Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

HUGO DEL CARRIL CALMARA EN EUROPA SUS ANSIAS DE ARTISTA LABORIOSO EN BUSCA DE HORIZONTES
EN UN REENCUENTRO CON PARIS HARA PLANES PARA FUTURAS PRODUCCIONES

BERNARD Shaw, "este maldito Irlandés", como alguna vez lo llamó cariñosamente Winston Churchill, fué antes que famoso dramaturgo y libretista de cine fracasado, un gran periodista y critico de teatro. Y en un reportaje televisado que le hicieron cuando cumplió noventa años de edad, sobre sus recuerdos de cronista, dijo: "Todos los trabajos que puede tener un periodista en su vida se pueden dividir en dos clases solamente, los agradables y los desagradables."
Nos hemos acordado de esta frase al entrar en el departamento de Hugo del Carril, donde este serio y estudioso artista vive rodeado de pocos pero fieles amigos, mirando al futuro y proyectando expresiones de arte con un hondo y profundo sentido de superación. Y la hemos recordado porque este es uno de los casos en que para nosotros, que tenemos la obligación de llenar nuestras pupilas con las más diversas manifestaciones del alma humana, conversar con Hugo del Carril y especialmente en estos momentos en que el popular cantor acaba de concretar una de sus más caras aspiraciones, es uno de los trabajos más agradables que nos hayan tocado en suerte.
Lo encontramos en medio de un ritmo vertiginoso. Valijas, papeles, ropa, continuas llamadas telefónicas, consultas, telegramas que van y que vienen y la nerviosidad de sus amigos, forman el cuadro general de la preparación apresurada de un viaje importante. Hugo del Carril se va a Francia dentro de diez días.
—Me encuentran un poco atorado, pero no se preocupen. Ustedes ya saben que estoy acostumbrado a estas cosas. Yo he conseguido realizar algo parecido a la bohemia que no puedo vivir por causa del trabajo. Y lo logré viajando. Siempre que puedo hago mis valijas y parto por cualquier camino de la tierra para cantar, filmar o actuar. Yo creo que en la vida lo importante es estar haciendo siempre algo hermoso y con buenas intenciones, cada uno en la esfera de sus posibilidades.
Estas primeras palabras, que expresan ideas que ya hemos escuchado otras veces, son el espejo espiritual de Hugo del Carril. Y ponen al desnudo algo que sorprende un poco a quien no lo conoce a fondo. La contradicción maravillosa que existe en su alma. Porque Hugo es, a la vez, un hombre sencillo, sentimental y emotivo hasta la debilidad, y un artista sereno y ejecutivo, de personalidad fuertemente equilibrada. En la perfecta coordinación de todos esos elementos, aparentemente tan dispares, se debe encontrar a buen seguro el secreto de su formidable carrera hacia el estrellato.
—¿Y cómo se produjo esta sorpresa tan feliz, Hugo?
—Es muy sencillo. Ustedes y el público saben que yo no puedo vivir sin trabajar, sin transmitir a la gente lo que siento. Me desespera la inacción, hasta el punto de que cuando no puedo hacer cine, salgo a cantar a donde me llamen. Por eso hice la reciente gira por el litoral y el Paraguay, que me ha dado tantas satisfacciones.
—Bueno, pero evidentemente sus inclinaciones naturales lo han llevado ahora hacia el cinematógrafo como un meteoro.
—Las dos cosas me gustan y en las dos expresiones me siento cómodo. Me gusta cantar porque veo que al pueblo le gusta que cante y me apasiona el cine porque a través de mis experiencias he descubierto que tiene posibilidades infinitas de mensaje y de expresión de todos los matices de la naturaleza humana.
—¿Quiere decir que ha buscado poder manifestarse nuevamente por medio del séptimo arte?
—Es claro. He estado esperando y esperando y sufriendo un poco, porque la inacción no se ha hecho para mi y finalmente se me ha presentado esta interesante oportunidad por la venida del productor Alfredo Rodé, que, como ustedes saben, llegó de Francia hace más de un mes con esa encantadora actriz que se llama Claudine Dupuis, Erno Crisa y varios técnicos para filmar escenas de "La mujer de fuego".
Hugo del Carril, entre otras cosas admirables, tiene ese don de humildad y de autocrítica propio de todos los que no quieren hablar mucho de si mismos aunque la situación los obligue y por eso no nos dice algo que nosotros ya sabemos, y es que el productor Rodé
le pidió especialmente que lo asesorara en la filmación de las más importantes secuencias en exteriores e interiores de "La mujer de fuego". A raíz de eso, se estableció la vinculación.
—¿Y cómo se concretó su participación en ese equipo?
Más de la mitad de la película se va a filmar en Paris y la línea argumental exige la intervención de dos figuras masculinas básicas, que luchan por el amor de una mujer, de manera que yo actuaré haciendo uno de los dos.
Indudablemente, una verdadera adquisición, pues descontamos que para el productor ha sido una gran conquista lograr que Hugo reedite sus éxitos de "Surcos de sangre" y "Las aguas bajan turbias". Pero antes de finalizar la entrevista tendremos otra sorpresa más importante todavía.
—¿Pero la base del arreglo es que usted actúe como intérprete solamente?
—No del todo. En realidad, de acuerdo con el proyecto ya concretado y cuyo convenio firmaremos a mi llegada a Paris, no haremos coproducciones, sino producciones argentinas, en las cuales yo trabajaré como asesor y director. También tendré a mi cargo la selección de los libros, entre los cuales tengo ya en vista una novela sobre el trabajo en los algodonales del Chaco, que me gusta mucho. Y si corresponde, es posible que hasta haga algún papel. Pero, como base, contrataremos importantes figuras del cine argentino e internacional, preferentemente europeo.
—¿Comenzarán a trabajar en cuanto lleguen a Francia?
—No. Primero tendré que trabajar frente a las cámaras en otra película de Rodé, "Las puertas del infierno", que se filmará íntegramente allí y en la cual acompañaré a esa simpática pelirroja que es Claudine Dupuis, la esposa de Rodé.
—En síntesis, Hugo, ¿cuándo partimos?
—Creo que si todo va bien y con tiempo, viajaremos en avión a Francia alrededor del próximo lunes 20. Faltan arreglar algunos problemas Importantes, que siempre se presentan a último momento.
—¿Y el retorno?
—En cuanto termine la filmación de "Las puertas del infierno" viajaré a Buenos Aires para seguir la organización del plan. Espero que para mi vuelta se hayan solucionado los inconvenientes actuales en la aprobación de la reglamentación de la Ley del Cine, lo cual facilitará nuestro trabajo y el de todos los colegas.
Nos despedimos. Dejamos a Hugo del Carril vertiginosamente entusiasmado entre la organización del proyecto, la preparación del viaje, las felicitaciones de los amigos y las despedidas prematuras. Su viaje y el intenso trabajo que le espera le serán muy beneficiosos y sabemos que su reencuentro con ese maravilloso París, que tan bien conoce, aunque sea breve, tendrá consecuencias favorables para el cine nacional.

Revista Radiolandia
18.05.1957

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