Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

ECUADOR
El tiburón y los atunes

Como en tiempos de la Segunda Conflagración Mundial, USA y la URSS están unidos para librar una guerra. Es la guerra de los mares, relativamente pacífica pero turbulenta. Washington y Moscú pelean para obligar a los pequeños países a acatar una soberanía marítima limitada a 12 millas. Los pequeños se resisten, apresan y multan a las naves intrusas, infligiendo reveses a las 2 grandes potencias. La última escaramuza fue una de las mayores. La semana pasada, el Ecuador detenía a 12 atuneros norteamericanos. Esta vez, los fuegos se cruzaron: Washington replicó el lunes 19 con represalias, asestando una moratoria de 1 año en la venta de armamentos al gobierno de Quito, mientras anunció que podría revisar su asistencia económica en préstamos que bordean los. 25 millones de dólares.
Las versiones acerca del entredicho difieren según la fuente. En San Diego, la capital pesquera californiana, se dijo que los impetuosos ecuatorianos habrían desatado un 'casus belli' al ametrallar con cazas a las inermes embarcaciones, tras lo cual los marinos se lanzaron al abordaje. Los pesqueros de San Diego, que enviaron 23 'tunna clippers' a la región, tienen motivos para inflar el incidente. El portavoz del grupo, Ed Silva, recordó que, en 1970, el Capitolio aprobó una ley que autoriza a sancionar a los países que intercepten navíos estadounidenses.
Pero Ed Silva y los suyos no se conforman con la artillería económica. Estarían dichosos si las flotillas de atuneros que despachan, gozasen de la protección de acorazados que disuadieran a las patrullas enemigas. Consciente de la escalada que podría sobrevenir, Nixon no se atreve a tanto. Sus relaciones con el club de 9 países latinoamericanos que reivindican su soberanía marítima hasta 200 millas se agrietarían peligrosamente. Con todo, la suspensión que afecta a Ecuador envuelve un endurecimiento de USA, que toleró similares episodios en el Perú sin romper lanzas. Por lo demás, los pesqueros no pueden quejarse de su gobierno. Este les reembolsa prontamente las multas que deben oblar: en este caso ya se han acumulado más de 300 mil dólares por infracciones.
La versión quiteña asevera que no hubo participación de la fuerza aérea y que el asunto de los disparos es una patraña. El gigantesco Apolo navegaba a 50 millas de la costa ecuatoriana y fue capturado por la marina nacional. Según los interesados, se trata de una provocación que tuvo cuenta del tiempo y las circunstancias: estos días se celebra en Lima la reunión de los países latinoamericanos que reivindican sus derechos marítimos; el trasparente propósito de los californianos consistiría en desatar un conflicto que obligue a Washington a presionar sobre los rebeldes. Acaso este suceso provoque un efecto exactamente contrario al deseado; el poderoso lobby pesquero seguramente obtendrá declaraciones y protestas en el Congreso de su país, pero simétricamente los gobiernos latinoamericanos —aun los moderados como el del ecuatoriano José María Velazco Ibarra— se enardecerán más.

CASUALIDADES. Porque este asunto roza uno de los temas del nacionalismo regional. A la bandera de la soberanía se une el provecho económico. Nada de extraño tiene que la reivindicación prosperara en el Pacífico Sur, involucrando a Perú, Ecuador y Chile, naciones que tienen a sus flancos una de las cuencas ícticas mayores del mundo, pletórica de anchovetas, atunes, camarones y langostas. El primer antecedente se registra sin embargo en la Argentina, que en 1946 extiende sus derecho: a las aguas que cubren la plataforma continental. Pero los países del Pacífico, estrechos en plataforma, reclamar para sí la atribución de fijar la latitud de sus franjas marítimas. En 1947 e presidente chileno Gabriel González Videla la establece a 200 millas de la costa patria. Ese mismo año el gobierne peruano hace otro tanto. En 1952, para la Declaración de Santiago, Chile, Perú y Ecuador unifican posiciones. En el club de las 200 millas el año pasado figuraban, además: Argentina, Brasil, El Salvador, Nicaragua, Panamá y Uruguay.
Tanta preocupación como esta alianza suscitó la actitud del Canadá, que en 1970 extendió sus aguas territoriales de 3 a 12 millas y declaró que en el futuro se protegerá de la contaminación hasta las temidas 200 millas. Es decir: aunque no contradice frontalmente la tesis de la vecina USA, Canadá se reserva la facultad de controlar los mares limítrofes hasta 200 millas de sus costas.
Si el principal problema norteamericano en la materia se encuentra sobre las playas americanas del Atlántico y del Pacífico, la aflicción soviética se traslada a los mares que rodean al África. Allí acuden los pesqueros rusos con tanta asiduidad como los yanquis al Pacífico Sur. En este sentido, la diplomacia de Moscú procura que los africanos no sigan el ejemplo latinoamericano. Por ello los círculos oficiales peruanos, que son los más radicales, acusan a los 2 Grandes de amalgamarse en una suerte de imperialismo pesquero contra los países del Tercer Mundo.
La tesis USA-URSS en cuanto a derechos submarinos, que envuelven la explotación de hidrocarburos y minerales que yacen en el subsuelo, es en apariencia blanda, progresista y ecuménica. En mayo de 1970 Nixon instó al orbe a que renuncie a reclamar los recursos que se encuentran en el fondo del mar a profundidades superiores a los 200 metros (considerado el límite de la plataforma continental). Dijo: "En discusión está si los océanos serán usados racional y equitativamente en beneficio de la humanidad o si se convertirán en la escena de una explotación desenfrenada y de reivindicaciones jurisdiccionales antagónicas en las que aun los países más aventajados serán los perdedores".
Es lo mismo que arguyen los soviéticos. La solución consistiría en llegar a un acuerdo planetario en el que los países más aventajados —USA y URSS, casualmente— serían los ganadores. Tantas esperanzas chocan con el nacionalismo acuático latinoamericano. O, como lo dijo ante la ONU el embajador ecuatoriano Eduardo Benites, en mayo de 1970: "Todos los problemas referentes al derecho del mar, tales como las aguas territoriales, plataforma continental, recursos vivos, deben ser tratados en una sola conferencia". La guerra todavía está en sus comienzos.
PANORAMA, ENERO 26, 1971

ir al índice de Mágicas Ruinas

Ir Arriba