Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

LAS LAS
HERMANAS HERMANAS
PONS PONS
ES MUY DIVERTIDO COMPARTIR UNA CHARLA CON NORMA Y MIMI.
SON DE RISA FACIL, DE HUMOR RAPIDO, Y SUS CARRERAS ESTAN LLENAS DE ANECDOTAS. MIMI ES LA MAS COQUETA; NORMA, LA "EMPRESARIA", Y SE COMPLEMENTAN MUY BIEN, A TAL PUNTO QUE SE PASAN LAS FRASES; UNA COMIENZA LA IDEA, LA AMASA, Y LA OTRA TERMINA POR DARLE FORMA.
AQUI CUENTAN COMO COMENZARON, LO QUE ESTAN HACIENDO, LO QUE LES GUSTARIA HACER.

Norma es de Leo. "Leonina pura", dice, y se arregla coqueta la cascada de pelo cobrizo. En el departamento de las Pons hay revuelo, parientes que entran y salen de las habitaciones, el teléfono que suena sin cesar, tacitas negras de porcelana traen incesantemente café batido de la cocina. "Lo hace mi mamá", corrobora Norma, y sigue explicando cómo fue la caída de Mimí, "que tiene que estar un mes enyesada, y mañana que se graba el espectacular; ¡qué suerte que vinieron! Mimí está tan nerviosa por lo del brazo. . ." Parlachina, alerta y rápida en las respuestas, Norma hace una tercera pasada por el espejo del hall, se arregla el pelo, se pone de perfil, se estudia y pregunta dónde queremos las fotos.
Entra Mimí, de negro. Mimí es de Sagitario. Contrasta el yeso del brazo herido; no está de acuerdo con el conjunto, con ella, tan gatuna, tan rubia, aún más coqueta que Norma. Los ojos oscuros no descansan nunca. Es cierto que está nerviosa; a cada momento se retoca el maquillaje. "Cuando no trabajamos no nos maquillamos, se cansa la piel, andamos como vos, con la cara limpia". Es mi única ventaja, pienso, mientras las veo moverse. Son altas, por el metro setenta; son tan delgadas como pueden ser dos vedettes de E| Nacional; piernas largas enfundadas en botas para Norma, escondidas bajo el negro del vestido las de Mimí.
—¿Qué querés saber? —pregunta Norma y me estudia curiosa.
—¿Te hacés masajes? ¿Cada cuánto te hacés limpieza de cutis?
—¡No lo puedo evitar, se lo tengo que preguntar! Pantallean sorprendidas las pestañas postizas a rayitas y se hace un silencio cortito. "Nunca nos hicimos nada, salvo los lunes, que vamos a los baños turcos para dejar las toxinas; te limpia por dentro."
Mimí hace un pucherito al fotógrafo y le pregunta a Norma si está bien.
Estás enorme, pienso; hay en las Pons una suerte de exageración en todas las proporciones: el pelo, el maquillaje, el cuerpo, los gestos, ellas mismas son grandes. El cuarto se achica con ellas; son figuras para llenar escenarios, indudablemente. Para un público. Al lado de ellas uno se siente chiquito, gris, inocuo.
—¿Quién es la empresaria de las dos?, ¿vos, Norma?
—Y, mirá, nos repartimos. Somos un equipo perfecto, nos respetamos en todo y nos admiramos mucho. Cuando vamos a una entrevista Mimí se sienta en una silla y todos la miran y le hablan a ella. Después yo pregunto cuánto pagan.
—Y se ríen a carcajadas las dos.
—Nunca saben qué pienso, porque no digo nada (Mimí). Después de un ensayo o de algún problema viene a mí y me pregunta (Norma).
—Pero la que sabe más de la parte artística es Mimí; yo siempre quiero que esté presente cuando ensayo; fijate la confianza que le tienen todos que el director pide que esté presente casi siempre. Mimí sabe lo que me cae bien a mí, lo que sé hacer mejor. Yo a veces no me doy cuenta y me quedo tranquila si ella está allí (Norma.) "
—Pasa que cuando digo que eso o aquello no me gusta para
Norma, el director me dice: "¡Sabés que tenés razón, piba!" (Mimí.)
Se pasan las frases; una comienza la idea, la amasa, la pule y se la pasa a la otra, que termina por darle forma. No hay envidias ni falsas modestias. Cada cual sabe qué es lo que tiene que hacer, qué es lo que conviene.
