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católicos y política
Católicos y política
Veinte caminos bajo un solo signo

Un viejo chiste remozado muestra, casi editorialmente, el cambio del clima político de la Argentina 1969:
“La escena en la calle Santa Fe. Protagonistas: dos señoras gordas. Diálogo: Señora Gorda. —¡Qué tiempos...! Se viene el comunismo ...
Señora. Igualmente Gorda. —A mi no me preocupa ... si viene el comunismo yo vendo todo y me voy a la estancia.
Señora Gorda. —¡Para lo que te va a servir! Vienen los curas y te la socializan.”

La política pasa cada vez más por el meridiano de la Iglesia; los sacerdotes postulan, cada vez más, una solución de tipo socialista.
La verdad de la primera constituye un axioma, pues no necesita demostración. La convalidan los sacerdotes del tercer mundo, el liderazgo de los curas en los conflictos sociales de Tucumán o Córdoba. También los conflictos internos de la Iglesia.
Sin embargo, la Iglesia no quiere verse envuelta en la política de los partidos. Ni siquiera da apoyo a las agrupaciones de espíritu confesional. La actual tendencia universal es rechazar, incluso, a la democracia cristiana, para no solidarizarse con su acción militante y de gobierno. En la Argentina, la Jerarquía reitera una y otra vez que nada tiene que ver con el gobierno cuyos hombres se reclutan entre católicos practicantes, generalmente cursillistas y antimaltusianos.
Por no estar con un partido, la Iglesia logra estar en casi todos. Pero éste no es un hecho nuevo, corresponde a una línea histórica.
Hasta el laicista —filosóficamente ateo— Lisandro de la Torre tuvo a su lado, al crear la democracia progresista, a los católicos Ibarguren y Gustavo Martínez Zuviría (el prolífico novelista Hugo Wast), padre del actual comandante de la Fuerza Aérea y del titular del Primer Ejército).
El radicalismo, tan inficionado luego de beligerante laicismo, arrancó como fuerza opositora a la tonante irreligiosidad de la oligarquía.
A la muerte de José Manuel Estrada "un joven desconocido" llamado Alfredo Palacios —según pudo comprobar "La Prensa" ese día— dirigió encendida arenga a la juventud católica. Cuando a su vez lo tocó la muerte, un crucifijo que nunca lo abandonó en vida, estaba junto a su lecho. Sus más jóvenes y anticlericales discípulos sostuvieron ardua pelea para que el inconsciente moribundo no recibiera el sacramento final, ni balbuceara una confesión.
Todo tiene explicación lógica. Estos partidos y movimientos nacían para vencer al "régimen", cuyo positivismo laicista, teñido a veces de masón, irritaba a la Iglesia (Panorama Nº 116). En ella se apoyaba la oposición, al menos en los pasos iniciales.
Ahora es distinto. Al fervor religioso que se trata de proyectar desde el gobierno, responde un rechazo generalizado que va desde la Jerarquía hasta la militancia de los curas. El desamparo constituye el clima del catolicismo de. derecha (preconciliar) que predomina en el gobierno. Los pocos representantes de un catolicismo de centro, o de tenue izquierda, se encuentran en el sube y baja: unos los tienen por ovejas descarriadas; los otros por cabecera de puente a través de la cual alguna vez se ha de colar la plenitud de la Nueva Iglesia.
Cuando se instauró el gobierno de la Revolución Argentina, astutos analistas avizoraron maquiavélica maniobra. La enorme vigencia de personalidades católicas en el gobierno obligaría a unirse a los distintos sectores del catolicismo, con vistas a una conducción nacional homogénea, en un país con predominio católico en su población.
La interpretación resentía de puerilidad. La "internacional negra", que todavía preocupa a Juan Perón (según él cuatro internacionales dominan al mundo: Iglesia, judaísmo, masonería y monopolios), vive la era de más amplia apertura. Hasta el punto de que Pablo VI preconizaba la democratización de las bases, dando mayor libertad de acción a los sacerdotes.

