Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

Los títeres en la educación de los niños
Por JOAQUÍN LINARES
ilustraciones de Francisco Rojo Anglada

En estos últimos tiempos el teatro de títeres ha adquirido en la Argentina una difusión extraordinaria.
Los títeres argentinos hicieron su aparición en época muy reciente. Apenas cuentan veinte años de historia. Esto no quiere decir que anteriormente no se conocieran los espectáculos de marionetas en nuestro país. A principios de este siglo —en el 1900—, inauguraron en el barrio de la Boca el Guignol San Carlino los titiriteros italianos Bastián de Terranova y Carolina Ligatti, donde ofrecieron durante muchos años —en lenguaje dialectal— interesantes espectáculos con hermosas marionetas sicilianas, que actualmente se exhiben en el Museo de Bellas Artes de la Boca. Asimismo, desde hace años desarrollan sus actividades titiriteras en la Argentina los Piccoli de Podrecca, fantoches italianos, conocidos y celebrados universalmente, con un repertorio de centenares de obras de los
más variados géneros, que incluye la ópera, la opereta, la comedia, el sainete, la parodia, el cuento infantil, la revista de "music-hall", etcétera.
Sin embargo, los éxitos de estos fantoches no despertaron la vocación titiritera de nuestros jóvenes escritores y artistas. La verdad es que éstos no sintieron el irresistible llamado del Retablo de Maese Pedro, hasta que descubrieron que Federico García Lorca (quien acababa de revelarse con su Romancero gitano y Bodas de sangre), era también un errante titiritero que, rodeado de pintores, escritores, músicos y actores muy jóvenes, recorría los caminos de España en la carreta de sus Títeres de cachiporra, ofreciendo al mismo tiempo a los embobados campesinos conferencias literarias, recitales poéticos, conciertos y exposiciones de cuadros.
El estreno y el triunfo en Buenos Aires de 'La zapatera prodigiosa', farsa para títeres, del citado poeta granadino, y en la que sólo el arte maravilloso de Lola Membrives pudo lograr la hipóstasis artística de fantoche y mujer, inició el auge en la Argentina de las carretas de títeres, de la poesía de títeres y de las andantes aventuras titiriteras.
Así, por aquellos años surgieron los fantoches de La Andariega, de nuestro poeta-titiritero Javier Villafañe, el cual, becado por la Comisión Nacional de Cultura, recorrió las repúblicas Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil y Chile, ofreciendo representaciones en las escuelas y enseñando a los maestros el arte de los títeres, como auxiliar eficacísimo de la educación del niño.
Posteriormente, el mismo Villafañe dictó en el Teatro Nacional Cervantes un amplio curso sobre esta materia, dedicado a los maestros de las escuelas primarias de la capital y del interior, colaborando al mismo tiempo con el Instituto Nacional de Estudios de Teatro en la organización de la Primera Exposición Nacional de Títeres. En esta muestra —realizada en 1943— pudo constatarse la efectiva importancia que había cobrado el teatro de títeres en nuestro país, tanto por su número como por su calidad. Entre ellos merecen citarse las marionetas de La Nave, que presentó Alberto Morera; el retablo de Los Siete, dirigido por Juan Otano; el "guignol" Los Cuatro Vientos, de Enrique Wernike; los muñecos de La Toldería, con los que el Doctor Alfredo Hermitte representaba 'La zapatera prodigiosa', adaptada por él; las Marionetas Universitarias, dirigidas por el doctor Pedro Bagnatti, del Instituto Médico-Pedagógico "Mercedes de Lasala y Riglos", que llevaron alegría y consuelo a los niños enfermos y abandonados de todo el país. También se iniciaron por ese tiempo —y aun siguen trabajando con éxito— los conjuntos de títeres del Triángulo, regidos por C. Moneo Sanz, y el Teatro Argentino de Títeres, de la pintora Mane Bernardo, la cual realiza actualmente funciones periódicas para niños en escuelas, asilos y plazas públicas, con el patrimonio de la Secretaría de Educación.
Y, finalmente, entre los elencos de fantoches que en los últimos tiempos se han presentado en nuestra metrópoli, sobresalen por la gracia y belleza de sus marionetas y decorados, los Títeres del Tío Vivo, que inspira y conduce el notable pintor y escenógrafo Francisco Rojo Anglada, al cual pertenecen los bocetos que ilustran la presente nota.
Revista Argentina
1/12/1949


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