Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

Panorama político
29.09.1964

Tortugas, deudas y militares
Hugo César Nimbón no lo olvidará, sin duda. Entre otras cosas, porque es un niño. El lunes estuvo junto al presidente de la República, en la Casa Rosada, junto con sus compañeros de la Escuela Guido Spano, de Castelar. Pero él fue el único que se atrevió a pedir a Arturo Umberto Illia "un distintivo con la tortuguita". Él, también, fue el único que recibió de manos del jefe del Estado, ese botón que muchos radicales del Pueblo prenden en su solapa. Claro, ya no es época de usar boinas blancas.
Los oficialistas se complacen en expandir esta imagen calma y bondadosa —popular, dicen ellos— del primer mandatario. Les gusta, por ejemplo, recordar que mientras en la Argentina recrudece el enfrentamiento de peronistas y antiperonistas, o el equipo económico se debate entre realidades y gestos de improvisación, el doctor Illia arranca algunos minutos de su tiempo para escuchar el partido de Independiente y el Inter.
"Es un hombre del pueblo. Y hace lo mismo que hizo el pueblo, que detuvo sus preocupaciones para pararse frente a una radio", explicaba un dirigente de la UCRP. La Cámara de Diputados, que representa al pueblo también, frenó sus impulsos y su labor con el mismo motivo. Quizá este sea el modo de patentizar una premisa que deleita a los radicales: las cosas se arreglan solas, lo importante es no perturbarlas. Esta aparente serenidad convierte en noticia a los actos menos trascendentes, que casi siempre, por lo menos en los últimos tiempos, tienen tinte deportivo: el viernes, el doctor Illia se despidió de los atletas argentinos que van a Tokio, a las Olimpíadas.
El imán del deporte tienta casi sin excepción a los ideólogos de lo popular, como si no hubiera otras disciplinas dignas de ese crédito. Tal vez esta disparidad de criterios haga que la Biblioteca Nacional continúe obstruida por las reparaciones, cerrada al público. O que los grandes conflictos de la salud se diriman mediante golpes apresurados (ver página 26). "La Argentina no sólo está retrasada en el orden de las comunicaciones —dijo el lunes pasado, en La Rioja, el secretario de este ramo de gobierno—. Está retrasada en muchos otros órdenes." ¿Confesión?
Posiblemente uno de esos órdenes sea la requerida, pregonada, necesaria convivencia. El anunciado regreso de Perón y la celebración del 16 de setiembre la mellaron por igual; y parece ya evidente que con sólo pedirla, como acostumbra el gobierno —al par que quiere capitalizar el antiperonismo con vistas a marzo de 1965— la convivencia no surgirá. El demoprogresista Horacio Thedy dijo la semana pasada, por televisión: "El dilema peronismo-antiperonismo yo ya no lo siento en el espíritu, ha envejecido." Y además: "El 70 por ciento de la población no goza de trabajo, techo y tierra, escuela y salud."
Lo dijo frente a las cámaras del Canal 7, de Buenos Aires, que prefiere brindar en sus programas de opinión e información un menos sombrío retrato del país. Como se sabe, el Canal 7 depende del Estado. Pero en tanto el gobierno pone todo el énfasis en pintar con tintes eglógicos la actualidad nacional, y en tanto sus actos y los de otras instituciones se diluyen, dos casos no recogidos en profundidad por la prensa cotidiana decían más sobre aquella actualidad que el decreto de prórroga de las sesiones del Congreso o el tupido conflicto de Santa Cruz, que en estos días se espera zanjar.