Los 20 del signo
El catolicismo político sufrió en el país un doble embate en los últimos años: el Concilio y la Revolución Argentina. El primero es una reforma interna que se proyecta hacia afuera, en acción militante. La Revolución Argentina lo impactó primero por la tentativa —rechazada— de apropiarse del movimiento y quebrar su diversidad; luego, por el hecho mismo de la disolución de los partidos, que hizo explotar tensiones que ya desde antes se daban en las formaciones partidarias (Democracia cristiana, Partido Federal, Unión Federal).
En la actualidad se podrían analizar nueve corrientes políticas en el catolicismo argentino y alrededor de 11 movimientos para políticos. Entre las primeras: Ateneo de la República, "Fuerza Nueva", el coronel Guevara, el Catolicismo Liberal, el Comando Nacional Democristiano, el equipo Tami, Azul y Blanco (Movimiento Revolución Nacional), Cristianismo y Revolución, el Catolicismo Desarrollista, el Encuentro Social Cristiano. Entre los movimientos con connotaciones ideológico-sociales se podrían enumerar: CIAS (Centro de Investigación y Acción Social), ASA (Acción Sindical Argentina), CUT (Campamentos Universitarios de Trabajo), Sacerdotes del Tercer Mundo, Cursillos de Cristiandad, TFP (Tradición Familia Propiedad), Opus Dei, ACDE (Asociación Cristiana Dirigentes de Empresa), Universidades Privadas, y ACA (Acción Católica Argentina).

Ateneo de la República. Hacia 1953 un grupo de ideólogos católicos resolvió fundamental giro. De entonces en más, se considerarían pragmáticos de la política, lo que les permitiría quebrar la vieja y tradicional inquina de su nacionalismo contra el “imperialismo del dólar”. La curva fue tan extrema, para algunos de ellos, que llegaron a anotarse como voluntarios en la Fuerza Interamericana propiciada por los Estados Unidos, en oportunidad de la invasión a Santo Domingo (1965). Pero entonces (1953) todo esto era insospechable. El acta bautismal es el periódico “Quincena”, dirigido por Alberto Tedín (colaboraban Máximo Etchecopar y Mario Amadeo). Su paso más avanzado hacia las nuevas posiciones consistió en reconocer la necesidad de contar con el capital extranjero para el desarrollo. En consecuencia, apoyaron el proyecto del peronista Rumbo, que otorgaba garantía a las inversiones de la empresa petrolera California.
Como Ateneo, volvieron a compactarse en 1962, después que muchos de ellos apoyaron al gobierno de Frondizi, mientras otros quedaron en la vereda de enfrente. Su lugar de cita: Avda. Santa Fe junto a la confitería del Águila. De allí salieron airosos y triunfantes para formar parte del elenco gubernamental salvo quienes, como Oscar Puiggrós, se sostuvieron legalistas (defendiendo la estabilidad de Illía) antes y después del golpe.

Guevara: “Fuerza Nueva” y “Verbo”. El participacionismo gubernamental fue importado por el Ateneo, pero en su vehiculización intervino también el coronel Juan Francisco Guevara. Ferviente católico —el hombre de la Revolución del 55, leal a Lonardi, cuando todos “le entraron a fallar”—. trabajó con los equipos de la
revista “Verbo”, traducción argentina de la publicación de la “Citée Catolique” (reducto derechista del catolicismo francés). Para ellos (los franceses) el orden y la autoridad son capaces de restaurar el reino de Cristo en la tierra.
Uno de los principales responsables de la revista fue el Dr. Manuel Labanca, Director General de Provincias de la Secretaría de Gobierno con Díaz Colodrero. Colaboró con el padre Julio Menvielle en un comentario de la encíclica “Pacem in Terris”. Fue uno de los fundadores y primeros redactores de la revista “Cruzada”, Entonces “democracia y comunismo” eran hijos gemelos de la reforma protestante y de la Revolución Francesa. Guevara expresó más tarde su pensamiento a través de una fuerza política denominada “Fuerza Nueva”. Su doctrina: el comunitarismo.

