Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

ENTREVISTA EXCLUSIVA DE ESTO ES
JANIO QUADROS, LA REVELACION MAS SIGNIFICATIVA DE LA POLITICA LATINOAMERICANA EN 1954
A fines del año 1953, una revista brasileña realizó una encuesta entre algunos parlamentarios del país hermano acerca de cuál había sido el mayor acontecimiento político del año que terminaba. Por gran mayoría, la respuesta fué: la elección de Janio Quadros en el cargo de Intendente de San Pablo.
En efecto, el 22 de marzo de 1953, se realizaron en San Pablo las elecciones municipales. Los partidos mayoritarios se unieron y proclamaron candidato a Florencio Cardoso, a favor de quien se desarrolló una intensísima propaganda electoral. Contra todos los pronósticos, venció en dichas elecciones su oponente, Janio Quadros.
La historia se repite a los 18 meses. El 3 de octubre de este año tenía lugar la elección de gobernador del Estado de San Pablo. Los observadores políticos descontaban la victoria del ex-gobernador, Adhemar de Barros, al cual atribuían una irresistible popularidad. Este candidato había puesto al servicio de su candidatura todos los despliegues publicitarios que su inmensa fortuna personal le permiten hacer. Pero una vez más, las urnas arrojaron resultados sorpresivos; volvió a triunfar Janio Quadros. La envergadura política de los oponentes a la candidatura de Quadros y la importancia que se asigna a las contiendas electorales que se suscitan en el mayor de los Estados brasileños, por la repercusión directa que tienen sobre las elecciones presidenciales, permiten calificar este suceso como el de mayor importancia —excluyendo el del suicidio del presidente Vargas— entre los que se han producido en el horizonte político brasileño en lo que va del año en curso.

Un abogado de 36 años
¿Quién es Janio Quadros?, Un hombre a quien muchos desconocían hasta hace aún pocos meses. Joven —nació en 1917 y se graduó de abogado en 1939—, su carrera política no ha sido cronológicamente muy extensa: fué elegido concejal en 1947 y Diputado estadual en 1950, en su carácter de candidato del partido Demócrata Cristiano.
¿Dónde residen los secretos de esas elecciones aparentemente inexplicables? Es ésta una de las primeras preguntas que dejamos sean respondidas por el propio Janio Quadros, cuando lo visitamos en pleno auge de las campañas electorales. Lo único que conocemos es la mentalidad política que reina en el país y que hace posible que un candidato sea apoyado por tres razones: por simbolizar el descontento contra el gobierno existente, por gozar de una gran popularidad o por ser el resultado de las más extrañas e intrincadas combinaciones políticas. Estos motivos no se excluyen.

El escenario de la entrevista
Son las seis y media de la tarde. En el quinto piso de una casa de departamentos —la Intendencia—, recibe la visita de los periodistas que lo interrogan acerca de los acontecimientos cotidianos.
Actitudes tales como la de permitir el libre acceso a los cronistas a los libros de contabilidad de la Intendencia y la de presentarse en público con una manifiesta despreocupación en el vestir —lo que le recuerda al que fuera durante 12 años Intendente de Nueva York, Fiorello La Guardia—, en un país donde, a pesar de un clima caluroso, la moda masculina se ajusta a rígidos cánones, provocaron burlas y protestas entre aquellos que creen poder sentirse dueños de la opinión pública y no están dispuestos a superar convencionalismo alguno.
Estas acotaciones formuladas por los cronistas locales no hicieron más que aumentar nuestra impaciencia por ver finalizada esa conferencia diaria, al cabo de la cual tuvo lugar nuestra entrevista. Tratamos de conocer así los propósitos de la persona a quien la política brasileña ha deparado un honroso presente y reserva un futuro de alcances imprevisibles.

Problemas políticos paulistas
—¿Cuáles son, según su parecer, los motivos fundamentales que guían al electorado a decidirse por su candidatura?
—Motivos hay varios —nos contesta el joven político—, pero los principales son los siguientes: protesta contra el aumento creciente del costo de la vida, deseo de renovación y moralización de los cuadros políticos y administrativos, y en el caso de las elecciones municipales, forma antidemocrática en que fué elegido el candidato de las corrientes coa-ligadas llamadas "situacionistas", cuyo nombre fué prácticamente impuesto por el entonces gobernador.
—Usted ha declarado no hace mucho tiempo que existen "poderosos grupos económicos-financieros" que traban su acción. ¿Puede usted dar alguna precisión al respecto?
—Con mucho gusto. La campaña política —efectuada por mis colaboradores y yo— como asimismo nuestra orientación político-administrativa se caracterizan por la defensa de los que permanecen desamparados ante la cruel y alarmante coyuntura económico-social en que vivimos.
—¿Puede entonces inferirse que su obra de gobierno tiende a una redistribución de riquezas?
—Así es. Ningún político de formación verdaderamente cristiana puede conformarse con la inicua distribución de riquezas en la cual le toca vivir. No resulta difícil comprender que un hombre público que se siente animado por tales propósitos de justicia tendrá que ver su acción interferida por la de un reducido, pero poderoso, grupo que detenta la riqueza cuantitativamente más valiosa y cuyo egoísmo sin límites no permite reparto de ninguna naturaleza. Forma lo que el profesor Bennet Munro llamó con acierto el "Gobierno Invisible".
—¿Puede citarnos alguna categoría de personas que ostensiblemente forma parte de esos poderosos grupos a que usted hace alusión?
—Hay uno que resulta muy familiar a los latinoamericanos. Entre esos grupos económicos poderosos se hallan los concesionarios de servicios públicos. No satisfechos con obtener pingües ganancias que les permiten reintegrar muchas veces el capital invertido, al sentirse en vísperas de caducar las concesiones, ejercen con propósito de intimidación una acción perniciosa, dejando los servicios públicos concedidos en una situación crítica. En ese entonces —so pena de paralización— las autoridades municipales deben prestar por sí solas dichos servicios. Este cuadro —familiar seguramente para sus lectores— es el que pinta en breves trazos la situación de San Pablo, en relación con sus servicios públicos de más imprescindible necesidad.

