron. Testigos fueron La historia, el pequeño grupo de periodistas y alguna brumosa fotografía tomada a la distancia por desesperados fotógrafos, cuyos flashes en la oscuridad tenían el carácter de una protesta o de un frustrado anhelo.
acuerdo politicoAhí quedó el abrazo. Y comenzó el misterio. ¿Hasta dónde llegaron los dos ex presidentes en su análisis y su acuerdo? La primera afirmación que puede formularse es que ha nacido el Frente.

ANTECEDENTES. Ha nacido el Frente, que por ahora es una criatura a la vez débil y fuerte. Su fortaleza radica en el número (Perón le atribuye el 90 por ciento de las voluntades populares en la Argentina) y en que, según sus partidarios, interpreta las necesidades históricas del país. Su debilidad consiste en la importancia de los enemigos con que cuenta, que son escasos pero poderosos.
Quizás sea por ello que ni Frondizi ni Perón quieren adelantar nada de lo acordado en Puerta de Hierro y se limiten a señalar que habrá nuevos encuentros. El próximo, seguramente, tendrá lugar hacia fines de marzo, cuando Frondizi concluya su gira europea, siempre que Perón e Isabelita hayan regresado de las sierras de Guadarrama, hacia donde partieron el martes por la tarde.
Los analistas juzgan que todo comenzó cuando Rogelio Frigerio visitó a Perón hace dos meses. En largas sesiones, estos dos políticos que se empeñan en ser amigos por encima de cualquier otra circunstancia, analizaron detenidamente la situación del país y la estrategia aplicable a la situación. En realidad, estas conversaciones repetían de alguna manera un diálogo comenzado un año antes, también en la quinta 17 de Octubre, cuando la situación del país aparecía ya en una coyuntura de extrema gravedad.
Como en enero de 1972, en diciembre de 1970 Perón y Frigerio estuvieron de acuerdo, pero entonces el ex presidente prefirió someter a la consideración' del Comando adelantado en Buenos Aires el documento que elaboró en aquella ocasión. Jorge Daniel Paladino se lo metió en el bolsillo, con la consigna de analizarlo en comité y darlo a publicidad “en el momento oportuno”. En realidad, el ex delegado personal de Perón sólo se acordó de sacar del bolsillo la carta, cuando su mandante se lo exigió desde Madrid. Aun así, le impuso riguroso veto y, en consecuencia, el mensaje de Perón nunca fue conocido. También se atribuye a Paladino haber dejado olvidada en ese ancho y profundo bolsillo alguna carta que el jefe justicialista enviara a "su amigo Frigerio". Parece ser que esta conducta figuró en el capítulo de cargos que decidió el relevo de Paladino, ahora empeñado en constituir una ala justicialista proclive al “acuerdo” propuesto por el gobierno.
Al promediar febrero se publicó el documento de Perón con los diez puntos que serían la base programática del Frente. Entonces ya se vio que su camino no sería fácil. Trasmitido a Buenos Aires como un trascendido de la agencia española Efe, se le negó autenticidad. Pronto se supo que era genuino, puesto que lo publicó el periódico oficial del peronismo, Las Bases.
Los 10 puntos fueron recogidos por el desarrollismo, y Frondizi los adoptó como su propia bandera de batalla. El paso siguiente sería la visita de Frondizi a Madrid que había sido acordada en principio en la reunión de Frigerio con Perón.

ENTRETELONES. Los aspectos formales de la entrevista se conocen en forma indubitable. Hubo una brevísima introducción, en la que acompañaron a los ex presidentes, Isabelita Perón, López Rega y Giancarlo Elia Valori, quien en los últimos meses ha trabado una gran amistad con la quinta 17 de Octubre. Viaja con frecuencia a Madrid, desde Roma donde, entre otras múltiples funciones, es secretario del Instituto de Relaciones Internacionales. Valori exhibe hermosas fotos que se ha tomado reiteradamente en compañía de los esposos Perón y para los periodistas se ha convertido en la cuarta vertiente informativa de la Puerta de Hierro. Las otras tres son, obviamente,
López Rega, Héctor Villalón y los amigos de Jorge Antonio. Curiosamente, casi nunca concuerdan en sus versiones con lo que la labor periodística se convierte en un juego de evaluaciones.
