Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

EN 4 MESES, LA NIETA DE QUIEN FUERA EL REY DE LA PRENSA NORTEAMERICANA PASO MISTERIOSAMENTE DE SECUESTRADA A ACTIVISTA DE UNA SECTA DE FANATICOS EXTREMISTAS.

PATRICIA HEARST
BUSCADA VIVA 0 MUERTA

LA POLICIA DE LOS ANGELES BUSCA A PATRICIA HEARST, VIVA O MUERTA. SECUESTRADA EN FEBRERO POR EL "EJERCITO SIMBIONES DE LIBERACION", DECLARO EN UNA CINTA GRABADA QUE SE HABIA UNIDO AL GRUPO. DOS MESES MAS TARDE PARTICIPO EN EL ASALTO A UN BANCO. LAS CAMARAS DE TELEVISION CAPTARON SU IMAGEN. AHORA LOS JEFES DE LA ORGANIZACION ESTAN MUERTOS: CAYERON EN UN COMBATE CONTRA LA POLICIA QUE DURO 25 HORAS. SIN EMBARGO, PATRICIA NO ESTABA ENTRE ELLOS. ACA, LA HISTORIA Y LAS FOTOS DE UN DESCENSO AL INFIERNO.

LAS SIETE CABEZAS DE LA COBRA
Es mejor entrar en esta historia a secas, sin preámbulos, sin reflexiones.
Imagínese una habitación oscura, un proyector, una pantalla.
Siéntese en la única silla que hay en la habitación.
Mire hacia la pantalla.
Fotografía número uno: Donald David Defreeze, norteamericano, 30 años. Abandonó su casa a los 14 años. Vagabundeó por Nueva York, Nueva Jersey y Los Ángeles. Arrestado por robo en 1965 y por tenencia de explosivos en 1969. Los médicos que lo examinan lo definen como "un hombre emocionalmente confuso". Jefe del Ejército Simbionés de Liberación, organización de extremistas fanáticos nacida en 1973. Se hacía llamar "Cinque", en honor de un africano que capturó un barco en la costa de Cuba en 1893. Muerto a balazos por la policía de Los Ángeles entre el 17 y el 18 de mayo de 1974.
Fotografía número dos. Ángela Atwood, alias "Genia", norteamericana, 25 años. Estudiante en Indianápolis. Poco se sabe de su vida, salvo que en la escuela era una agitadora que se oponía sistemáticamente a los reglamentos, que se casó, que vivió un tiempo en Berkeley, California, y que al separarse de su marido fue protegida por un matrimonio de apellido Harris. Pertenecía al Ejército Simbionés de Liberación. Fue muerta a balazos por la policía de Los Ángeles entre el 17 y el 18 de mayo de 1974.
Fotografía número tres: Nancy Ling Perry, norteamericana, 26 años. Dirigía barras de aliento en partidos de béisbol. En 1964 colaboró activamente en la campaña política del candidato a presidente Barry Goldwater. Se recibió de profesora de literatura en Berkeley. Drogadicta. Pertenecía al Ejército Simbionés de Liberación. Muerta a balazos por la policía de Los Ángeles entre el 17 y el 18 de mayo de 1974.
Fotografía número cuatro: Patricia Soltysik, alias "Miz-moon", norteamericana, 27 años. Estudió en Berkeley, donde trabajaba en una oficina. Militó en el Movimiento de Liberación Femenino. En 1973 formó parte del grupo de fanáticos violentos que creó el Ejército Simbionés de Liberación. Muerta a balazos por la policía de Los Ángeles entre el 17 y e| 18 de mayo de 1974.
Fotografía número cinco: Thero Wheeler, norteamericano, 31 años. Condenado en 1962 por robo. En 1968 fue sometido a tratamiento psiquiátrico, Se fugó de |a cárcel de Soledad, donde era miembro del grupo maoísta "Venceremos". Pertenece al Ejército Simbionés de Liberación. Buscado vivo o muerto.
Fotografía número seis: William Wolfe, norteamericano, 22 años. Siguió cursos de cultura negra. Pertenecía al Ejercito Simbionés de Liberación, grupo al que fue atraído mientras vivía en Berkeley. Muerto a balazos por la policía de Los Ángeles entre el 17 y el 18 de mayo de 1973.
Fotografía número siete: Patricia Campbell Hearst, norteamericana, 20 años. Nieta de William Randolph Hearst, que fue dueño de la mayor cadena de diarios de los Estados Unidos y de una de las fortunas más grandes del mundo. Se crió en una casa de 22 habitaciones en Hillsborough. Estudió historia del arte en Berkeley. En 1973 dejó su casa y se mudó a un departamento con su novio, Steven Weed, profesor de filosofía y de física, buen deportista, hijo de un prestigioso corredor de bolsa y miembro de un movimiento pacifista que bregaba por la paz en Vietnam. Weed tuvo algunos contactos con la izquierda y al parecer se entrevistó en México con el marxista francés Regís Debray. Según los amigos de la pareja, Patricia y Steven pensaban casarse en junio o julio de 1974. "Les gustaba tener el departamento prolijo. El se quedaba horas y horas con su equipo de música y ella adoraba la cocina", dicen algunos de los testimonios. Ahora Patricia Hearst pertenece al Ejército Simbionés de Liberación. Acusada de haber participado en el asalto a un banco de San Francisco, la policía la busca. Viva o muerta.