Los problemas del transporte y de la energía eléctrica
—Ya que usted hizo especial hincapié en el problema de los servicios públicos, nos interesaría saber algo sobre algunos esencialísimos. En muchas ciudades americanas, durante los últimos años, se aumentaron los medios de transporte, pero también se incrementaron correlativamente las tarifas. Esto es, precisamente, lo que también sucedió en San Pablo durante el último año. Los que critican su gestión aducen que esas medidas son contraproducentes. ¿Cómo responde usted a estas afirmaciones?
—La respuesta que puedo darle entronca con mi pensamiento en materia de servicios públicos. Las cifras son elocuentes. Al asumir la dirección de la administración municipal, encontré a la Compañía Municipal de Transportes Colectivos en una deplorable situación financiera, con un déficit de ciento diez millones de cruzeiros. Debía en materia de previsión social, y en concepto de préstamos concedidos por el Banco del Estado de San Pablo, más de cuatrocientos millones de cruzeiros. Los empleados reclamaban un aumento del salario en proporción del cuarenta por ciento. Los ómnibus y tranvías se encontraban en pésimo estado de conservación. Por lo tanto, para hacer frente a los compromisos a corto plazo, aumentar los salarios y adquirir unidades nuevas indispensables para garantizar la suficiencia de los transportes, entendí que el único recurso posible era aumentar las tarifas, poniéndolas a tono con el poder adquisitivo de la moneda nacional que disminuyó en un cuarenta por ciento durante los últimos seis años.
—Una de las cosas que el turista extranjero no alcanza a comprender en una ciudad del tamaño e importancia de la suya es que carece la suficiente energía eléctrica, obligando a suspender durante algunas horas del día el servicio de ascensores en las casas de departamentos. ¿Cuáles son las razones de esta escasez?
—La compañía concesionaria entiende que ello se debe a las siguientes causas: la guerra y sus consecuencias, las dificultades de importación, la falta de recursos financieros, el crecimiento de la ciudad, la falta de atractivo para nuevos capitales debido a las normas contenidas en el Código de Agua y Energía Eléctrica y, por último, la inseguridad general de los países sudamericanos en constante agitación política y social.
—¿No halla usted —decimos, interrumpiendo— que estos argumentos pertenecen a un plano demasiado general y no justifican lo específico del problema?
—Efectivamente. Además, son totalmente inconsistentes, como bien lo he demostrado oportunamente al responder a estos argumentos descabellados con que pretende defenderse la Compañía. Todo esto no hace otra cosa que dar más fuerza a las suposiciones por las que se presume de que se trata de una de las tantas formas que asumen los planos de opresión económica ejercida contra países cuyas ciudades —como en el caso de San Pablo— se proponen
desenvolver sus industrias. Acreditemos o no tales propósitos de opresión, no es lícito descuidar una posibilidad de esa índole que importaría muestra ruina económica en desmedro de la soberanía de la nación.

La cuestión de la vivienda
—En esta ciudad —y aún más en Río de Janeiro—, los edificios que asombran por su concepción arquitectónica se codean con las viviendas más miserables. Ni siquiera pocos minutos de marcha los separan. ¿Existe en su plan de gobierno alguna providencia al respecto?
—El problema referido, común a todas las grandes ciudades del mundo, no se hace sentir con tanta intensidad en San Pablo. Los pocos focos existentes van siendo tragados por la expansión continua de las áreas construidas, urbanizadas y, paralelamente se procura conceder las mayores facilidades a las clases favorecidas para posibilitarles la construcción de la vivienda.

Juicio sobre Buenos Aires
—Sabemos que usted ha estado en Buenos Aires. Para satisfacer una curiosidad fácilmente comprensible, y a guisa de corolario de esta entrevista, quisiéramos conocer las impresiones de su viaje a la capital argentina.
—Conocí Buenos Aires, cuando era concejal en 1948, y guardo de esa visita el mejor de los recuerdos. Tuve oportunidad —a mi regreso de elogiar muy especialmente ante mis colegas del Concejo Deliberante las cualidades de sus transportes subterráneos. Buenos Aires es, realmente una gran ciudad y constituye una auténtica afirmación de vitalidad de la civilización latinoamericana. Tanto allí como aquí, deben llevarse a cabo campañas de esclarecimiento de la opinión pública, especialmente por medio de la prensa y de revistas autorizadas del género de "Esto Es", para derrotar a aquéllos que tratan de deformarla, queriendo separar los vínculos que unen a los pueblos americanos, lo que nunca será posible, pues son por su esencia indisolubles.
Gabriel LEVITE
Revista Esto Es
4/11/1954

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