Catolicismo liberal. Para encasillar la psicología social de los católicos en política se usan tradicionalmente dos adjetivos: integristas y progresistas (lo que equivale según ensayistas alemanes a “católicos reaccionarios” por un lado y “asimilacionistas” por otro). La derecha católica presenta dos tipos de integristas o “conservadores”, los de origen democrático (sectores liberales) y los de extracción nacionalista conservadora (sectores ligados a un clericalismo tradicionalista). Los primeros, “democráticos liberales”, van perdiendo vigencia. Fueron progresistas en su época. Como reacción contra el autoritarismo “germanófilo” del nacionalismo, esgrimieron los principios “democráticos y cristianos” del filósofo francés Jacques Maritain. Se expresaron doctrinariamente a través de diversos órganos de prensa, aunque su vocero principal fue la revista “Orden Cristiano”, desde donde enfrentaron al coronel Perón en vísperas de las elecciones de 1946. Entre sus principales exponentes se encuentran los Dres. Manuel Ordóñez (abogado del diario “La Prensa”), Manuel Río, Ambrosio Romero Carranza e Iván Vila Echagüe. En materia económica son partidarios de las leyes del mercado y se oponen a toda reforma de estructuras que se aparte de la economía clásica. Estos puntos de vista suele expresarlos en sus colaboraciones sobre temas económicos en “La Prensa” el periodista Manuel Tagle, quien se ha trasformado en acérrimo critico de las encíclicas de los últimos pontífices y de los documentos episcopales de Medellin. El exponente más lúcido, en materia económica, del catolicismo liberal que ha tenido actuación pública es el doctor Carlos Coll Benegas. También se adscribe a estos criterios al economista Carlos Moyano Llerena. En los últimos meses estos sectores intentaron resurgir mediante un club político apodado “Club del Atlántico”.

Equipo TAMI. La historia de este equipo arranca de la Democracia Cristiana y la revista “Comunidad”, a cuyo través se filtró una avanzada de “la izquierda económica”. Emmanuel Mounier era su ideólogo político. Luis Lebret O. P., el económico, a través de los equipos de “Economía y Humanismo” desparramados por' todo el mundo. Su exponente nacional fue el doctor Horacio Peña, uno de los convencionales que promovió en la Constituyente de 1957 la inserción del artículo 14 bis que propicia la reforme de la estructura empresarial. Pero en su aspecto político, esta “Lista Verde” (como se la denominaba internamente) enfrentó a las corrientes mayoritarias y configuró un liberalismo de izquierda económica. Algunos, con más proclividad a la comprensión nacional del peronismo, de los sectores populares del nacionalismo tradicional y del revisionismo histórico, dieron origen a lo que se denominó “Izquierda Cristiana”, uno de cuyos principales exponentes fue el diputado Enrique De Vedia. Militaban en esta corriente economistas de los equipos de investigación económica del Instituto Di Tella, Javier Villanueva, Alberto Petrecolla, Alieto Guadagni, Horacio Zalduendo, Félix Herrero y Guido Di Tella.
En 1966 Felipe Tami, presidente del Banco Central, se transforma en la vanguardia de estos grupos técnicos, pero los barre un operativo de los hermanos Alsogaray, que concluye poco más tarde con el propio titular de Economía (Néstor J. Salimei) e impone, como transacción, a Adalbert Krieger Vasena. Desterrado del gobierno, Tami cumple rápido y exitoso ciclo como funcionario de organismos interamericanos al servicio de la integración regional. Mientras tanto, hace su carrera en la provincia de Buenos Aires un hombre en posiciones doctrinarias muy semejantes, aunque menos duro, el doctor José María Dagnino Pastore (también del Instituto Di Tella).
Con el cordobazo y la renovación del gabinete estas corrientes acceden a los principales puestos de la conducción económica nacional, especialmente en el CONADE, el Ministerio de Economía y el gabinete de la provincia de Buenos Aires (Javier Villanueva, Horacio Zalduendo, Alieto Guadagni, Roque Grunawer y sus aliados de distinta procedencia, Lorenzo Raggio —CREAR— progresismo agrario, Francisco Guido —ministro de Bienestar Social en Buenos Aires y hasta ahora presidente de la Acción Católica—, Enrique Folcini —también de ACA—. Si se trata de rastrear una línea histórica se vendrá a dar con el doctor Antonio Cafiero, ministro de Comercio del peronismo, perteneciente a la misma institución. De alguna manera encaja en la misma corriente el subsecretario de Educación, Emilio Fermín Mignone, prolijo analista de las nuevas corrientes de la “izquierda nacional”, donde confluyen marxismo, nacionalismo y, en ocasiones, Iglesia.