"OBJETIVO: PATRICIA CAMPBELL HEARST"
Hay más fotos, sí, pero se explicarán por sí mismas. Ahora es mejor seguir en esta historia a secas, sin interrupciones, sin reflexiones, por un camino de hechos directos y precisos.
4 de febrero de 1974: Dos hombres negros y una mujer blanca (joven, rubia, muy bella), armados con fusiles, entran en el departamento de Berkeley donde viven Patricia Hearst y Steven Weed. Atacan a culatazos a Steven, lo desvanecen, se arrojan sobre Patricia y la arrastran hasta un auto estacionado en la puerta. Patricia se resiste. La golpean y le arrancan la ropa. Luego la encierran en el baúl del auto y huyen.
5 de febrero de 1974. Silencio. Los secuestradores no se comunican con la poderosa familia Hearst. Mientras tanto, un boletín clandestino reproduce este comunicado. "Unidad Regional Adulta de| Oeste del Ejército Simbionés de Liberación (ELS). división La Muerte Negra (The Black Death). Comunicado número 3, a los cuatro (4) días del mes de febrero de 1974. Orden de detención. Objetivo: Patricia Campbell Hearst, hija de Randolph Hearst |l, enemigo del pueblo. En caso de resistencia, ejecución. Orden proclamada por el tribunal del pueblo."

CUATROCIENTOS MILLONES DE DOLARES
7 de febrero de 1974: La radio de Berkeley recibe una carta. Dice: "La señorita Patricia Hearst es nuestra prisionera de guerra. Está detenida en una región protegida, y el Tribunal del Pueblo ha decidido lo siguiente: Si nuestros soldados Joseph Remiro y Russell Little no recuperan la libertad, la prisionera será condenada a muerte y sentenciada". Dentro del sobre hay una tarjeta de crédito de Patricia y una copia del comunicado que ordenaba su secuestro. Joseph Remiro y Russell Little, los dos extremistas nombrados en la carta, estaban presos en la cárcel de San Quintín por haber asesinado el 6 de noviembre de 1973 al educador negro Marcus Foster. Los criminales usaron balas de cianuro, el instrumento de muerte preferido por la secta.
12 de febrero de 1974: Los padres de Patricia Hearst reciben una cinta grabada. La voz fina y las palabras, dichas con largas pausas, dicen: "Mamá...papá...; estoy bien.. . No me han golpeado..., ni me han matado de hambre. . . Tampoco me asustan sin necesidad". Al final de la grabación Donald Defreeze ("Cinque"), el jefe del Ejército Simbionés de Liberación, exigía al padre de Patricia que repartiera comida gratis entre todos los necesitados de California. "De lo contrario —terminaba—, ejecutaré a su hija". Horas más tarde los contadores de Randolph Hearst II terminan el cálculo: entregar comida a todos los necesitados de California significa desembolsar 400 millones de dólares.
15 de febrero de 1974: Nuevo mensaje de los secuestradores: "Paguen o Patricia morirá". Mientras tanto la opinión pública norteamericana repudia el rapto y apoya a la familia Hearst con miles de llamados telefónicos, miles de cartas, miles de telegramas, miles de donaciones en efectivo para reunir los 400 millones de dólares. Se sabe a través de la prensa qué es exactamente el Ejército Simbionés de Liberación: un grupo de fanáticos violentos, de ex convictos, de drogadictos, de enfermos mentales, nacido en una cárcel y sostenido económicamente por medio de secuestros y asaltos. Su bandera es una cobra de siete cabezas. Su remota inspiración, ciertos movimientos guerrilleros africanos de la década del 60. Su nombre, "Simbionés", deriva de "simbiosis" y alude al aprovechamiento de todo tipo de elementos para fortalecerse y sobrevivir. Sus objetivos: "Destruir la propiedad privada, reformar el sistema carcelario y romper todas las formas de racismo, sexualismo, capitalismo, fascismo, individualismo, posesión y competencia". Tienen armas modernas y poderosas, practican ritos secretos y viven en total promiscuidad. Trataron de encontrar apoyo entre grupos de izquierda pero no lo consiguieron. Incluso hasta los dirigentes más extremistas de los Estados Unidos los repudiaron: la comunista negra Ángela Davis condenó el secuestro de Patricia Hearst, y Huey Newton, jefe de las Panteras Negras, declaró que el Ejército Simbionés atentaba contra el pueblo.
20 de febrero de 1974: Otra cinta grabada. Patricia Hearst dice que está bien, que no se preocupen por ella.