• Nerviosos momentos se viven dentro de las Fuerzas Armadas. Los sectores llamados violetas, que tienen su asiento en Campo de Mayo, recelan del clima que rodeará a la visita de Charles de Gaulle, al que consideran involuntario piloto de una agitación que puede transformar las condiciones políticas de hoy y desbordar, inclusive, a las instituciones de la República. Piensan que el control que el presidente mantiene sobre la situación general también puede ser desbordado, porque sólo confieren a Illia habilidad comiteril. Al mismo tiempo, no desechan un eventual éxito de esa habilidad, pero están alertas, inquietos. Los violetas declaran haber recibido un jugoso aporte para sus filas: el general Carlos Jorge Rosas San Martín, desprendido del bloque azul al fracasar sus gestiones para ocupar la comandancia en jefe —se asegura— y convertido al más virulento antiperonismo.
Por su parte, el denominado Ejército profesional, integrado por los amigos del general Juan Carlos Onganía, se mostraba prescindente. Sus voceros señalaban que el nerviosismo de Campo de Mayo se explica por la proximidad de los relevos y ascensos anuales. Finalmente, los militares colorados en retiro y sus inspiradores civiles, intensificaron su colaboración con los violetas. Dos ejemplos: 1) el diputado socialista-democrático Américo Ghioldi procuró el miércoles, sin resultado, que la Cámara de Diputados hiciera suyos los pronunciamientos de los tres secretarios militares a causa del 16 de setiembre; 2) la revista El príncipe cargaba sus coloradas tintas, en su última edición, al publicar un "Cuadro de Honor Peronista" en el que figuran altos oficiales en actividad de las tres armas, que rodean a Onganía en la conducción castrense (Pistarini, Shaw, Salas Martínez, Benigno Varela, Armanini, Romanelli, y otros ).

• El quinto piso del edificio de Hacienda suele ser transitado por funcionarios que buscan fondos de la Tesorería. En la última semana, además de un rector universitario, un interventor federal y un intendente, hicieron oír sus aldabonazos dos ministros: el del Interior, Juan Palmero, en la puerta de Juan Carlos Pugliese (se llevó una promesa), y el de Relaciones Exteriores, Miguel Ángel Zavala Ortiz, en la del secretario de Hacienda.
La del canciller era la tercera gestión personal que debía realizar tratando de obtener una más fluida provisión de fondos para atender a las cuotas que Argentina adeuda a los 56 organismos internacionales de que forma parte. Las dos anteriores se habían realizado frente al fallecido Eugenio Blanco y a su sucesor, Juan Carlos Pugliese. Paralelamente, durante el año se habían cursado tres notas al secretario de Hacienda urgiendo el pago de las deudas que, en la mayoría de los casos, vienen acumulándose desde 1960, y en algunos, desde 1958.
Para un canciller, la mayor incomodidad que puede afrontar es la de ser deudor de los organismos en que actúa. Pero para un secretario de Hacienda no es fácil proveer los fondos necesarios, ni siquiera cuando —como reveló el vicepresidente del Banco Central el miércoles último— ha podido incautarse de 5.925 millones de pesos de las cajas de jubilaciones. Por eso hubo que buscar una fórmula transaccional: inicialmente, Hacienda entregará a la Cancillería 25 millones de pesos semanales, y luego tratará de elevar el aporte a razón de 30 millones y, de permitirlo la recaudación fiscal, a más en una tercera etapa.
Oficialmente no se conoce el monto de la deuda total con estos organismos, pero cálculos extraoficiales permiten situarla en el orden de los 1.800 millones de pesos, o sea algo más de doce millones de dólares. Este monto casi triplica el presupuesto de obligaciones de un año: un documento del Departamento de Organismos Internacionales y Tratados de la Cancillería estimaba el monto de esos compromisos, en 1964, en alrededor de 641 millones de pesos (4,5 millones de dólares).
Las deudas más importantes son las contraídas con las Naciones Unidas (2 millones de dólares); la Organización de Estados Americanos (2,5 millones); la Organización Sanitaria Panamericana (1,7 millones); la Organización Mundial de la Salud (677 mil dólares), y la Fuerza de Emergencia de las Naciones Unidas (913 mil dólares). La investigación que sobre el tema realizaron los cronistas de PRIMERA PLANA, los condujo a descubrir un insólito cuadro de compromisos con organismos y causas poco conocidos: 565 mil dólares por la Operación de las Naciones Unidas en el Congo; 25 mil al Instituto Internacional del Frío; nueve mil al Instituto Internacional de la Viña y el Vino.
Lo insólito sigue siendo patrimonio del gobierno.