El despegue 'hacia el encuentro a solías parece haber tenido algunas dificultades; mientras la prudente Isabelita se retiró rápidamente, los otros dos contertulios se quedaron arrellanados en sendos sillones. Ambos se atribuyen haber instado al otro a una prudente salida. Lo cierto es que luego fue López Rega quien volvió a la reunión por muy breves instantes. De todos modos, la casi totalidad de las tres horas fueron gastadas a solas por los dos ex presidentes.
En la última etapa, hubo múltiples cortesías y gestos amistosos. Frondizi cumplimentó a Isabelita señalando que la única mujer presente en la reunión convocada por la CGE, el jueves 9, pertenecía al MID (Blanca Stábile). Isabelita correspondió dedicando cariñosamente un documento de la rama femenina del peronismo a la hija de Frondizi, Elenita. Luego llegaron las despedidas y los abrazos, que en los círculos argentinos de Madrid, generalmente peronistas, ya se llaman ‘'los abrazos de Puerta de Hierro”.
El hecho representa algo curioso en la política argentina. Por primera vez Perón y Frondizi hablaron entre sí después de treinta años de que el más anciano —pero el último en ingresar a la arena política, Juan Perón—, irrumpiera en la historia en forma tan estrepitosa. ¿Cómo lograron eludirse a lo largo de estas tres décadas?
En 1945, Perón buscaba el apoyo de los radicales intransigentes. Toda la, dirección de esa ala del radicalismo se entrevistó con el entonces coronel, pero Frondizi no acudió a la cita. Sin embargo se negó a participar en los actos de la Unión Democrática y luchó dentro del radicalismo para que esa alianza “con la oligarquía” no se consumara.
Mientras fue diputado Frondizi se caracterizó por su "oposición constructiva". Los unionistas lo sospechaban de colaboracionista, aunque siempre se debatió en defensa de sus compañeros agredidos. El cree que no le perdonaban poner los intereses del país por encima de los de la facción. Se hizo amigo del general Savio y colaboró en la confección de la Ley Siderúrgica. Con ese motivo vio a muchos militares, pero nunca al general Perón.
En 1955, cuando Perón hizo el llamado a la conciliación nacional la entrevista era más posible que nunca, ya que Frondizi presidió el Comité Nacional de la U.C.R. Estuvo a punto de ocurrir, pero no se dio. Frondizi pronunció un duro discurso y Perón contestó con la famosa amenaza de ahorcar a los opositores. Fue el anuncio del "5 por uno".
A pesar de todo, en 1958 Perón dio la orden de votar por Frondizi pero quien convino las condiciones del Frente con el ex presidente fue Frigerio, no Frondizi. Todavía se discute si hubo pacto escrito o no; si las dos firmas estuvieron juntas, o no.
En 1963 volvió a tejerse la complicada trama de un frente del que resultó candidato vetado el conservador popular Vicente Solano Lima. Esta vez la reunión era prácticamente imposible: Perón se encontraba exiliado en Madrid, Frondizi recluido en el sur del país.
Por fin, este 13 de marzo —curiosamente al cumplirse el 5º aniversario del lanzamiento de la política económica de Adalbert Krieger Vasena a la que ambos ex presidentes atribuyen el origen del "desastre nacional”— los dos políticos argentinos que ocuparon la primera magistratura del país, que fueron muchas veces adversarios y otras muchas aliados, se vieron las caras. Los politicologos podrán sacar las conclusiones del caso.