DE VICTIMA A COMPLICE
2 de abril de 1974: Después de un mes y medio de silencio, Randolph Hearst II recibe una nueva grabación. Primero escucha la voz de Defreeze, e| jefe del Ejército Simbionés de Liberación: "Su hija fue liberada, pero no quiso marcharse. La hemos aceptado como camarada. No hay más nada que negociar. Ella es libre y está bien armada". Luego de una pausa, la voz de Patricia: "He decidido quedarme con el Ejército Simbionés de Liberación y luchar junto a sus miembros. Hablo con entera libertad. No me han torturado ni me han obligado a tomar narcóticos."
15 de abril de 1974: A las 10 de la mañana, un hombre negro y cuatro mujeres blancas entraron a punta de ametralladora en el Hibernia Bank Branch, un banco que está en el distrito Sunset de San Francisco. Vestían camperas, jeans y boinas. Una de las mujeres gritó: "Somos del Ejército Simbionés de Liberación". Otra, mientras amenazaba a una de las cajeras, dijo: "Yo soy Tania, Tania Hearst". Enseguida, con precisión militar, Donald de Defreeze desarmó al único guardia y obligó a los empleados y clientes a tirarse al suelo boca abajo. Patricia Hearst, mientras tanto, se paró frente a la cámara de televisión de circuito cerrado (un sistema de seguridad para identificar asaltantes) con la ametralladora en la mano, como si quisiera asegurarse de que al día siguiente su fotografía estuviera en todas las primeras planas de la prensa norteamericana.

EL PRINCIPIO DEL FIN
17 de mayo de 1974: Después de un asalto, un grupo del Ejército Simbionés de Liberación se refugia en una casa del barrio negro de Los Ángeles. Más de 500 policías armados con fusiles M-16, granadas y bombas de gas lacrimógeno toman posición alrededor de la casa, mientras tres helicópteros sobrevuelan la zona. Empieza la batalla, la primera y tal vez la última batalla del Ejército Simbionés de Liberación. Durante 25 horas el escenario no es otra cosa que ruido y fuego, gas y humo, gritos y órdenes. La policía aplica una táctica de limpieza similar a las que usaba el ejército norteamericano en Vietnam. Por fin, a las 7 de la tarde del día siguiente, cuando la casa está derrumbada y carbonizada, una patrulla consigue entrar en ella. Hay cinco cadáveres, que más tarde son identificados como Defreeze (el jefe), Soltysik, Perry, Wolfe y Atwood. Patricia Hearst no estaba en la casa, aunque en un principio se la confundió con una de las tres mujeres muertas.

UNA HISTORIA DE 1887
Ahora es preciso retroceder un siglo y arrebatar un pedazo de biografía: "En 1887, William Randolph Hearst cumplió 20 años y le pidió a su padre —George— que le regalara «The Examiner», un miserable periodicucho de San Francisco redactado por dos periodistas viejos y aburridos. Cuando el nuevo dueño pisó por primera vez la redacción reinaban el desaliento, el hambre y la mugre. William Randolph se quitó el saco y el chaleco, se arremangó y empezó a fregar las paredes con agua y jabón, mientras gritaba: «¡Todo va a cambiar desde hoy!» El resto de la historia es conocido. Hearst cambió los títulos, el lenguaje, la diagramación. Introdujo grandes fotografías y dibujos. Mandó periodistas a todos los rincones del mundo. En una palabra, inventó el periodismo moderno y creó un imperio multimillonario. Su personalidad, sus frases, su reino, quedaron inmortalizados en la película «Citizen Kane» (El ciudadano), de Orson Welles. Sabía —lo repetía siempre— que era un monarca que subía y caía todos los días de su trono. Pero murió sin saber —sin sospechar siquiera— que medio siglo más tarde sus propios diarios deberían usar los títulos «monumentales» que él siempre exigía, para relatar las andanzas de Patricia Campbell Hearst, su nieta, una chica de 20 años que nació en uno de los palacios de la familia y que hoy es una fotografía borrosa con una leyenda que dice «Buscada viva o muerta»".

