Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

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GUERRA SUBVERSIVA EN EL CHACO
Los operativos antiguerrilleros que realizó recientemente el ejército en distintas zonas del país no han concluido: en enero de 1968, tropas del V Cuerpo invadirán la Patagonia con igual objetivo; a fines del año próximo las tres armas realizarán ejercicios similares
Cuando a fines de enero próximo una fracción del V Cuerpo de Ejército sacuda la Patagonia con su potencial bélico, culminará entonces una de las maniobras antiguerrilleras más ambiciosas que se hayan emprendido en la Argentina. En ese momento, los 100 millones de pesos que, aproximadamente, el ejército extrajo de su presupuesto global para invertir en los operativos realizados recientemente en Olavarría, Uspallata y Chaco, se habrán convertido en el más valioso arsenal de experiencia en lucha tradicional y subversiva con que contará el país.
“Yunká” —un grito guerrero indígena—, fue el nombre que bautizó el operativo que el II Cuerpo de Ejército realizó recientemente en el Chaco, bajo las órdenes del general de división José Jaime Toscano.
Temperaturas cercanas a los 40 grados, un escenario impenetrable y hostil y los desplazamientos de las fuerzas en acción, dotaron a las maniobras de un halo de realismo tan patético como inquietante.

EL ENEMIGO OCULTO
A las 10 de la mañana del 25 de octubre pasado, un paisano sucio y harapiento apuró su segunda copita de caña en el mostrador de Almacén Lapachito, un desolado paraje a 60 kilómetros de Resistencia. Y preguntó en un guaraní perezoso por el rumbo de los “guerrilleros”. Don Jara, dueño del boliche, señaló hacia el noreste en la polvorienta atmósfera chaqueña. El paisano pagó y se fue. A la media hora, 300 hombres de la Agrupación de Ingenieros 121 y del Escuadrón 14 de Gendarmería, formaron un cerco de 2000 metros de diámetro en torno al presunto reducto de la guerrilla. Entre ellos estaba el desgarbado guaraní, que en realidad era el sargento primero Gavino Gamarra; camuflado de peón, acababa de localizar la posición enemiga.
En silencio y con las armas listas, los soldados esperaron la llegada de una fuerza de tarea de la brigada VII, para iniciar el rastrillaje del terreno. Al mediodía, junto con los refuerzos, armaron el yunque y el martillo: un grupo espera tapando la salida, el otro avanza empujando a los "guerrilleros” hacia ellos.
El monte parecía desierto, pero no lo estaba.
Junto a una enmarañada maleza, un oficial descubrió lo que buscaba: las matas no mostraban el verde lujurioso y natural. Estaban imperceptiblemente marchitas. Hizo un gesto y varios hombres lo rodearon. Extrajo su bayoneta y la clavó suavemente sobre el piso: la tierra cedía más de lo habitual. Hizo algunos huecos y el polvo se escurrió por ellos. El oficial se incorporó, gatillo su pistola y exigió de un grito la rendición. Nadie respondió. "Asfíxienlos! ... ordenó, y cuatro soldados comenzaron a echar tierra por los agujeros dejados por la bayoneta. Alguien tosió bajo tierra; dos más lo imitaron hasta que el piso comenzó a levantarse y 7 "guerrilleros” y 2 "oficiales rebeldes” emergieron de la guarida cavada en pleno monte.
De maneras distintas, pero similares en lo que respecta a ingenio y experiencia para detectar a los "rebeldes”, cayeron los tres focos guerrilleros más importantes que operaron en "Yunká”. Sus hombres tenían la misión de apoyar a las tropas "coloradas” (invasoras), minando la retaguardia "azul” (leal). Más de un centenar de árbitros militares determinaron las bajas, victorias y pormenores de los combates librados por 6.500 hombres de ejército, 650 de aeronáutica y 40 aviones de guerra.
El operativo no sólo permitió ensayar tácticas y estrategias de combate; también cubrió otros objetivos. Varios caminos, 3 puentes y 24 escuelas chaqueñas fueron reactivados por las tropas. En una de ellas —la Nº 20, de General Vedia, a unos 100 kilómetros de Resistencia—, cinco médicos, dos bioquímicos, un farmacéutico y un dentista del ejército, montaron, desde el comienzo hasta el fin del operativo, un dispensario para atención de los pobladores. El puesto recibió más de 100 pacientes diarios. "Esta es la mejor propaganda contra el comunismo —destacó Luis Raúl Macchi, médico militar a cargo del dispensario—. Es fundamental Auxiliar a esta población, donde el 99,9 por ciento de sus habitantes está parasitado; donde los chicos pasan el día con un simple ‘cocido’ —maíz hervido—; donde de tanto en tanto, viene un médico, atiende 10 pacientes, se harta y se va; donde la gente tiene que recorrer 100 kilómetros para atenderse; donde el país no ha dado un paso. . . Los hombres de este pueblo agradecerán eternamente lo que el ejército le brindó en pocos días. Ese es uno de nuestros objetivos: el día que el ejército deba volver a esta región en pie de guerra, contará con algo decisivo en la lucha antiguerrillera: el apoyo de la población”.

LA GUERRA FUTURA
Para el teniente general Julio Alsogaray, comandante en jefe del Ejército, todos los objetivos previstos en el operativo "Yunká" se alcanzaron satisfactoriamente. Entre esos objetivos figura la experimentación de elementos nuevos, como un tipo de ración comprimida para la supervivencia de soldados en misiones alejadas de sus bases y balas especiales, de municiones obturadas con cera, para cazar en el monte sin destrozar la pieza.
El teniente general Alsogaray, preocupado en reequipar su arma con nuevos tanques y artillería —que comenzarían a llegar a partir del año próximo—, expresó que “las actuales maniobras antiguerrilleras responden a las necesidades del momento. Sólo la evolución de este problema en otras partes del mundo, especialmente en América Latina y la Argentina, puede determinar que se incremente el esfuerzo que se le dedica en el presente”.
Mientras los pilotos “cazadores" que participaron de las maniobras festejaban al unísono "la nueva y positiva sincronización de la lucha aérea y terrestre", hubo quienes reflexionaron acerca de la futura participación de la marina en este tipo de operativos. El comandante en jefe del Ejército adelantó a SIETE DIAS la posible realización de maniobras de esta naturaleza, entre las tres armas, para fines de 1968.
Hasta hoy, ningún foco guerrillero americano se vio apoyado por fuerzas regulares en su acción subversiva. La situación hipotética que planteó el operativo “Yunká" y los anteriores, sí la tuvo en cuenta. Un mayor del ejército, destacado en la central de informaciones del operativo “Yunká”, esgrimió una explicación bastante aceptable: “¿Quién puede desechar la idea de que cerca de la Argentina, los guerrilleros se apoderen del gobierno y, reorganizando las fuerzas regulares, intenten exportar la revolución? Nadie. Por eso nos preparamos contra el enemigo mayor: la guerrilla establecida en el poder, como en Cuba".
Revista Siete Días Ilustrados
7/11/1967

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