Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

Los millones de ‘‘Monsignore
por ESTANISLAO LEIVA
MonsignoreSi “Monsignore” hubiera estado en su sano juicio, sin duda que al llegar a Buenos Aires se habría convertido en un financista de alto vuelo. Como había perdido la estabilidad mental, se quedó en el solo vuelo de su imaginación frondosa probablemente más frondosa que su misma melena enrulada v oliendo a aceite de sábalo que le llegaba hasta los hombros.
¿Quién era Monsignore? Pues a eso vamos. Era un loco que tenía su morada —o su guarida— alrededor de 1910, detrás de la dársena sur y enfrente al río de La Plata. Loco era, sIn duda, pero no zonzo. Tanto es así, que muchas veces dió que pensar en el sentido de que bien se trataría de un solitario "avivado..."
Tenía la manía de sostener que el Estado argentino le debía millones y millones de pesos. Su destartalada vivienda sobre el río no era menos que una señorial casona enclavada sobre una loma prestigiada por el tono feudal. Y en ella era posible registrar a través de una historia pródiga en la materia, visitas de los más grandes políticos del tiempo. Y hasta la de los pre i-dentes de la República. ¿Para qué? Pues para pedirle dinero... “Monsignore" —nunca se supo como se llamaba, y entonces se lo bautizó con el trato que él daba a todos con quienes conversaba: “Monsignore”— tenía anotados en un papel, que a menudo renovaba, el nombre de sus deudores: Mitre. Roca y Juárez Celman recurrieron a sus “arcas” convirtiéndolo en acreedor del Estado por millones y millones...
Contaba "Monsignore” que a los pocos días de llegar al país fué recibido por el general Mitre, a la sazón presidente de la República. A los dos minutos, el ilustre "banquero” prestaba al gobierno nacional dos millones de pesos fuertes, "con l’interés coriente a la plasa d’entonse”.
De acuerdo a lo que sostenía parlanchín y potentado pescador solitario de la dársena sur, entre Mitre y Roca lo dejaron en la calle: “porque lo clavo que decó el queneral Mitre foé rematao por el queneral Roca”. Nada más que con el interés acumulado a través de esos préstamos cualquiera de nosotros resultaría un millonario actual.
Una vez partió "para buscar más fondos” y ya nunca volvió a la ribera.

Revista PBT
7/4/1950

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