—Mimí es la vedette por excelencia, es sexy, de tipo gatito. Es de las que por el simple hecho de estar sobre el escenario lo llenan. Pero yo no. Tengo que demostrar qué es lo que sé hacer, entrar en el público con la escuela, la técnica; después se fijan en mí. Yo a Mimí la admiro por eso (Norma).
—Y yo a Norma porque es mucho más actriz. Tiene más personalidad, más temperamento (Mimí).
Un perfecto equipo, la empresa Pons en funcionamiento desde hace 6 años.
—¿Cómo empezó este equipo?
—Y las miro a las dos porque no sé quién va a contestar; me río y se los comento.
(Norma): —¿Sabés qué pasa? La gente cree que nos adulamos. Pero no es cierto. ..
(Mimí): —No es adulación, nos conocemos muy bien y sabemos exactamente qué tiene y no tiene la otra.
Llega otro café batido en tacitas negras de porcelana con florcitas rojas; las Pons se retocan las caballeras, los labios. Mimí da una vuelta frente al espejo del hall, se vuelve a sentar, acomoda inquieta al yeso sobre la falda y espera. Contesta Norma:
—Somos de Rosario. Fuimos a un colegio de monjas, de niñas solas. Nos encantaba la radio; a toda costa queríamos hacer radioteatro con nuestro grupo de amiguitos, teníamos catorce años, quince, y nos parecía apasionante la idea. Fuimos mil veces a verlo a Ricardo Almirante, el director, y lo cansamos tanto que un día dijo que sí y empezamos a trabajar.
—Íbamos al colegio y a la radio. Nos divertíamos muchísimo. Pero después a papá lo trasladaron a Buenos Aires y nos vinimos. Norma había empezado la Facultad de Derecho y yo me había recibido de maestra.
Le pregunto si hubiera seguido alguna carrera. —No. Solamente medicina, pero para hacer pinta, nada más—. Risas.
(Norma): —Nos fichamos en Canal 13 por consejo de un amigo rosarino que estaba ahí. Pero sin esperanzas; a la semana la llamaron a Mimí para grabar con Biondi. ¡A la semana!
Mimí se retoca la lluvia rubia que le cae sobre los hombros, sonríe.
(Mimí): —Me citaron a las 6 y llegué a las seis y media. La directora, María Inés Andrés, me preguntó furiosa por qué había llegado tarde. Y le dije que me había dado miedo y no quería llegar primera. ¡Fijate lo inocente que era! Vos sabés que se largaron a reír todos.
(Norma): —Cuando salieron al interior la volvieron a llamar para otro trabajo. Y yo pensé: "Si les digo que Mimí no está no la llaman más. Además yo hace tres meses que no trabajo. Y fui yo, vestida de Mimí. Nadie se dio cuenta. Pero cuando grabamos la semana siguiente yo me sentía muy mal... Imaginate. "Si se llegan a enterar me matan", pensaba. Fui al programa y le dije al pibe de los cartones que mi nombre estaba equivocado, que yo era Norma Pons, no Mimí. El pibe se puso todo colorado y me pidió disculpas. ¡Terminó agradeciéndome la gauchada!
Se miran cómplices y se ríen. Llega más café batido. Otra pasada por el espejo.
—¿Quién es más coqueta, Norma?
—Mimí. Si fuera por ella se viste de "soirée" de la mañana a la noche. Yo prefiero la ropa sport, las botas, las carteras. Pero Mimí es terrible. Está mucho más compenetrada en su trabajo que yo. Es una vedette total.
Mimí: —Yo quisiera hacer trabajos más importantes, como lo hacían en otra época Zully Moreno, Mirtha Legrand, o como en los Estados Unidos lo hacían la Marilyn, Rita Hayworth, Jane Harlow. Esa época se cortó aquí, en la Argentina, y yo quisiera llenar una de esas vacantes. Creo que se puede hacer, especialmente en cine. Eso quisiera hacer; gran cine de comedias.
—¿Y vos, Norma? ¿Qué querés hacer?
—Una Sofía Bozán. El otro día pude ver una película donde tenía un monólogo y cantaba un tango. ¡Sensacional, che! Eso quiero hacer yo.
—¿Estudian baile, canto o algún instrumento?
(Norma): —Estudiamos guitarra, foniatría y ahora empezamos con el piano, porque tenemos un cuadro donde las dos aparecemos tocando, pero en serio. ¿Querés que te cuente cómo va a ser?