Azul y Blanco o su equivalente unipersonal, Marcelo Sánchez Sorondo. Desde la caída de Perón pasa breves períodos de oficialismo en casi todos los gobiernos y se vuelca a la oposición con desparejo dramatismo.
El catolicismo de MSS, fiel a las corrientes populares de la derecha católica, sufrió el impacto del pontificado de Juan XXIII y de la Encíclica Populorum Progressio de Pablo VI. También abrió las páginas de su semanario a la izquierda nacional y allí escriben Rogelio García Lupo, Lobodón Garra (Liborio Justo, hijo del ex presidente), Alberto Murray. Mantiene buenas relaciones con algunos radicales del pueblo y los tecnócratas del Di Tella. Azul y Blanco es actualmente expresión de la más ríspida oposición al gobierno, aunque al comienzo pareció confiar en sus viejos compañeros llamados a los más altos cargos. Hasta los sacerdotes del Tercer Mundo recibieron el aplauso de Azul y Blanco. En sus páginas escribe Manuel Palacio, ex seminarista (hijo del historiador y diputado peronista Ernesto Palacio), reciente fundador del Círculo del Plata, club político que desparrama los jueves por la noche empanadas, vino y rumores entre los jóvenes nacionalistas de las nuevas generaciones. Pero el corazón político de MSS está con el “Movimiento de la Revolución Nacional”, que se supone consumará un general, muy probablemente Caro.

Cristianismo y revolución. Publicación de las corrientes más extremas de la izquierda cristiana, dirigida por el ex seminarista Juan García Elorrio, simboliza su acción y sus ideales en la figura del sacerdote guerrillero, Camilo Torres. Por vía del antiimperialismo de García Elorrio se acercaron a él izquierdistas de origen
marxista, como el desaparecido Emilio Jáuregui, y peronistas revolucionarios (Cooke y Alberte).

Encuentro Social Cristiano. Hacia fines de 1966 Leopoldo Pérez Gaud¡o, un periodista que también tuvo actuación en la fundación del PDC, convocó a una reunión en Unquillo (Córdoba) a distintos sectores cristianos, provenientes del nacionalismo popular, del peronismo y de los sectores de avanzada de la revista “Comunidad Nacional’’. Un trabajo del padre Milan Viscovich sobre el modelo socialista y cristiano de reforma de estructura sirvió de nexo a las distintas ponencias. García Elorrio, presente en la reunión, al sospechar que la misma tendía a estructurar un partido oficialista, se opuso a los distintos planteos. No se pudo llegar así a fijar conclusiones y métodos de organización. Con todo, en el ámbito cordobés, dada la vigencia del sacerdote economista Viscovich, el Encuentro sigue
nuevas generaciones a la comprensión del movimiento popular.
De todos modos, e| proceso no fue lineal: los grupos más intelectualizados (JUC, entre ellos) promovieron el diálogo católico-marxista. Algunos engrosaron agrupaciones de izquierda (Partido Revolucionario de los Trabajadores, Movimiento de Liberación Nacional). En cambio la mayoría derivó progresivamente al peronismo. La apertura de Horacio Sueldo fue el primer eslabón. Más tarde grupos adictos al ex candidato plantaron bandera y se sumaron a la fuerza comandada por Perón. También es factible detectar en medios universitarios cristianos (desde 1967) una tendencia al peronismo. Su expresión visible es la Unión Nacional de Estudiantes (UNE). Sus líderes sostienen que únicamente la historia nacional (caudillos federales, nacionalismo popular, irigoyenismo y peronismo) proporciona elementos para la liberación. En cambio, manteniendo su vigencia a nivel sindical y estudiantil. El integralismo cordobés participa de sus enfoques sociales.