EL ENCUENTRO. Los periodistas mataban el tiempo de la espera frente a la Puerta de Hierro y a ratos en el bar del Monte Real, lujoso hotel donde suelen alojarse los peronistas que quieren estar cerca, del líder, conjeturando sobre la conversación secreta. "Bueno, ya ahora han dejado atrás las inclemencias del tiempo en Madrid”, o "Todavía deben estar en el capítulo de la rendición de cuentas” y alguno, especialmente experto en conferencias con Perón: "El Viejo le está contando ahora que todo lo tenía previsto en el Consejo de Posguerra”; o bien: "La reconstrucción del país la deben hacer los políticos, tal como ha ocurrido en Alemania e Italia". Al parecer, esta tesis ha ganado terreno en el espíritu de Perón en los últimos tiempos.
Es poco probable que, en definitiva, se sepa qué se dijo realmente en la reunión. Un balance de afirmaciones hechas en los campos peronistas y en el estrecho círculo del caudillo del MID, podría señalar como veraces estas versiones:
•El Frente es la única salida.
•El Frente es la expresión política natural del Movimiento Nacional que surge de la "alianza de clases".
•El Frente no excluye a nadie y en el sentimiento de las bases representa al 90 por ciento del país; es responsabilidad de los dirigentes lograr el correcto alineamiento de esta inmensa mayoría.
•Frondizi expresó: “Soy un simple soldado del Movimiento Nacional”. A lo que Perón respondió: “Usted es mucho más que eso”. De todos modos, el político desarrollista expuso su tesis conforme a la cual la mayor responsabilidad en este operativo le corresponde a Perón como jefe del mayor movimiento popular del país.
•No se habló del pasado. Sólo Frondizi lo mencionó, al señalar que suele relatar sus antiguos errores a la juventud para que aprendan de la experiencia. El jefe justicialista comentó entonces: “¿Quién no ha cometido errores en política? Pocos días antes el radical Carlos Perette había conjeturado que Perón le pediría explicaciones a Frondizi por algunos episodios pasados. “Hay quienes pretenden ser más papistas que el Papa —se indignó Frondizi—; para nosotros, la condición del Frente es mirar hacia adelante, no hurgar en los enfrentamientos del pasado”.
•El deseo de Perón de retornar a la Argentina es indudable. Pero quiere volver cuando su presencia sea útil.
•Aunque tanto Perón como Frondizi han pronunciado en los últimos tiempos palabras de amplio renunciamiento, nadie tiene derecho a reclamar al justicialismo que decline el encumbramiento de su líder.
•Tal como lo enunciara en su programa de diez puntos, Perón exige al gobierno la salida electoral como reclamo fundamental del Frente. El desarrollismo, al aceptar, sacrifica la tesis de que no puede haber elecciones limpias sin que antes se creen las condiciones para disminuir las tensiones sociales. Por su parte, el justicialismo reconoce esta necesidad al proponer medidas económicas de coyuntura para ser aplicadas en el tramo que resta hasta el comicio.
•Por el momento, el Frente es un instrumento para, la conquista de la legalidad. Luego se convertirá en una vía electoral.

LA PAZ SOCIAL. El mensaje de Perón a los trabajadores argentinos, convocándolos a una política que no se preste a las provocaciones, mereció el apoyo de Arturo Frondizi, quien lo consideró sabio y prudente, aunque se negó a decir si el tema fue abordado en la conferencia. “Sería erróneo interpretar esa carta como un llamado al cese de la lucha. Por el contrario, se trata de canalizarla por caminos que sirvan a la causa nacional. Es preciso que el movimiento obrero se mantenga fuerte y unido, como pieza fundamental de la alianza propuesta”.
Frondizi no dejó de explayarse sobre el tema: "Una huelga es un recurso extremo de lucha, porque su prolongación indefinida lleva a un estallido revolucionario o a una derrota de la clase obrera. Puede admitirse el paro como manifestación de fuerza, y el último realizado lo ha sido de manera muy evidente; pero a partir de allí lo que el Movimiento Nacional requiere es que los trabajadores se preocupen por las soluciones totales del país. Por ello coincido con la indicación frentista de Perón. No es mi propósito inmiscuirme en la táctica del movimiento obrero, pero pienso que el mismo ganará sus batallas si no se aísla y busca el apoyo de la comunidad total. En este momento todos los sectores sociales están igualmente agredidos porque a todos frustra una política económico-social que destruye el núcleo de la inversión reduce el consumo, provoca la desocupación y extranjeriza a la empresa nacional”.