Y me cuenta. El escenario, los pianos, la música, los vestidos, los peinados, los efectos; de pronto estoy ahí. Norma tararea las notas sin dificultad, entrecorta las frases para introducir trocitos de algunas canciones. Juega con la garganta a manera de jazz, y termina riéndose.
—Mirá el balcón, vení. Llamé a un arquitecto y de esta porquería me va a hacer una biblioteca bárbara. Aquí van los altavoces del equipo estereofónico. Y va a haber lugar para poner todos los libros de cine de Mimí. Son como cuarenta—. Le encantan. Estudia cada foto, cada mujer durante horas. Ahora está fijando el maquillaje y el peinado de Marilyn para el cuadro próximo.
Se acomoda Mimí para el fotógrafo, y Norma se pierde mirando los perfiles de la ciudad. Canta. "Yo miro a Buenos Aires del nido dé un gorrión...", y sigue una alegre carcajada, chistes; se miran, se comparan para cada toma.
—Mimí, ¿estás enamorada?
—¡Sí! Está enamorada, la pobre.
Es la primera vez que le pasa en serio. Cuando la miro a Mimí no lo puedo creer. Debajo de la cabellera rubia, debajo de las enormes pestañas postizas, debajo del maquillaje aparece una mujer que se sonroja. Se siente descubierta y mira para todos lados, buscando en las blancas paredes un aliado. Se mueve, inquieta. Nos reímos todos.
(Mimí): —Hace poco, apenas cuatro meses. Vamos a ver.
(Norma): —Pero si estás de lo más metida, vamos. Me explica que es un hombre joven. Yo a veces la miro y pienso que espero le vaya bien, y a veces pienso: "pobrecita". ;Qué sé yo!
—¿Y vos, Norma?
—Yo nada. Antes. Pero terminó mal.
Y del tema se habla poco más. Hay tristeza en la cara de Norma. Mimí la mira y no dice nada. Un silencio.
—¿Y papá y mamá? ¿Qué dicen?
(Norma): —Mamá es una amiga y una cómplice. Nos ayuda en todo. Pero papá..., hubo que convencerlo de a poco. Ahora se divierte...
(Mimí): —Para ellos es como un juego. Pero papá no nos fue a ver nunca. Hoy lo llevamos al canal, porque yo no puedo manejar el auto. Cuando entramos le preguntaron quién era. Se puso todo rojo. "Yo soy el padre de Mimí". dijo todo furioso...
—¿Viven todos aquí?
(Mimí): —Mamá y nosotras. Papá es administrador de estancias; va y viene. A veces lo vamos a visitar nosotras.
—¿Hacen régimen o gimnasia?
A dúo y a los borbotones me explican que con una función diaria, más los ensayos tienen suficiente entrenamiento. "Fatiga mucho el trajín diario". Mientras Mimí se acaramela al teléfono, Norma me explica que tienen muchos amigos.
—Llaman a cualquier hora, para saludar. Nos quieren. ¿Sabés qué pasa? Nosotras no escondemos nada detrás de nuestro trabajo. Es eso y nada más. Porque nos gusta hacerlo, siempre nos gustó, desde la época de la radio... La revista exige mucho. Bailar, cantar, sensualidad, figura. .hay que saber hacer todo bien, eso es difícil. Hay que estudiar siempre.
Bajamos a sacar fotos en la calle. A los pocos segundos el tránsito se enloquece: paran los autos, se abren las ventanillas de los colectivos, se corta toda posibilidad de circulación, gritos, bocinas. Las Pons en escena, llenándola. Se ríen, saltan, Norma canta: "Yo miro a Buenos Aires del nido de un gorrión. . .
Y las dimensiones se achican, toda la calle cae en exacta proporción con ellas de figura.
La despedida es cálida. Me invito yo misma a almorzar, a ver qué pasa.
(Norma): —¿En serio? Sería bárbaro...pero llamá antes, así sacamos la vajilla buena, que no la usamos casi nunca...
Besos, carcajadas, bromas de la gente que pasa. Las Pons se miran en ia vidriera por última vez. Hace frío. Norma se va a estudiar piano. Mimí espera que la pasen a buscar, se sonroja.
Norma canta.
"Yo miro a Buenos Aires del nido de un gorrión..."
Siv Ekeren
Fotos: Aldo Alessandrini

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