Catolicismo desarrollista: Dos corrientes católicas convergieron a integrar el desarrollismo, cuando Frondizi lanzó su campaña electoral en 1956, con el apoyo desde la revista Qué. Por el lado nacionalista, Mario Amadeo, Mario Díaz Colodrero y Basilio Serrano. Por el tradicionalmente democrático, Rodolfo Martínez (h), Oscar Camilión, Oscar Puiggrós, Ángel Centeno. Encontraron correligionarios en la UCRI: Roberto Etchepareborda, Emilio Donato del Carril, Armando Turano. Todos quedaron justificados cuando al formularse la doctrina integracionista se declaró que el catolicismo es uno de “los principales factores de cohesión nacional”.
Catolicismo peronista. Cuando el peronismo era desplazado del poder en 1955, sectores juveniles católicos se nutrieron del “gorilismo”. Sin embargo, acontecimientos posteriores (proscripción sistemática del justicialismo, anulación de elecciones el 18 de marzo) impulsó a las nuevas generaciones a la comprensión del movimiento popular.
De todos modos, el proceso no fue lineal: los grupos más intelectual izados (JUC, entre ellos) promovieron el diálogo católico-marxista. Algunos engrosaron agrupaciones de izquierda (Partido Revolucionario de los Trabajadores, Movimiento de Liberación Nacional). En cambio la mayoría derivó progresivamente al peronismo. La apertura de Horacio Sueldo fue el primer eslabón. Más tarde grupos adictos al ex candidato plantaron bandera y se sumaron a la fuerza comandada por Perón. También es factible detectar en medios universitarios cristianos (desde 1967) una tendencia al peronismo. Su expresión visible es la Unión Nacional de Estudiantes (UNE). Sus líderes sostienen que únicamente la historia nacional (caudillos federales, nacionalismo popular, irigoyenismo y peronismo) proporciona elementos para la liberación. En cambio, otros se recuestan en la revolución cultural de Mao y en el liderazgo de Fidel.

CIAS (Centro de Investigación y Acción Social). Tuvo amplia repercusión en la CGT durante la gestión Alonso a través del padre Alberto Sily S. J., uno de los asesores del plan de lucha. Aparte del amplio esquema en que está montado el CIAS, en su chalet de la calle Palpa, la misma organización ofrece a los jesuitas una libertad para dedicarse al estudio y la investigación. Entre ellos se encuentran personalidades de renombre, como el padre Vicente Pellegrini, doctorado en economía (en Bélgica) con una tesis sobre el mercado común europeo. Trabajan junto a él José Balista (asesor en el Ministerio de Bienestar Social - SEPAC), antiguo asesor de Emaús; Fernando Boasso, José María Casabó Suqué y Manuel Virasoro, quien fue misionero en el continente chino, especialista en el tema del diálogo católico-marxista. Este equipo intervino en el estudio sobre la reorganización del sistema de previsión social en la Argentina. Trabajaron en él el doctor Agustín Merello, discípulo de Wilflid Schreiber, experto alemán creador del sistema de Seguridad Social implantado en Alemania. Colaboraron también en el plan PASS (Programa Argentino de Seguridad Social) José Enrique Miguens, Nicanor Saleño, el experto en calculadoras Horacio Regini y el ex rector de la Universidad ingeniero Fernández Long.

ASA (Acción Sindical Argentina). Instrumento de los sindicalistas cristianos (Programa Argentino de Seguridad Social), Internacional de Sindicatos Cristianos), cuyo nombre, últimamente CMT (Confederación Mudial de Trabajadores), fue secularizado para posibilitar el ingreso de diversas corrientes sindicales de los países subdesarrollados del Tercer Mundo. Algunos de sus dirigentes nacionales, como Emilio Máspero, ascendieron a funciones internacionales.
Su vigencia reside más en la calidad que en el número de sus adherentes, pero cuenta con amplios recursos provenientes de la CISC.