Peronismo
Tres fechas y tres sectores
El sábado 3 de octubre será importante (llega de Gaulle a Buenos Aires); el sábado 17, también; pero — sostienen los propios interesados—, el domingo 25 será trascendental. Ese día delibera un oficioso congreso nacional del peronismo, y culminará el espinoso proceso interno que vive esta corriente, barnizado por una extraña calma surgida del 16 de setiembre, cuando se aplicaron los más rigurosos controles "para no aceptar ni responder provocaciones".
En la madrugada del 26 de octubre, el peronismo se inclinará pública y formalmente ante el no retorno de su caudillo en 1964, sugieren dos de los tres sectores empeñados en lograr el dominio del peronismo. Un primer indicio de la marcha atrás en el tema del retorno surgió, la semana pasada, de una frase de Andrés Framini: "El 31 de diciembre —sentenció el líder textil— no es plazo para Perón, sino para el país. Si para esa fecha algunos no lo han entendido y dificultan su regreso, serán ellos históricamente responsables de lo que tenga que ocurrir en el país."
Los dirigentes más allegados al conductor de la ortodoxia peronista explicaron a PRIMERA PLANA el sentido de las palabras de Framini; lo de "algunos no lo han entendido y dificultan su regreso" estaba lanzado contra los responsables de preparar las condiciones para la vuelta, es decir, quienes ocupan los puestos más relevantes del partido Justicialista, bajo la guía de Augusto Vandor. Framini, al formular su advertencia, implicitaba que el no retorno produciría, automáticamente, la descalificación del vandorismo. Sus últimos movimientos y los de sus cercanos colaboradores —por ejemplo, los gremialistas Di Pasquale y Borro— parecen Indicar que es factible una alianza con el sector neoperonista, al mismo tiempo que arrecian las críticas contra el vandorismo. Esa alianza permitiría a los ortodoxos participar del congreso del 25 de octubre, pues su rebeldía les impidió contar con representantes en el nivel directivo del partido.
Simultáneamente, el sector framinista persistió en una idea marcada por Perón mismo en grabaciones y artículos del semanario ortodoxo Retorno: trasmitir la seguridad de que el regreso sólo se articularía a través de la aprobación de los militares azules. También Framini, como antes el caudillo desterrado en Madrid, elogió al general Juan Carlos Onganía, y repitió la valoración trazada por el ex presidente: "Los colorados son gorilas y defensores de la oligarquía; los violetas quieren conformar un gobierno militar sin elecciones, y los azules son el sector más popular, empeñado aparentemente en que la institución armada retorne a sus funciones específicas."
Mientras Framini era cortés con Onganía, se expandía en los medios políticos de Buenos Aires una versión considerada como "inquietante" por el antiperonismo: desde hace varios meses existirían contactos entre Perón y Onganía, a través de un alto jefe del estado mayor del Ejército español. Lógicamente, la versión fue desechada, pero pocos dejaron de advertir la conmoción que desencadenó.

• Por su parte, el sector neoperonista —cuya notoriedad está en manos de los legisladores nacionales de esa corriente— cree que el 3 de octubre será un triunfo de Vandor, con su demostración popular a la llegada de Charles de Gaulle. Pero de ahí en adelante las cosas cambiarán: "Para el 17 tenemos preparada una 'bomba' —confió a PRIMERA PLANA el diputado sanjuanino Ruperto Godoy—. Nutridos contingentes del interior vendrán a la Capital, sin pasajes gratis u oficiales. Con esto también demostraremos que hemos evolucionado", añadió con una sonrisa. La intención de los neoperonistas es la de atraer hacia su órbita, en oposición a Vandor, a dirigentes de segundo plano del partido.
Para el diputado tucumano Oscar Sarrulle —autor, junto con su colega Alberto Serú García, de la estrategia neo-peronista—, la cuestión del regreso se resolverá el 25 de octubre: "El interior sabrá cómo contrarrestar las mañas de los dirigentes de la Capital. Planteará las cosas como son y lo hará en el mismo sentido que nos ha guiado hasta ahora: con Perón, pero por las urnas. La masa es concurrencista, 'a muerte', y nosotros mismos somos la prueba. Aun desobedeciendo las órdenes tenemos dos gobernaciones, nueve senadores y 17 diputados Racionales", explicó.
Para Sarrulle, la diferencia fundamental entre su postura y la del secretariado justicialista tiene nombre y apellido: Juan Domingo Perón. "Algunos quieren descalificarlo e insisten en acicatear su regreso como alternativa final suya, para el 31 de diciembre. Pero no pueden caber dudas de que será él mismo quien diga en qué momento y cómo volverá."