LA AMETRALLADORA EN LA MANO IZQUIERDA
Ahora, Patricia Hearst ha desaparecido. Algunos rumores aseguran que está en el Sur de los Estados Unidos. Otros, que se ha fugado a Londres. Mientras tanto, teorías y conjeturas se estrellan contra la realidad. Los padres, aún hoy, afirman que no es posible que Patricia se haya convertido en una guerrillera. "Estamos seguros de que los secuestradores le han hecho un lavado de cerebro. Por eso actúa así", repiten ante los investigadores del FBI, que también se han inclinado por esa teoría, sobre todo después de analizar la posición de los brazos de Patricia al empuñar la ametralladora durante el asalto al banco de San Francisco. "La chica tiene el arma con la mano izquierda, y lleva la mano derecha dentro de uno de los bolsillos de su sacón —ha informado el oficial Charles Bates—; es una posición realmente insólita para portar un arma, sobre todo si existe la intención de abrir fuego rápidamente. Esto, sin excluir la posibilidad de que la metralleta estuviera descargada. Tampoco hay que descartar e| hecho de que Patricia haya simulado pasarse a las filas del Ejército Simbionés de Liberación para salvar su vida, y todavía no haya encontrado una oportunidad para escapar..."
Hay otra teoría. Más extraña, casi alucinante.
Acaba de aparecer en California una novela corta llamada "Black Abductor", que relata las peripecias de una chica de 20 años, también llamada Patricia, hija de una familia conservadora y millonaria, que es secuestrada por un grupo subversivo. En uno de los capítulos, e| jefe de los raptores le dice a la prisionera: "Actúas como un huésped y no como un rehén". Ella contesta: " Nadie me ha hecho daño. Después de un tiempo, ustedes empezaron a tratarme como si fuera parte del grupo". "Te tratamos así —sigue el jefe guerrillero— porque hablas y procedes como si fueras un miembro del movimiento". Más adelante, ella confiesa: "Ahora me he dado cuenta de que nunca podré volver a la vida que tanto amaba antes". Charles Bates, el agente del FBI que está a cargo de |a investigación, ha declarado que hay "impactantes y sugestivos paralelos" entre la novela y la realidad. "Lamentablemente —dijo—, hay muy pocas posibilidades de encontrar al autor del libro: ha firmado con el seudónimo «Harrison James», y la editora de la novela —«Regency Publishing»— sólo pudo ser rastreada a través de una casilla postal de San Diego que está a nombre de terceras personas que nada tienen que ver con el negocio editorial. Me pregunto: ¿No estaremos ante un autosecuestro con un argumento escrito previamente? Pero en ese caso.. . ¿Por qué? ¿Con qué objetivo? Realmente, este es uno de los casos más infernales a los que me he enfrentado. Llevo meses investigando la personalidad de Patricia, y me parece imposible que haya decidido hacerse matar a la cabeza de una pandilla de fanáticos asesinos..."

EL DESCENSO AL INFIERNO
Hasta aquí, los hechos. Las caras en la pantalla, los días, las horas, los comunicados, las cintas grabadas, el asalto, la chica con la ametralladora en la mano izquierda, la matanza de los jefes de la cobra de siete cabezas, las conjeturas. Patricia Campbell Hearst, 20 años, millonaria, nieta del mayor zar de la prensa, "sin ideas políticas conocidas", a punto de casarse, víctima de un secuestro, pasa, en apenas cuatro meses, de un mundo dorado y apacible a un mundo feroz de locura y violencia donde se hace llamar "Tania", el seudónimo de una guerrillera argentina muerta por el ejército boliviano cuando marchaba con una patrulla del grupo de Ernesto Guevara. Y si las conjeturas no son ciertas, si no simula para salvar su vida, Patricia Campbell Hearst, buscada viva o muerta, puede terminar su vida acribillada en un callejón. Una historia terrible, un descenso al infierno que no habría podido imaginar su abuelo William Randolph en aquellos días en que "The Examiner" tiraba dos mil ejemplares y él había jurado a sí mismo que lo llevaría a cien mil, a un millón, a diez millones.
ALFREDO SERRA
Revista Gente y la actualidad
30.05.1974

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