Cursillos de Cristiandad. Especie de retiros espirituales al estilo de los de San Ignacio de Loyola, pero dialogados y con amplios recursos psicológicos. El general Alejandro Lanusse fue uno de sus promotores en las filas del Ejército. El comodoro Julio César Krause hizo lo mismo en el arma aérea. El general Onganía participó de los cursillos en vísperas de la revolución del 28 de junio.
El R. P. Carlos Luis Zelarrayán O.P.D. es el actual director del Secretariado de Cursillos de Cristiandad. Miembros del equipo sacerdotal: canónigo Mario Serra, Pbros. Héctor Oglietti (conocido por sus charlas en televisión), Ovidio Tripodi (capellán mayor de Aeronáutica) y el jesuita Ferino Sedrán. Los miembros de los Cursillos se reúnen asiduamente en las denominadas “Utreyas”, reuniones de examen y adoctrinamiento. No funciona como logia política católica, puesto que no
hay uniformidad de pensamiento entre sus integrantes.

Comando Nacional Democristiano. Al producirse la disolución de los partidos políticos la DC sufrió el impacto. Actualmente sus hombres no se definen como partido, sino como movimiento. Su línea política se orienta a promover e integrar el movimiento nacional. Algunos viejos dirigentes han quedado fuera de la reestructuración: Lucas Ayarragaray (ex candidato a presidente), José Antonio Allende (ex presidente del PDC y actualmente en Europa), Enrique De Vedia (ex diputado nacional. También la denominada izquierda cristiana. Lo mismo ocurre con el IDEC (Instituto de Estudios Comunitarios, fuera de la DC y no reconocido por ésta). Por su parte, los sectores sueldistas del interior eligieron un comando nacional.
A medida que no se percibe una repercusión social de los actos del gobierno en la vida de la población este sector se radicaliza en sus posturas, se torna más exigente y se pronuncia por una muy avanzada reforma de estructuras. El lema de su última convención ha sido POR UN SOCIALISMO COMUNITARIO. Persisten en la “apertura” a lo nacional, pero critican duramente a Perón y los dirigentes peronistas. El congreso juvenil internacional de estas agrupaciones (concurrió una nutrida delegación argentina) reveló el grado de “izquierdización” de estos grupos. Horacio Sueldo lo sabe y otorga.

Opus - Dei. Funciona en Montevideo 1550, pero posee varios pensionados universitarios en la Capital. Los sábados organizan reuniones de meditación, en un ambiente oscuro con sólo una mortecina luz para que el sacerdote pueda leer los textos sagrados. Ideológicamente se los puede considerar centristas (ni integristas, ni progresistas) modernizantes en lo económico, clásicos en lo político y ortodoxos en lo religioso. Invitan a sus reuniones a figuras de prestigio de la intelectualidad católica, aunque no formen parte de sus cuadros. Tal el caso de Germán Bidart Campos, Carlos Floria y otros. El órgano de expresión oficioso del Opus es la revista Cuadernos del Sur (se publica desde agosto de 1964), cuyo secretario general es Eugenio Antonio Brusa. En su Consejo de Redacción figuraba Mario Díaz Colodrero y entre los colaboradores Guillermo Borda, Jorge A. Mazzinghi, Carlos Correa Ávila, César Belaúnde, Carlos Floria y Guillermo Gallardo.
El Opus tiene en España su Universidad Pontificia en Pamplona. Controla el Banco Popular Español, el Europeo de Negocios, el Atlántico de Andalucía y el de Salamanca y .varias sociedades de crédito más. Ubica sus miembros en distintos ministerios técnicos del gobierno de Franco. En la Argentina su éxito es mucho menor.
Tal el itinerario de las corrientes políticas que recorren el cuerpo del catolicismo argentino. Aliadas a veces, enfrentadas a menudo, las une un solo elemento común: todas reclaman el derecho a abrevar en las fuentes de la Inspiración cristiana.
PANORAMA, JULIO 29, 1969
Lisandro de la Torre y católicos

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