• Entre los brazos de esta pinza (el ortodoxo, el neoperonista), el tercero de los sectores peronistas adoptó una actitud defensiva. Tanto el núcleo ejecutivo del partido Justicialista como los legisladores nacionales que responden al vandorismo se vieron envueltos, en los últimos siete días, por los hábiles movimientos de sus adversarios. En este áspero ajedrez tuvieron que salir al cruce, no bien comenzó la partida, de las declaraciones de Framini, con un comunicado de tipo meramente protocolar.
Luego dieron curso al ruego de amnistía originado en Madrid y que, entre otras figuras de prestigio ante la masa, incluye al cirujano Raúl Matera (antes "neuroperonista", según Perón). Más todavía: hubo entrevistas del sector vandorista con Matera, que culminaron con la que mantuvo el propio líder metalúrgico. Visiblemente buscaban sustraerle al neoperonismo la influencia de Matera, pero éste los desalentó: "Seguiré en la misma línea", declaró a sus visitantes. Y Matera, como es notorio, quiere la articulación local del partido en la legalidad, con la orientación indiscutida —pero a la distancia— del jefe exiliado.
Después, el vandorismo vio con decepción cómo en la Cámara de Diputados se imponía el neoperonismo en un hecho exteriormente menor pero de crucial importancia: la designación del, mendocino Serú García para integrar el equipo encargado de la redacción final del proyecto de Estatuto para los Partidos Políticos, que debe considerar el cuerpo. Esta ubicación del ideólogo neoperonista desplazaba al chaqueño Juan Alejandro Luco, más afecto al vandorismo.
Finalmente, algunos encontronazos con la justicia dispersaban la atención de los mejores asesores de Vandor, que debieron reunir esfuerzos con el fin de neutralizar la prisión preventiva dictada contra 119 dirigentes obreros. Sucede que entre ellos se cuentan —además de los ya alejados independientes!— los hombres de primera línea de las 62 Organizaciones, bastión del Mahatma metalúrgico. Como si esto fuera poco, un episodio policial privaba a Vandor de su mano derecha en asuntos político-gremiales: Paulino Niembro, también metalúrgico y presidente del consejo metropolitano del partido, disparó contra el colectivero que le había abollado un guardabarros de su automóvil; el tiro hirió a una transeúnte y motivó la entrada de Niembro en la cárcel.
Faltan unos días para que de Gaulle descienda en el aeroparque de Buenos Aires; allí prometen estar los vandoristas, los ortodoxos y los neoperonistas. Pero estos últimos viajan ya por las provincias para preparar los fuegos del 17 y del 25 de octubre, y Framini se apresta a punzar nuevamente al partido Justicialista. Vandor tendrá que apurarse, piensan los observadores; no sea que llegue tarde.