Según Frondizi, el consejo de Perón llevará a los trabajadores a promover los primeros núcleos del Frente Nacional. Por su parte, entiende que las autoridades del MID que han quedado en Buenos Aires le prestarán un apoyo total.
En esta línea debe suponerse que el Frente está llamado a inventar sus fórmulas organizativas. ¿Hablaron los ex presidentes del tema? Es posible, pero ambos permanecen herméticos. Algunos peronistas ligan la prolongada visita de Francisco Julián Licastro en Madrid a posibles instrucciones que recibirá. A él se lo suponía en abierta oposición a esta táctica y, en todo caso, a la alianza con el desarrollismo.
Se dice también que Jesús Porto —copresidente del ENA— ha sido objeto de un “operativo consuelo”: Héctor Cámpora, en Buenos Aires, lo incluiría en el comité frentista, aunque no queda claro todavía si este organismo será un cuerpo multipartidario o, simplemente, un mecanismo más en el juego del propio justicialismo. De todas maneras, es evidente que la decisión frentista de Perón procura embretar a los posibles díscolos. Para Porto, con todo será difícil hacer olvidar sus terminantes declaraciones antifrentistas. Tanto como su aspiración a ser candidato presidencial por el Encuentro, con un posible auspicio de Perón.

¿Y ESTO TAMBIEN? Es absolutamente seguro que la conversación entre los dos ex presidentes abordó otros tópicos pero aquí se penetra de lleno en el terreno de las simples hipótesis.
1-. ¿Qué papel juega el gobierno en el Frente?
Se atribuyen tanto a Perón como a Frondizi contactos en tales esferas. Los frondizistas lo niegan en forma terminante. Aunque postulan el diálogo con todos los sectores, creen que el gobierno ha llegado a un punto en el que una rectificación resulta poco probable, tras la ratificación de la línea económica crudamente kriegerista. El justicialismo lo niega igualmente, pero el rumor de las reuniones del ex presidente con el embalador Jorge Rojas Silveyra '(“Al general le cae simpático Rojitas, pero no hay tratativas”), y el repetido anuncio de inminentes novedades (“Lanusse viaja a Madrid”, “viene un emisario”, "el general Sánchez de Bustamante estuvo secretamente en Puerta de Hierro", etcétera) crean un entorno que da mucha verosimilitud a las negociaciones. ¿Se habló de todo esto? Y si se hizo, ¿se trató de la viabilidad de la candidatura del general Lanusse? Y, en este caso, repitió Perón ante Frondizi lo que suele decir a quienes lo apuran para que dé un sí (“Si yo ordenara votar por Lanusse, ningún peronista me haría caso”).
Es posible que la negociación con el gobierno, como tal, quedara descartada, pero no es conjeturable que no se la haya analizado. Tampoco que, en uno u otro caso, se dejara de hablar del poder militar.
2°. ¿Que papel juegan los militares en el Frente?
Aquí no hay dudas sobre el pensamiento de Frondizi. El desarrollismo sostiene que sin el concurso de los sectores sociales no hay Frente viable. Esto vale para todos, pero principalmente para obreros y militares. Si se trató el tema —y debe haberse tratado con seguridad— Frondizi debió defender esta tesis. ¿Y Perón?
Ya se ha dicho que en los últimos tiempos el ex presidente se refiere con desdén a "lo militar". Siempre prefirió considerarse un político y evalúa toda su actuación desde ese ángulo. Por otra parte, Perón ha sido el jefe de la más orgánica y durable alianza de obreros y militares: con éstos fue parte de la revolución de junio de 1943. Ahora mismo acaba de lanzar el concepto de la “alianza de clases” como base del juego político del Frente. Es, pues, legítimo conjeturar que se haya pensado que la presencia militar en el Frente es insoslayable. Sin embargo es igualmente lógico que Perón siga manteniendo tácticamente su posición antimillitarista. Observadores de la política de Perón afirman que si Perón negocia no lo hace con Lanusse, sino con las Fuerzas Armadas.
