Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

¿Por quién arden los cañaverales?
SANTA FE-TUCUMÁN
¿Por quién arden los cañaverales?
En la semana pasada, mientras el presidente de la Nación recorría el Sur del país, portador de la buena nueva de la preocupación oficial por su desarrollo socio-económico, el Norte amenazaba convertirse en un caldero de estallidos populares. PANORAMA movilizó al prosecretario de redacción Daniel Muchnik, que cubrió el norte santafesino, y a su corresponsal en Tucumán José R. Rocha. El siguiente es el resumen de ambos informes:

‘‘Compañeros, yo estoy en todo lugar donde hay pelea.” En los primeros minutos del jueves 10, mientras la plácida Santa Fe entraba en sueño, Raimundo Ongaro, “pope” indiscutido de la CGT opositora habló con Panorama (único testigo periodístico de su sigiloso arribo): “Tenemos una decisión irreversible: combatir con todos los medios pacíficos o no, hasta que el pueblo se haga respetar”. Sus palabras tendrían confirmación horas más tarde. El viernes, a las 10, se inició la “marcha de los pueblos del norte santafesino”: Villa Guillermina, Tacuarendí, Villa Ana, Tartagal, Inti-Cayo, La Gallareta, Villa Ocampo, y cuña boscosa (extremo boreal de la provincia). Propósito: manifestar por el cierre de ingenios azucareros y por la situación de miles de añejos desocupados de La Forestal (empresa productora de tanino que dejó de funcionar en 1962).
Pero la Guardia Rural (cuerpo policial especializado), practicó simultáneos “golpes de mano”, en las primeras horas del día: ocupó Villa Ocampo (sede del ingenio Arno), Villa Guillermina y La Gallareta (después quedarían incomunicados telefónicamente). En Santa Fe también fueron severas las medidas: patrullas en las calles, caminos de acceso bloqueados.
No obstante la acción represiva, se repitieron en el norte los intentos para consumar la marcha. Desde La Gallareta y Fortín Olmos, centenares de pobladores se lanzaron hacia la ruta 11. No pudieron sobrepasar las vallas. En Villa Guillermina se llegó a efectuar un acto, prontamente disuelto. Pero donde la situación adquirió matices violentos fue en Villa Ocampo. Dos mil vecinos decididos a pasar la barrera policial, fueron reprimidos con gases. Se escucharon detonaciones de armas de fuego. Retornaron a la población y tomaron el edificio de la Municipalidad. Fueron desalojados violentamente y buscaron refugio en la iglesia (con el apoyo del cura párroco Angel Tibaldo y otro religioso). La Guardia Rural rodeó el templo, y la represión entre detonaciones siguió durante varias horas.
La fracasada marcha contaba con un respaldo amplio y heterogéneo: Movimientos Cristianos (presididos por el presbítero José María Serra, una especie de Camilo Torres para sus seguidores), Juventud Peronista, Partido Comunista, Sindicato de la Sanidad, Unión Ferroviaria, La Fraternidad, Sindicato de Luz y Fuerza, y una retahíla de grupos estudiantiles (abarcan todo el espectro ideológico).

Misil patagónico
Veinticuatro horas antes, el presidente Onganía disparó un proyectil teledirigido desde plataforma patagónica sobre el baluarte del conflicto: expropió por ley el ingenio Arno (sobre bases similares a las adoptadas en el caso de Las Palmas, del Chaco, fábrica azucarera rehabilitada por el gobierno nacional).
De allí la cautela con que, horas antes de conocerse la decisión de Onganía, el gobernador (Eladio Modesto Vázquez) afrontó la requisitoria de Panorama: “Es un cataclismo aparente. Además, la solución para el Arno no debe salir de la provincia. Es un problema que debe ser resuelto a nivel nacional”. Todavía fue más explícito: “Soy optimista ... la zafra se va a realizar”.
En acción de "comandos” la Guardia Rural capturó, antes de que los hechos se precipitasen, a los principales dirigentes del movimiento: Raimundo Ongaro, Alfredo Penisi, Osvaldo Lombardi, Ricardo Centurión, Alberto Campos, Alfredo Yacunisi, Ruiz Díaz (presidente del sindicato azucarero), y otros, hasta completar un total de 15.
Por la noche, trascendió que se efectuarían manifestaciones en la propia capital, en apoyo del norte paupérrimo. Apenas dos actos relámpago pudieron intercalarse en la tensa noche santafesina: la vigilancia policial no decrecía.
Pero el clima subsiste en el norte de-pauperizado: departamentos 9 de Julio, Vera y General Obligado (72.000 kilómetros cuadrados; 40.000 de montes espesos). Viejas ciudades que recibían el movimiento continuo de 30-40.000 habitantes languidecen. Es lo que queda de un ex imperio llamado La Forestal. “Se llevaron todo (dice Domingo Lazzaneta, viejo poblador), porque era de ellos. Levantaron vías, teléfonos, depósitos de agua.” Raúl Juan Carussi, ex jefe de policía de Reconquista, activista del radicalismo del pueblo, refrenda: “Van quedando los jubilados. Lo que era un jardín es ahora miseria. Miseria aislada de la civilización. Pedimos que el país se acuerde de nosotros. Que sea solidario.”
La solución impuesta por Onganía para el ingenio Amo —opinan algunos observadores— ayudará a disminuir la tensión. Pero no bastará.
Luciano Molinas (h), ex diputado demócrata progresista, advierte: “El camino del norte es la colonización activa y decidida. Pero comprar ahora no conviene. No sólo no se ha reforestado sino que destroncar lo destruido por La Forestal cuesta más que el valor total de la tierra”.
El gobernador Vázquez opta por el realismo tecnocrático: “No hay solución a corto plazo”. Con postulados sugeridos por COPRODE (Consejo Provincial de Desarrollo, que sigue lineamientos del CONADE), trata de cumplir etapas simultáneas y relacionadas entre sí:
•Con 110.000 hectáreas compradas a La Forestal ofrece plan de colonización a 1.100 candidatos anotados por sorteo.
•Para desmontar esas tierras contrató hacheros desocupados.
•Para afincar poblaciones y crear nuevas fuentes de trabajo estudia la creación de tres parques industriales (de sur a norte: Rosario, Santa Fe y Reconquista) que brindarán, al estilo de la provincia de Buenos Aires, exención impositiva y facilidades crediticias a fábricas de papel, tejidos y madera aglomerada.

