Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

Plaza República del Perú
URBANISMO
Un paseo para mirar

Es, en Buenos Aires, la primera plaza compuesta como un cuadro. Denominada República del Perú, asombra —y a menudo confunde— a los porteños que se asoman a la zona de Palermo circundada por las calles Salguero, Figueroa Alcorta y Martín Coronado.
Fue proyectada por el paisajista —una especialidad dentro del urbanismo— brasileño Roberto Burle Marx, quien donó su diseño a la Municipalidad de Buenos Aires, que lo había contratado para planificar la zona Sur y remodelar la ex chacra Saavedra. El lugar pertenecía a una empresa de trasportes. Donde están emplazadas audaces, sencillas formas arquitectónicas, y alguna vegetación, había viejos, sórdidos galpones. Una pared, enorme, gris y hostil, fue trasformada en una suerte de mural policromado que prodiga formas geométricas.
“La plaza Perú es una conjunción de la arquitectura con la botánica —afirma Saturnino Rocchi funcionario de la Dirección de Paseos—. La zona está encuadrada dentro de la reurbanización de Palermo Chico, e incluye la ampliación de Salguero y la pavimentación de la calle Martín Coronado. Comenzamos a trabajar en agosto, y la plaza fue inaugurada el 12 de diciembre, 18 días antes del plazo previsto.”
El proyecto de Burle Marx fue realizado por un grupo de arquitectos y asesores de la Intendencia, y técnicos, también arquitectos e ingenieros agrónomos de la Dirección General de Mantenimiento y de la Dirección de Paseos, con correcciones, necesarias pero muy leves, al proyecto original. Por ejemplo, pequeñas modificaciones en la distribución de los espacios vegetales que se hicieron de común acuerdo con Burle Marx.
“Técnicamente, la obra se concretó con habilidad y rapidez. La medianera —que pertenece a una fábrica— fue disimulada con figuras geométricas de colores”, agrega Saturnino Rocchi. Esta plaza, diseñada según modernos criterios urbanísticos, tiene en el centro una espiral de cemento que gradualmente se eleva, hasta trepar a 3 metros cincuenta de altura. Allí, en la parte superior, hay un patio de juegos al que se accede por medio de un trepa-trepa, una ágil versión de la escalera, que en este caso está compuesta por cilindros de diversos tamaños. Es previsible que los niños se tienten y desciendan por caños adosados a la pared curva de la espiral.
“Burle Marx se sorprendió cuando vio los árboles. Él había pedido tipas y jacarandaes, y los tuvo, pero de tamaño enorme. Desconocía la técnica nuestra del trasplante de grandes ejemplares. Estos se trajeron de la avenida Monroe —agrega entusiasmado el funcionario—. Toda la mano de obra civil y la pavimentación, con granitullo, un empedrado diminuto, se hizo con cemento a la vista, lo mismo que los bancos y los juegos.”
Hay, en este desacostumbrado espacio, ceibos que harán contrafrente al monumento —todavía no emplazado— al inca Garcilaso de la Vega, que donará el Perú. Aunque el moderno trazado de los paseos suele, como en este caso, dar predominio a la arquitectura sobre la vegetación, no faltan especies florales y arbustos, en distintos planos que combinan con el césped de los otros canteros, como pinceladas de color. “No sólo es la única y primera plaza de tipo paisajístico —señala Rocchi—, de acuerdo con el proyecto de Burle Marx. La Municipalidad le ha agregado un sistema de riego automático en todos sus sectores.”
Revista Panorama
01.01.1973

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