3º. El curso que sigue el movimiento obrero en el momento actual estuvo seguramente en la mesa de conversaciones. La plática duró tres horas (suponiendo que no haya habido sesiones secretas, al margen) y todo lo que cuenta Frondizi ocupa 5 minutos de tiempo (Perón hasta ahora guarda silencio). Así pues, quedan 175 minutos que debieron ser consumidos de alguna manera. De ese tiempo, una porción debió consagrarse a la huelga. Perón envió un mensaje a los trabajadores conteniendo la vocación por la violencia. ¿Lo comentó con Frondizi? Si así fue, tuvo el pleno apoyo del dirigente del MID. La táctica está en la tónica desarrollista: no empujar a la violencia, pero tampoco estar ausente en la protesta. Para los trabajadores resulta fundamental manifestar su disconformidad con las condiciones que impone una política económica que mantiene una alta tasa de desocupación y bajos salarios. De esto se debe haber hablado en Puerta de Hierro.
4°. ¿Quiénes manejarán y cómo el Frente? Las fuentes peronistas aseguran que Frondizi acata la jefatura de Perón. Frondizi ha dicho públicamente que es un soldado de la revolución, que no tiene ambiciones y que la mayor responsabilidad frentista le corresponde al justicialismo. No cabe pensar, sin embargo, que haya renunciado a la posibilidad de un comando que deberán compartir los partidos frentistas. El MID que está organizado en casi todos los distritos y que pretende tener un holgado tercer puesto en el ranking partidario no le permitiría a su jefe un renunciamiento tan extremo, el que por otra parte carecería de lógica. Puede conjeturarse que, sin que haya una decisión al respecto, tendría que existir un comando en la cúspide, con su delegación en Buenos Aires.
5-. ¿Qué está ocurriendo con el Frente? También la respuesta a esta pregunta debe de haber figurado en el debate. En Buenos Aires ocurren acontecimientos frentistas y dos líderes de la envergadura de Frondizi y Perón no pueden haber dejado el tema en el tintero. En efecto, el 9 de marzo tuvo lugar la asamblea propuesta por la CGE de la que surgieron algunos hechos evidentes: la alianza de clases que quiere Perón se manifestó en que fuera la CGT la que propusiera el documento que la Asamblea hizo suyo. Por otra parte, Frondizi hizo pública su adhesión al documento de Perón, sellando la alianza.
La lucha linterna desatada en la UCR parece ser una manifestación de la vocación frentista de algunos radicales.
La embajada argentina no se hizo presente a la llegada de Frondizi (“No concurrí a recibirlo por delicadeza; quise facilitar sus gestiones”, dijo el brigadier Jorge Rojas Silveyra, recordando que fue su ministro y que sigue considerándolo un buen amigo). En cambio los visitantes fueron invitados a la embajada el miércoles 15, y al día siguiente Rojas Silveyra ¡los obsequió con un almuerzo en su residencia. El hecho suscitó los comentarios políticos. Para algunos analistas se completaba el triángulo de la operación Perón-Frondizi-Lanusse. En realidad se trataba mucho menos que de eso, apenas una’ obligación social para con viejos amigos de familia como son el doctor Frondizi y Tito González.
El Frente, la alianza de clases, el Movimiento Nacional, serán términos del arsenal político argentino de los próximos meses. El abrazo de Puerta de Hierro es apenas un comienzo, en un proceso argentino que anda desde hace tiempo a los tropezones y busca caminos para el reencuentro nacional.
PANORAMA, MARZO 21, 1972
 



acuerdo politico




ir al índice de Mágicas Ruinas

Ir Arriba