Frondizismo
Demasiado tarde para lágrimas
Cualesquiera sean las dimensiones y la exacta influencia del frigerismo, ya parece sacramental que todo ataque contra Arturo Frondizi lleve en el prólogo una ofensiva contra su asesor, el discutido Rogelio Frigerio. Esta técnica penetró también en el MIR hace diez días, cuando los amigos del platense Olegario Becerra anunciaron la publicación de un manifiesto para descubrir cierta "maniobra frigerista de digitación" en el distrito partidario de Buenos Aires.
La nota no vio la luz; aun así, el mismo Becerra se encargó de confirmar las versiones y atribuyó la "maniobra de digitación" a los "fracasados que intentaron llevar a la UCRI por la línea de Solano Lima". Conjeturas recogidas en la misma fuente aseguran que, por fin, Rogelio Frigerio y Emilio Perina habían reunido sus esfuerzos para eliminar a Becerra, y esto dio pie a nuevas hipótesis. Las disidencias entre Frigerio y Perina datan de 1958, cuando patrocinaron distintas formas de explotación del petróleo; de esa manera se sugería que los intereses petroleros estaban coaligados para eliminar a Becerra.
Una investigación a fondo permitió comprobar, en cambio, que el conflicto no superaba los límites estrechos del comité local: los distintos grupos de influencia habían deliberado para promover una lista común ante la renovación legislativa de marzo del 65, y la nómina de representantes para el Comité y la Convención bonaerenses. Tanto Becerra como el ex ministro Bernardo Larroudé fueron excluidos de las tramitaciones, en las que surgió el nombre del diputado nacional Julio Fernández Mendy para presidir el nuevo Comité de la provincia, y se presumía que la Convención haría oficial una lista de candidatos encabezada por Ideler Tonelli, Raúl Pérez, Emilio Perina y Oscar Valdovinos.
Confidencialmente, los amigos de Fernández Mendy calculaban que Becerra y los suyos representan sólo 15 mil de los 135.000 inscriptos; menor influencia se le adjudicaba a la "línea combatiente" —Bernardo Larroudé— y esto habría provocado su exclusión. A principios de la semana pasada, los integrantes del sector mayoritario —el veterano Héctor Noblía, Raúl Pérez, Melchor Ángel Posse y Julio Fernández Mendy, con sus amigos Emilio Perina, Ideler Tonelli y Antonio Pereira— tuvieron la sensación de ser francamente poderosos.
Imprevistamente, un desafío de Olegario Becerra resonó en Montevideo 55, la sede provincial del MIR: iría a elecciones internas sin esperanzas de triunfo, pero con el propósito de exhibir la poca consistencia del frente mayoritario. El miércoles se supo que Becerra estaba tratando de atraerse a Melchor Ángel Posse. El joven y trajinado ex intendente de San Isidro había amenazado a sus socios con apoyar a Becerra si su nombre no entraba a sustituir al de Emilio Perina en la lista de candidatos. Paradójicamente, a juicio de los observadores, el problema encontrará su solución en una amistosa lista única, que incluya a dirigentes "becerristas" como Mario Seoane. Una prueba eran las numerosas reuniones bilaterales que se siguen realizando y la decisiva actitud de Frondizi.
El ataque al "frentismo" y a Frondizi —vía Frigerio— sólo se explica conociendo el aval que brinda el ex presidente a la "joven guardia" que encarnaría Fernández Mendy, y bien podría justificar futuras deserciones. Se explica, también, al conocer el pensamiento de Frondizi. Sus más íntimos colaboradores advierten que "por ahora, los ciudadanos desean paz y trabajo, y no cambios". Piensan, no obstante, que la línea económica de la UCRP conduce "inexorablemente hacia una crisis". Los teóricos partidarios conjeturan que "entonces, el pueblo volverá los ojos al partido del desarrollo". ¿Cómo lograr, en ese momento, que la imagen del desarrollo se superponga a la de Arturo Frondizi? La fórmula parece consistir en promover la presencia de una agrupación moderna, actualizada, comprensiva, estudiosa y, en lo fundamental, joven. Así quizás tenga sentido el desplazamiento de Olegario Becerra.
Un atisbo de lo que el frondicismo quiere hacer, posiblemente lo esté brindando el prometido arribo del ex presidente brasileño Juscelino Kubitschek, a quien el MIR invitó para dictar un curso completo sobre temas vinculados con el desarrollo en el anexo Centro de Estudios Nacionales.
Mientras tanto, no se descarta la posibilidad de desgajamientos en la cara tradicional del partido. Con evidencia, los escrutadores chequeos que dos firmas privadas vienen llevando a cabo en el padrón antes reservado a los enjuagues de los caudillos de barrio, pueden espantar a muchos de éstos. Algunos quizá sean admitidos en la UCRP o en la UCRI; para otros — malquistados con Balbín y Alende, como Olegario Becerra— obviamente será demasiado tarde.
29 de setiembre de 1964
PRIMERA PLANA


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