Ardiente Tucumán
Mientras Raimundo Ongaro intervenía en los preparativos de la “marcha de los pueblos del norte santafesino”, estallaba el pandemónium en Villa Quinteros, Tucumán, cuya población manifestaba por el cierre del ingenio San Ramón, y exigía soluciones concretas al problema de la desocupación.
La represión policial tuvo caracteres inéditos en la explosiva provincia subtropical. Nunca hasta entonces se habían violentado edificios como allí se hizo, ni tampoco se habían hecho disparos en el .interior dé las viviendas (21 heridos, varios de bala). La represión “casa por casa” fue una experiencia excesivamente amarga.
El cura párroco de Río Seco, Femando Fernández, denunció al general Onganía y a otras autoridades (telegramas) “los vandálicos atropellos sin precedentes en la historia de Tucumán, cometidos por la Policía Federal y de la provincia, utilizando armas de calibre 45, violando domicilios, provocando el pánico y la rotura de muebles. Hay numerosos heridos y contusos".
El 18 de abril promete ser un día inquieto para el gobernador Roberto Avellaneda. Para esa jornada, la Comisión Intersindical de Defensa (creada por los sindicatos de los ocho ingenios cerrados), promete realizar una "marcha” sobre San Miguel de Tucumán. Reclama: “Soluciones concretas para la situación creada a los miles de trabajadores que fueron condenados a la desocupación.”
Difícilmente para ese día tenga el gobernador en sus manos soluciones concretas. Ni el Comité Operación Tucumán, ni la Secretaría de Trasformación estarán en condiciones de brindarle elementos para anunciar la habilitación de nuevas fábricas (es lo que exigen los obreros desplazados por la política que adjudicó un restringido cupo azucarero: obligó a redimensionar la industria en Tucumán). Acaso Avellaneda anuncie la habilitación del Mercado de Concentración de Hortalizas (ayudaría a diversificar cultivos en el ex ingenio Lastenia). Y la de algunas pequeñas fábricas (una de cerámica, entre ellas) en el área de otro ingenio desaparecido: Santa Lucía. Pero estos dos presumibles anuncios poco aliviarán una situación excesivamente tensa (sobre todo después de la represión en Villa Quinteros).
Adversarios políticos de Avellaneda pontifican: "Una acción como la prometida para el 18 se la veía venir desde hace rato”. Las pocas fábricas que se instalan con el apoyo del Comité Operación Tucumán y de la Secretaría de Trasformación, se radican en las vecindades de la capital. Se gesta así una macrocefalia de imprevisibles alcances. Ya cuando Onganía visitó el Noroeste (julio-agosto de 1968), Enrique Gordillo (ingeniero, ex presidente de la Federación Económica de Tucumán: la central empresaria), le espetó al presidente de la Nación: “Para el Comité Operación Tucumán la provincia termina en la ciudad de Lules” (dista apenas 20 kilómetros de la capital). Repetidamente el COT anunció que alentaría la instalación de nuevas industrias en las zonas de los ingenios desmantelados, pero todo quedó en promesas (cumplidas parcialmente).
Versioneros del gobierno provincial adelantan la estrategia que adoptaría Roberto Avellaneda para afrontar los acontecimientos del día 18. Tomará en cuenta —aseguran— dos circunstancias contradictorias derivadas de la ley que Onganía catapultó desde Río Gallegos: faculta al P. E. para fijar volúmenes máximos de azúcar en la zafra 1969, y los precios de compra-venta de caña para esa cosecha. Esta ley puede hacer que funcionen todos los ingenios que actualmente sobreviven en la provincia (16). Obviamente, satisface a los trabajadores de esas fábricas (y quedarían neutralizados para la marcha del 18). En cambio, la ley no es potable para los cañeros. .Sus dos organizaciones la han impugnado con ira. La posibilidad de un precio máximo para la caña de azúcar los alarma, porque existe la posibilidad de que sea inferior al promedio de 2.850 pesos con que ya se colocó la tonelada para la presente cosecha. Así, mientras un sector obrero puede quedar anestesiado, el enojo cañero agregaría nuevos elementos de detonancia a una situación francamente explosiva. En el sector industrial la limitación de volúmenes a producir tiene partidarios y adversarios. Pero hay unanimidad sobre la fijación de precio máximo para la materia prima (se había desatado una puja entre los fabricantes que elevaba peligrosamente el valor de la caña).
Las posiciones están tomadas. Difícilmente se logre un acuerdo en los próximos tres días.
Revista Panorama
15/4/1969

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